jueves, 23 de marzo de 2017

¡¡¡LA UNION EUROPEA CUMPLE 60 AÑOS!!!


El 25 de marzo de 1957 seis estados de Europa (Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo), superaban siglos de confrontación política, económica, cultural, religiosa, de frecuentes guerras e invasiones y decidían iniciar un camino de paz y cooperación sustentado en principios democráticos. Sesenta años después el recorrido ha sido impresionante y a él se han sumado otros 22 estados y cinco más han solicitado su adhesión.

Si sus principales impulsores políticos (Adenauer, Schuman, De Gásperi, Spaak, Monnet o Spinelli) socialistas, demócrata cristianos y liberales levantaran hoy la cabeza se quedarían maravillados de la evolución y logros de lo que en su momento contenía el acta fundacional de la Comunidad Económica Europea, el Tratado de Roma.

Sin embargo, hay muchos que consideran que la hoy denominada Unión Europea se ha quedado lejos de las expectativas y que en el fondo no es más que una burocracia instalada en Bruselas y Estrasburgo y encima supeditados al estado más potente, Alemania.

Las dificultades que han tenido que superar la construcción de la Unión Europea han sido formidables. De hecho, el proceso solo conoció un fuerte impulso transcurridos más de 25 años, cuando en la década de los 80 del siglo pasado se apostó por dar un mayor contenido político y social a lo que inicialmente era fundamentalmente un espacio de colaboración económica.

El proyecto de la Unión Europea ha tenido poderosísimos enemigos, además de reticentes amigos. Estados Unidos y la Unión Soviética y los países del bloque soviético recelaban profundamente de un rival económico y político y de un modelo de bienestar social del que ambas potencias carecían. Buena parte de los grandes lobbies empresariales y las grandes multinacionales no se sentían felices de tener que negociar y en su caso aceptar las directrices de un potente conjunto de estados, en lugar de hacerlo uno por uno. Los rescoldos nacionalistas, los nostálgicos de un pasado de expansión de fronteras, nunca aceptaron un horizonte de libre movilidad de las personas. Y en fin las dictaduras que aun existían, España, Portugal y temporalmente Grecia, no deseaban una referencia de prosperidad económica y social y de libertades democráticos.

Estados como Gran Bretaña, Suiza, Islandia o Noruega, por diversas razones, prefirieron quedarse al margen para preservar sus intereses económicos o han sido unos incomodos miembros hasta que han terminado por salir, con una evidente estrechez de miras, que por cierto no les ha impedido conseguir numerosas ventajas de trato preferencial, como muy posiblemente intente ahora Gran Bretaña, para paliar los innumerables perjuicios de un nada meditado “brexit”.

Tampoco hay que ocultar que una parte de la izquierda europea se opuso y se sigue oponiendo con mayor o menor insistencia al proyecto de la Unión. Sin ir más lejos, en el seno del Partido Comunista de España se abrió una crisis cuando a principios de los años 70, Santiago Carrillo propuso apoyar la integración de una España democrática en lo que todavía era tan solo la Comunidad Económica Europea. Por no hablar del inmenso error de buena parte de la izquierda francesa oponiéndose en el referéndum a aprobar el proyecto de Constitución.

La Unión Europea ha sido un ámbito de solidaridad, que ha permitido a países o regiones sumidas en atrasos estructurales, alcanzar niveles de progreso y cohesión social que hubieran tardado largos años en conseguir en solitario y ello gracias a los diversos fondos de ayuda creados por los denostados burócratas de Bruselas y Estrasburgo. Esa política solidaria es algo que a muchos ciudadanos de la Europa más prospera, que pagan impuestos más  altos que nosotros, les sigue rechinando; las intolerables declaraciones del Presidente del Eurogrupo, el socialdemócrata holandés Dijsselbloem, reflejan ese tipo de reticencias, con hondas raíces, de las sociedades del norte de Europa hacia los países del Sur.

La Unión igualmente ha impulsado procesos de modernización legislativa, de integración de políticas económicas, de difusión de buenas prácticas y experiencias sociales, de protección del medio ambiente, de defensa de los consumidores, que precisamente a estados como España nos ha venido muy bien.

Es cierto que en los últimos quince años el proceso de construcción de la Unión ha sufrido un importante frenazo y ello por dos razones de compleja respuesta: el rápido proceso de ampliación y la crisis económica.

