jueves, 16 de febrero de 2012

SANIDAD PUBLICA




La declaración de las 52 Organizaciones Médicas Colegiales denunciando los peligros que encierran para el Sistema Nacional de Salud los recortes del gasto sanitario que se están produciendo, es de suma importancia. Por  lo que dicen y porque quienes lo dicen y por los destinatarios de la denuncia, el gobierno estatal y los gobiernos autonómicos, hoy mayoritariamente pertenecientes a la derecha estatal o nacionalista. La Organización Médica Colegial tradicionalmente ha estado en manos de profesionales conservadores, incluso ha sido un vivero de cargos y responsables sanitarios de gobiernos de la derecha, y cuando se muestran tan preocupados y alarmados habrá que pensar que los riesgos son graves y reales.
La cuestión tiene la suficiente trascendencia como para dedicarla una pensada.

Es cierto que el gasto en atención sanitaria en España esta ligeramente por debajo de la media comunitaria, sin embargo hoy este no es el problema fundamental de nuestro Sistema Nacional de Salud.

La sensible ampliación de la cobertura por el incremento de la población residente en España, los efectos del envejecimiento de la población o los importantes posibilidades que aportan los avances tecnológicos, incrementan las demandas de atención del sistema. Pero también la  difusión de programas de prevención de la salud y de hábitos de vida saludable  y los avances en intervenciones quirúrgicas que reducen sustancialmente la hospitalización,  permiten disminuir o racionalizar gastos. Sin embargo el Sistema Nacional de Salud adolece de importantes problemas de diseño, gestión y coordinación que generan gastos innecesarios y dificultan su adecuado funcionamiento.

La descentralización autonómica con 17 Comunidades muy diversas, algunas de las cuales representan mas del 15% de la población total del estado y otras tienen menos población que el cinturón industrial de Madrid o Barcelona, algunas con una gran dispersión geográfica y escasa densidad de población y otras que son básicamente urbanas, o Comunidades muy envejecidas y con perdida constante de población y otras mas jóvenes y con aportación de población. Estas diferencias requieren ágiles y efectivos instrumentos de coordinación (e incluso de planificación de recursos) para evitar disfunciones, gastos innecesarios, infrautilización o saturación de equipamientos o deficiente atención a los usuarios.

Partiendo del derecho de toda la población, viva donde viva, a tener garantizada la igualdad en el acceso al Sistema Nacional de Salud, es imprescindible la adecuada coordinación y planificación de los recursos hospitalarios, de la adquisición de tecnologías de alto coste, de la implantación de determinadas especialidades, de la investigación altamente cualificada, que debe superar el estricto ámbito autonómico.

La centralización de compras reiteradamente propuesta por el Ministerio de Sanidad, política Social e Igualdad y tibiamente asumida por las Comunidades Autónomas, es otro elemento de racionalización y reducción de gastos.

En segundo lugar se requiere establecer protocolos de derivación de la atención en las Comunidades Autónomas limítrofes, que permitan prestar la mejor y mas cercana atención a los usuarios, evitando o reduciendo gastos de desplazamiento, infrautilización o saturación de servicios y equipamientos o molestias innecesarias a las personas atendidas.

En tercer lugar hay que seguir afrontando la racionalización del gasto farmacéutico. Se debe valorar positivamente que las medidas adoptadas en las dos últimas legislaturas han permitido por primera vez frenar las tendencias de crecimiento desmesurado del gasto. Ahora los objetivos deben ser mas ambiciosos para reducir paulatinamente ese gasto, que sigue siendo de los mas altos de la Unión Europea y que exige actuar en todos los elementos que intervienen en el mismo: los laboratorios, los médicos, las oficinas de farmacia y los usuarios, además de reforzar la potenciación de los genéricos y un control mas efectivo del gasto en productos farmacéuticos en los centros hospitalarios.

En cuarto lugar hay que asumir de una vez la coordinación sociosanitaria. Es una deficiencia de nuestro Estado de Bienestar Social, detectada desde hace ya 20 años, frente a la que se han elaborado a nivel estatal y autonómico numerosas propuestas pero que no han tenido traslación practica. El envejecimiento de la población y el envejecimiento del envejecimiento, así como otros riesgos como los malos tratos, las diversas adicciones toxicas, las enfermedades crónicas, etc.,  requieren con urgencia coordinar la atención entre la red de servicios sociales y el Sistema Nacional de Salud, que aunque a corto plazo exigiría un mayor gasto en equipamientos y programas de servicios sociales, en especial aunque no exclusivamente, de atención a la dependencia, a medio y largo plazo reduciría la presión asistencial sobre el Sistema Nacional de Salud y racionalizaría el gasto sanitario, además de prestar una atención mas adecuada a las personas atendidas.

Por ultimo, las administraciones sanitarias deben ser mas eficaces en impedir practicas de hiperconsumo sanitario (farmacéutico, de asistencia indebida a las urgencias o a los centros de atención primaria…). La formula del copago o del pago simbólico como elemento disuasorio no puede ser la vía, sobre todo cuando no se han utilizado de manera sistemática otras alternativas de organización de la atención, por no hablar de los elementos de desigualdad que introduciría entre las personas o de los costes de gestión administrativa del copago. En relación a los hábitos de vida poco saludables, aun siendo necesarias y positivas las campañas institucionales, estas pierden gran parte de su eficacia si no hay un seguimiento y control efectivo desde la atención primaria, lo que es bastante difícil con los medios existentes en buena parte de los Centros de Salud. En definitiva, la potenciación de la Atención Primaria sigue siendo un instrumento decisivo en la racionalización del gasto, en el control del hiperconsumo y por supuesto y sobre todo en la más adecuada atención a las personas.

Hay otras medidas que también contribuirían a la racionalización del gasto y a la optimización de los recursos como es un mayor control y colaboración de los profesionales y estructuras hospitalarias, determinantes para la moderación del gasto y la plena utilización de los recursos. Igualmente la paulatina implantación de los hospitales intermedios es otra vía que podría ser eficaz en la racionalización y optimización de los recursos.

En definitiva,  nuestro Sistema Nacional de Salud puede y debe consolidar y mejorar su situación, sin generar mas gasto, pero hay que tener decisión y voluntad política para afrontar medidas de reforma imprescindibles, que en algunos casos están pendientes desde hace mucho tiempo.


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