La ampliación de 15 a 28 países miembros, integrando especialmente a países del antiguo bloque soviético con notables rémoras políticas, económicas y sociales, fue una opción política, sin duda muy discutible, pero comprensible, más aún a la vista de cómo han evolucionado las cosas en una Rusia con fuertes tendencias autoritarias y expansionistas. Lamentablemente la mayoría de esos nuevos estados miembros han sido muchas veces un freno para avanzar en el proceso de convergencia política, económica y social.

En relación a la actuación de la Unión Europea en la crisis económica, hay dos maneras de ver las cosas, ambas ciertas. La Unión Europea y el Banco Central Europeo reaccionaron tarde y de manera tímida, con unas propuestas basadas en la reducción del déficit mediante medidas restrictivas del gasto público. Pero también habrá que pensar lo que hubiera sido de estados como Irlanda, España, Portugal, Grecia, Chipre e incluso Francia e Italia, sin el paraguas financiero y el soporte político de la Unión. Estaríamos fuera del euro, posiblemente también de la Unión y con unos costes políticos y sociales inimaginables.  

Es evidente que la Unión Europea no impulsa políticas socialistas o de izquierdas y ello por una sencilla razón: la mayoría de la ciudadanía europea, hoy por hoy, vota en sus países y en las elecciones europeas por partidos de centro o de derecha y la izquierda, sea la socialdemócrata, la de inspiración verde o la de posiciones más radicales, no ha sido capaz de convencer al electorado para que confíen en ellos, tanto en cada país como en el Parlamento de Estrasburgo.

Mientras la correlación de fuerzas electorales no gire a la izquierda en nuestros países, que nadie sueñe con una Unión Europea progresista como a muchos nos gustaría.

Los retos que tenemos por delante los europeos y las europeas son inmensos, desde la superación de la involución en materia de libertad de circulación de las personas y del retroceso en políticas de solidaridad con los países del Tercer Mundo, hasta avanzar en la integración fiscal y bancaria, consolidar y mejorar las políticas de bienestar social y de protección del medio ambiente, desarrollar las redes telemáticas y también las redes de transporte, cooperar en materia de I+D+I, mejorar la productividad sin deteriorar las condiciones de trabajo…etc.

Y seguimos teniendo poderosos enemigos, Trump, Putin, los partidos de extrema derecha y las tendencias xenófobas y racistas de una parte de la población.

Pero ¿quién habría soñado en 1957 con el euro, el Parlamento Europeo, el Tribunal Europeo de Luxemburgo o cruzar fronteras sin pasaporte, o las numerosas directivas y normas que nos han convertido en el área geográfica más prospera y democrática del mundo?


Son razones más que suficientes para celebrar este sesenta aniversario, a pesar de todas las insuficiencias, limitaciones y frustraciones.

lunes, 20 de marzo de 2017

CHUCK BERRY: TU MUSICA SEGUIRA CON NOSOTROS


Ha muerto Chuck Berry y yo me he quedado sin verle en vivo y en directo. Una lastima, porque junto con Buddy Holly era el músico de los años dorados del rock and roll que más me gustaba. Chuck no tuvo gran exito en España, sus discos aparecían con cuenta gotas y nos visitó muy contadas veces. 

Sin embargo sus canciones, como las Buddy Holly, fueron la mejor expresión de los deseos y frustraciones de los jóvenes de los años 50. Eran brillantes, eléctricas, de una gran belleza. Chuck compuso decenas de magnificas canciones, pero yo ahora recordaría tres de ellas, extraordinarias: "Rock and roll music", "Sweet little sixteen" y "You never can tell"; por cierto esta última canción fue la escogida por el director de cine Tarantino  para una de las escenas culminantes de "Pulp fiction" (película con una banda sonora excepcional)  con el baile de Travolta y Uma Thurman. 

Berry no tuvo una vida especialmente ejemplar y en la cumbre de su carrera artística fue encerrado en la cárcel por delitos relacionados con trafico de drogas y prostitución. Cuando salio de prisión su carácter había perdido la frescura y vitalidad de sus años juveniles y aunque los nuevos ídolos de la música británica le consideraban uno de sus grandes maestros, su tiempo había empezado a quedar atrás, aunque siguió componiendo,  grabando discos y dando conciertos. 

La vida fue dura con Chuck al igual que con Jerry Lee Lewis que también pasó por la cárcel en pleno éxito y sobre todo con Buddy Holly,  muerto en accidente de avión y Eddie Cochran, fallecido en accidente de trafico, por no hablar del brusco cambio de vida de Little Richard, tras sufrir un accidente aéreo. ¿Cual hubiera la trayectoria artística de estos grandes pioneros del rock and roll si la tragedia en sus diversas formas no les hubiera pillado por medio?

Al menos Chuck vivió hasta superar los 90 y pudiendo asistir al pleno reconocimiento de su aportación a la música del siglo XX.

¡¡¡Habría tanto que decir de Chuck Berry!!! Pero lo mejor es oír una vez más sus fantásticas canciones.


miércoles, 15 de marzo de 2017

TOXO: UN EJEMPLO COHERENTE, UNA APUESTA VALIENTE


En los últimos meses el activo de CCOO se ha preguntado cuál iba a ser la decisión de Ignacio Fernández Toxo, sobre su continuidad en la Secretaria General de CCOO. Gallego hasta la medula, Ignacio no decía ni que sí ni que no ni todo lo contrario.

No es ningún secreto que en la cabeza y en el corazón de las y los sindicalistas de CCOO había sentimientos encontrados. Por una parte Toxo presenta un buen balance de gestión interno y externo, en una etapa especialmente difícil para la clase trabajadora y para el sindicalismo de clase y no están los tiempos para derrochar dirigentes bien probados. Por otra, precisamente él, y casi en solitario, llevaba tiempo impulsando un proceso de renovación estratégica de CCOO, lo que se ha denominado “Repensar el Sindicato” y no parecía muy lógico promover la renovación y que esta no llegara a los órganos de dirección.

La frustrante experiencia de UGT, donde un veterano dirigente de 60 años sustituyó a Candido Méndez, no era el escenario preferido por la militancia de CCOO.

Hay que decir que Ignacio ha sido valiente y coherente, por dos razones. Ha decidido no continuar como Secretario General y ha evitado una transición a medias, se ha saltado una generación entera, la de los dirigentes cincuentones y ha ido a la generación que reunía juventud, a la vez que experiencia y que en este caso concreto sumaba un evidente consenso. Con Unai Sordo ha cuadrado el círculo de la renovación, aunque ello haya supuesto el disgusto de más de uno y más de dos dirigentes muy valiosos y bien situados en una hipotética carrera sucesoria.

Toxo ha culminado así una brillante trayectoria al frente de CCOO. Y tengo que decir que Ignacio no era santo de mi devoción. A principios de los años 80, en plena batalla dentro del PCE y sus reflejos en CCOO, él se enfrentó y derrotó en el Congreso de la Federación del Metal a uno de los mejores jóvenes dirigentes del Sindicato, Juan Ignacio Marin, carrillista como yo, lo que supuso una perdida inestimable para el sindicalismo de clase de nuestro país. Muchos años después y de forma un tanto sorpresiva, Ignacio se enfrentó y derrotó a José María Fidalgo en la disputa por la Secretaria General de CCOO. Durante mucho tiempo yo había sido adjunto de Fidalgo y lógicamente, aunque desde hacia tiempo me temía su caída, no me sentó nada bien su salida.

Toxo supo cerrar heridas y muy rápidamente estabilizó la vida interna del Sindicato, que ha vivido los 8 años mas pacíficos, en términos orgánicos, de su historia, aunque problemas haberlos los ha habido, mas por la inadecuación de algunos miembros de sus equipos que por la actitud de Ignacio.

Durante el periodo 2011-2015, tuve la oportunidad de asistir a las reuniones del máximo órgano de dirección de CCOO, su Consejo Confederal y a menudo salía con la sensación de que detrás de Ignacio había un cierto vacío. Toxo lanzaba una y otra vez propuestas de cambio, de renovación, diseñaba iniciativas de trabajo sindical, de análisis de la difícil realidad en la que estábamos y todos los demás tenían muy poco que aportar. Más aun, cuando Toxo hacía alguna propuesta de especial riesgo, de salir del tran tran, aparecía en solitario, demasiado solitario.

Tras el último Congreso, Ignacio me concedió el honor y la oportunidad de trabajar como Adjunto suyo, algo que siempre le agradeceré. Y ya más cerca de él, y  a pesar de su a veces desesperante hermetismo gallego, pude comprobar su gran preocupación por la evolución del sindicalismo de clase, su acertada visión de la realidad sin tapujos y sobre todo su voluntad de dar un profundo giro a la situación. La iniciativa de “Repensar el sindicato”, en la que de  nuevo tengo que agradecer que me incluyera en los trabajos de su elaboración, en sus orígenes era una valiente propuesta, que sin embargo, en mi modesta opinión, no ha tenido el profundo recorrido y asimilación que Toxo pretendía. De nuevo le he visto excesivamente solo dando la batalla de la renovación.

Es en ese cierto desdibujamiento de la propuesta “Repensar el sindicato”, que se ha producido en los últimos meses muy a su pesar, donde quizás podríamos encontrar las razones del salto generacional en su relevo, como si confiara sobre todo en la generación de los cuarenta para protagonizar el cambio imprescindible.

De la envergadura de la promoción de Unai Sordo  nos habla que por primera vez asume la máxima dirección del Sindicato un dirigente que no vivió la transición democrática, que no hizo las grandes huelgas de la década de los 80, especialmente duras en el País Vasco, que no estuvo inmerso en las polémicas y enfrentamientos políticos del activo de CCOO (que nos marcaron a muchos durante mas de 20 años). Un dirigente sindical que puede mirar sin complejos a los nuevos dirigentes políticos de España, que se ha curtido en un territorio no precisamente favorable para CCOO como es el País Vasco, que conoce y comparte la pluralidad nacional de nuestro Estado y que apuesta por el federalismo.

He tenido muy poco contacto directo con Unai, pero todo lo que sé de él le acredita para abordar con decisión y capacidad los enormes y muy difíciles retos que tiene por delante CCOO y tiene una ventaja especial, no le gusta ser un figurón.

El legado interno y externo de la etapa de Toxo, es un excelente punto de partida para Unai; estoy seguro que buscara un equipo equilibrado, con juventud, con mujeres sindicalistas en puestos de máxima responsabilidad y también con algo de continuidad. Espero que el objetivo de repensar, renovar, rejuvenecer y feminizar el sindicato se haga realidad y no solo en el ámbito Confederal, sino también en las organizaciones territoriales y de rama, superando algunas resistencias que se vislumbran en estos momentos.

El ejemplo y la apuesta de Toxo deben ser seguidos en el conjunto de las CCOO.



jueves, 9 de marzo de 2017

8 DE MARZO: MAS MEDIDAS Y MENOS BUENAS INTENCIONES


Un año más el día 8 de marzo ha estado plagado de declaraciones, muchas bienintencionadas, otras más o menos altisonantes, más o menos oportunistas, sobre la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, en las que también se han puesto de relieve los avances logrados en las ultimas décadas y desde luego las notables discriminaciones que aun existen.

Y hablando de discriminaciones, y solo a titulo de ejemplo, recordaría:

Las diputadas, 138, representan el 39’4% del Congreso. Las senadoras, 98, representan el 36’8% del Senado. Si lo comparamos con los datos de la primera legislatura democrática, el avance es abrumador; si lo  comparamos con la distribución de la población española, la subrepresentación de la mujer es evidente. Nunca ha habido una mujer Presidenta del Gobierno y en la actualidad solo hay 4 Presidentas autonómicas, frente a 13 hombres. No hay ninguna máxima dirigente de partidos políticos de ámbito estatal. Aun y así el ámbito político es donde más se ha avanzado en el camino de la igualdad.

En lo que se refiere a los medios de comunicación social en toda su gama, ninguna cadena estatal de radio o televisión tiene en su presidencia o máxima dirección a una mujer, ni tampoco ningún periódico de entre los de mayor tirada. El periódico “El País”, que el día 8 de marzo incluía numerosos artículos en relación al 8 de marzo, no ha tenido nunca ninguna directora ni segunda responsable.

Solo una mujer, Ana Botín, preside una gran empresa española. Ninguna mujer ha sido nunca Gobernadora del Banco de España (y bien que se nota). En la cúspide de la CEOE la presencia de mujeres es ridícula. Nunca ha habido una mujer Secretaria General o Secretaria de Organización de un Sindicato de clase y las Secretarias de Federaciones u Organizaciones autonómicas desempeñadas por mujeres son muy minoritarias.

Son escasísimas las mujeres rectoras de Universidad. No ha habido mujeres Secretarias de la Seguridad Social ni de la Agencia Tributaria. No ha habido mujeres presidentas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ni del Consejo Económico y Social. Las mujeres no han ocupado embajadas relevantes como Washington, Londres, Berlín, Moscu, Paris o Tokio. Por no hablar de la Jefatura de la Guardia Civil, Policía Nacional o puestos de alta responsabilidad en las Fuerzas Armadas.

Y podríamos seguir….

Si eso es así en los puestos decisivos de la política, la economía, la empresa, la comunicación, los sindicatos, etc., se pueden entender mejor las causas de la discriminación salarial o profesional y por supuesto las trabas para la conciliación de la vida laboral y familiar.

Es verdad que en España ya nadie, al menos públicamente, se atreve a decir las barbaridades de que hacen gala eurodiputados polacos o presidentes del gobierno de Brasil, en otras razones porque serían declaraciones anticonstitucionales y delictivas.

También es cierto que una mujer asumiendo altas responsabilidades de por sí no es garantía de avance en la igualdad de derechos; tenemos suficientes ejemplos dentro y fuera de nuestro país. Desde Tatcher a Golda Meir, o de Esperanza Aguirre a Rita Barbera. Pero la persistencia de la desigualdad es un déficit democrático intolerable.

Por ello es tan importante tomar medidas con fuerte carga simbólica y ejemplarizante. Como por ejemplo que las máximas responsabilidades políticas, sindicales, científicas, diplomáticas, fueran desempeñadas por mujeres. Pero me temo que estamos aun distantes de ese escenario.

Decía Rajoy que la igualdad y la no discriminación no es un problema de leyes. ¡Hombre, solo de leyes, no, pero también!. Porque las leyes pueden conseguir que combatir la discriminación y avanzar en la igualdad no se quede al libre albedrío de cada institución o ámbito social, al tran tran de los cambios socioeconómicos y culturales, y por el contrario se den fuertes estímulos legislativos, que aceleren  notablemente los procesos sociales. Eso sí, leyes con medios eficaces y efectivos para su cumplimiento.

Eso pasa, entre otras muchas cosas, por reforzar la enseñanza no sexista en TODOS los centros educativos, incluidos los universitarios y los de formación profesional, por garantizar la universalización de la educación de 0 a 3 años, por disponer de suficientes servicios sociales para atención de las familias y en especial de las personas dependientes, por la efectiva persecución de la publicidad sexista o de los programas y mensajes sexistas en todos los medios de comunicación, por la obligatoriedad de las listas paritarias en las elecciones políticas, por establecer cuotas mínimas en los consejos de administración, tribunales de justicia, tribunales de oposiciones, órganos institucionales…..y otras muchas medidas que las organizaciones feministas llevan exigiendo años y años.

Ojala que todas las buenas declaraciones de intenciones del pasado día 8 de marzo se traduzcan en medidas concretas y el 8 de marzo del 2018, podamos resaltar que en el último año se han dado avances significativos.

  

miércoles, 1 de marzo de 2017

LOGROS Y LIMITES DE LA JUSTICIA


En las últimas secuencias de la magnifica película “Z” de Costa-Gavras, van compareciendo ante el juez instructor una serie de altos mandos militares y de la policía, implicados en un tremendo asesinato político en Grecia. Sus gestos son desabridos y groseros, con una mezcla de sorpresa e indignación: ¿cómo era posible que ellos, precisamente ellos, fueran llamados a declarar ante la justicia?

Me figuro que Rodrigo Rato, Blesa, Díaz Ferran, Urdangarin, la familia Pujol y tantos otros habrán sentido algo parecido cuando hayan tenido que escuchar de los tribunales sus procesamientos o condenas, como en el pasado les tuvo que ocurrir a Roldan, a Barrionuevo, a Rafael Vera, o a García Damborenea.

Que el exdirector del FMI y vicepresidente del gobierno sea condenado a prisión, o el Presidente de la CEOE o el yerno y cuñado de los dos monarcas, no es cuestión menor y solo es posible en un país con sólidas instituciones democráticas.

Mi generación creció en la absoluta desconfianza hacia la administración de justicia y una parte, la más politizada, además considerábamos que la justicia era un instrumento ciego de las clases dominantes para contribuir al control y opresión de las clases populares.

No soy tan ingenuo de pensar que la representación de la justicia, con la venda en los ojos y la balanza en la mano, son los principios que rigen en nuestra Administración de Justicia. La democracia no ha llegado tan lejos, ni en nuestro país, ni siquiera en los estados más avanzados del mundo. Pero sería un craso error considerar que los poderosos, sean políticos, ricos empresarios, hábiles conseguidores o influyentes periodistas, pueden actuar impunemente.

A raíz de las recientes condenas, “caso Noos”, ramificaciones de la trama Gurtel en Valencia o “tarjetas Black”, han proliferado comentarios acerca de tratos discriminatorios o benévolos. Es evidente que a la mayoría de la ciudadanía nos gustaría ver ya mismo a Rato o a Urdangarin entre rejas. Siendo ello un factor ejemplarizante necesario, que antes o después sucederá, no debemos minusvalorar lo que para esos personajes representa ser condenados por delitos relacionados con la apropiación de lo ajeno. Supongo que aun no habrán salido de su estupor, porque  ya son escoria en nuestra sociedad, su vida esta arruinada y no les será fácil pasear por la calle.

Fui compañero de clase de Rato, incluso estuvimos en guateques juntos. No sé si con 18 años se le pasaría por la cabeza llegar a ser Director del FMI o vicepresidente del gobierno de España, lo que seguro que no se imaginaba es que un día le condenarían a prisión por ladrón y encima gobernando “los suyos”. 

Las evidentes carencias y limitaciones de la Administración de Justicia son conocidas y ahí están “Jueces para la Democracia” para ponerlas en evidencia y recordarlas cada dos por tres. La burocratización de los procedimientos procesales, las limitadas dotaciones de personal y medios, el desfase de unos códigos y leyes básicas que quedan rápidamente obsoletas en un mundo que cambia a velocidad de vértigo, la dependencia políticas de los fiscales, las dificultades de los jueces instructores moviéndose en materias complejas para las que muchos no han sido preparados….etc.

Todo ello impide un funcionamiento ágil, transparente y eficaz de la Justicia y se refleja en que sea más fácil y rápido condenar y encarcelar a un camello o un ladronzuelo que a un alto ejecutivo, empresario o político.

Porque, además, los poderosos cuentan con sofisticados despachos de asesores y abogados  mercantiles, fiscales, penales, civiles, de derecho internacional, que se saben mover a las mil maravillas en el filo de la navaja de la alegalidad  o de la ilegalidad, para satisfacción de sus clientes; algo de lo que no disponen el común de la gente. Mientras esas redes de asesoramiento y defensa sean impunes y no se logre controlar su función alegal o ilegal, la Administración de Justicia tendrá dificultades para llegar al fondo y al final de las conductas delictivas.

Aun y así, las sociedades democráticas, como la nuestra, con todas sus dificultades  e insuficiencias, han ido avanzando poco a poco en la implantación del imperio de la ley. Tanto es así que nuestro actual Ministro de Justicia se ha visto en la necesidad de cargarse hace unos meses a la Fiscal General del Estado, nombrada por el PP y que no era precisamente de izquierdas, designando a un  nuevo Fiscal General mucho más seguro y disciplinado, para amarrar en corto a los fiscales del país, empezando por hacer una purga política. Una purga en una profesión y una especialidad que no resulta de fiar para el gobierno, a pesar de que en ella, no lo olvidemos, las opiniones progresistas no son mayoritarias ni mucho menos. 

Por otra parte resulta muy esperanzador contemplar a la Guardia Civil o al Cuerpo Nacional de policía proceder contra personajes vinculados en mayor o menor grado al partido del gobierno. 

La "botella" de la Administración de la Justicia esta, por tanto, medio vacía pero también medio llena. Seamos ecuánimes y fijémonos también en la parte llena.

Y dentro de unos días vamos a asistir a un nuevo acto de reafirmación del peso de la ley, con las comparecencias como imputados del exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, por fin! y de Julio Segura, expresidente de la Comisión del Mercado de Valores. Me figuro como estará el hasta ahora “intocable” MAFO, aquel orgulloso Gobernador al que sobre todo le gustaba sermonear sobre la moderación de los salarios, el abaratamiento del despido y la insostenibilidad de las pensiones. ¡Que satisfacción democrática tendremos al verle entrar en el juzgado!

Son razones más que suficientes para no poder compartir en absoluto ese slogan  de “lo llaman democracia y no lo es”. Sin democracia nunca hubiéramos tenido a esos poderosos imputados, procesados o condenados a prisión.