lunes, 20 de abril de 2015

ANTE LA CERRAZON PATRONAL, HABRA QUE REPENSAR LA ESTRATEGIA SINDICAL


Si de algo han dado ejemplo los sindicatos de clase en España, es de responsabilidad en materia de reivindicaciones salariales. Es evidente que el salario, con sus diversos componentes, es el eje de la negociación entre trabajadores y empresarios, lo ha sido toda la vida y lo seguirá siendo. Pero los sindicatos han sido conscientes siempre de que solo hay algo más importante que la mejora salarial, como es el mantenimiento del empleo.

Por ello, ya en los Pactos de la Moncloa, los sindicatos asumieron nada menos que perder poder adquisitivo, a cambio de reducir la inflación y frenar la destrucción de puestos de trabajo. Más tarde en los diversos procesos de reconversión de la industria de nuestro país, la responsabilidad sindical de nuevo colocó el trabajo por delante del salario. Y otra vez  en la crisis económica de 1993 y en la crisis que se inició en el año 2008.

Más aun, en el año 2012, en pleno proceso de destrucción masiva de empleo, tanto en el sector público como en el privado, los sindicatos firmaron con la patronal un Acuerdo marco de Negociación colectiva, pensando en cómo la clase trabajadora podía arrimar el hombro para sacar a toda las sociedad española de la crisis, en la que otros nos habían metido. Acuerdo que,  no olvidemos, no fue siempre bien acogido por algunos sectores, tanto de CCOO como de UGT.

Pero a la vez que firmaban ese difícil y controvertido Acuerdo, los sindicatos dijeron muy claro que en el futuro, sin recuperación salarial (y lo mismo referente a las pensiones) no habría recuperación del consumo interno y la salida de la crisis se retrasaría y sería mucho más débil y precaria.

Ahora hemos dejado atrás la crisis, hay crecimiento económico, hay creación de empleo (aunque mayoritariamente precario), los medios de comunicación nos repiten un día sí y otro también lo que están ganando determinadas empresas y empresarios, se esta recuperando el mercado bursátil, están empezando a crecer los precios de la vivienda... Y la patronal, como si nada hubiera cambiado, sigue apostando por la práctica congelación de los salarios, escudándose en la caída de los precios en los últimos trimestres.

CEOE y CEPYME, tras varios meses de negociaciones, siguen erre que erre en su negativa a subir moderadamente los salarios. CCOO y UGT han marcado “líneas rojas” de lo que no se puede aceptar, y hay que decir que de nuevo son exigencias mas que razonables y moderadas y han advertido de que,  sí la negociación no se desbloquea, habrá que volver a convocar movilizaciones en los centros de trabajo y en los sectores de producción.

Por cierto, que la patronal debería leer ese informe que ha premiado nada menos que el Fondo Monetario Internacional, en el que se dice que unos sindicatos fuertes y un sólido Estado de Bienestar Social, son las condiciones de la estabilidad, prosperidad y cohesión de las sociedades de nuestro tiempo.

Así las cosas, la papeleta para CCOO y UGT no es nada fácil. Se encuentran en una compleja encrucijada, ya que un Acuerdo con la Patronal, que no sea un salto cualitativo de cierta importancia con respecto a lo anterior, se puede convertir de hecho en un “tope salarial” para las empresas y sectores que les esta yendo bien y que pueden mejorar sensiblemente sus salarios. Tope salarial de facto, al que se amarrarían como lapas los empresarios afectados y que lógicamente no sería bien acogido por muchos trabajadores de esas empresas y sectores. Como diría un castizo, ¡lo que nos faltaba para dañar la credibilidad sindical!

Pero por otra parte, no podemos perder de vista la realidad de nuestro país, con mas del 80% de empresas muy pequeñas, pequeñas y medianas, con limitada implantación sindical, con escaso poder negociador de sus representantes sindicales (donde existan) y con una irregular extensión de la negociación colectiva. Todo ello facilitado por la terrible reforma laboral del 2012, que atacó a fondo nuestro sistema de convenios colectivos. Por tanto, sin la red de un Acuerdo Marco, millones de trabajadores se pueden encontrar abocados a seguir con la actual precariedad salarial.

Me atrevo a señalar, inmiscuyéndome en un tema verdaderamente complejo, que  quizás en una estrategia a medio y largo plazo de recuperación del poder sindical y del movimiento obrero en España, sería mejor que no hubiera Acuerdo Marco, salvo que se consiguieran unas condiciones muy favorables. En otras palabras, caminar en un proceso que los clásicos llamarían de “acumulación de fuerzas”, como se hizo en los últimos años 60 y primeros años 70 del siglo XX, (por supuesto en un contexto muy diferente, pero del que algo podemos y debemos aprender).

Es e vidente que ese proceso de recuperación y acumulación paulatina de fuerzas requiere consolidar la presencia de los sindicatos en los centros de trabajo, de diseñar movilizaciones muy medidas y muy consensuadas con la máxima participación de los trabajadores en la toma de decisiones, y seguramente mejorar y profundizar los mecanismo de unidad de acción sindical entre CCOO y UGT y también, ¿por que no?, de otros pequeños sindicatos.

En definitiva tomar cierta perspectiva, porque al final y volvemos a la experiencia de décadas atrás, el empujón que pueden dar las empresas y sectores mas movilizados, antes o después termina por irradiar al conjunto del tejido empresarial, beneficiando a los trabajadores de las PYMES y sectores con menor capacidad reivindicativa.

Insisto que no es una decisión fácil para las direcciones sindicales, pero la cerrazón de CEOE y CEPYME y sus nefastos efectos en la recuperación del consumo interno, pueden estar demandando un giro  en la estrategia sindical, medido, pero firme. Habrá que esperar acontecimientos. 



domingo, 12 de abril de 2015

OBAMA TERMINA CON 120 AÑOS DE INTERVENCIONISMO EN LATINOAMERICA


Cuando en el año 2009 se le concedió a Barak Obama el premio Nobel de la Paz, hubo quienes no le consideraron merecedor, teniendo en cuenta que los ejércitos norteamericanos aun estaban presentes en Afganistán e Irak; críticas que se repitieron tras la insensata intervención en Libia.

Cambiar la política internacional de la primera potencia mundial no es tarea fácil y menos aun rápida y hasta  el  poder del presidente de esa nación esta sometido a fuertes y numerosas limitaciones de todo tipo. Hay muchísimos intereses en juego, económicos, políticos, militares; existen contrapesos legislativos que pueden cercenar la capacidad de acción del presidente, como es el poder del Congreso y el Senado, sobre todo cuando no se tiene la mayoría política en los mismos. Incluso el Partido Demócrata tiene un pluralismo interno muy acusado, que va desde la derecha tradicional hasta la izquierda socialdemócrata. Es sabido también que los dos partidos norteamericanos se financian en buena medida con aportaciones de lobbys empresariales, sociales, étnicos o ideológicos, que lógicamente no contribuyen de forma desinteresada.

Todo ello por no hablar que en materia de intervencionismo militar, como la historia ha demostrado reiteradas veces desde tiempo inmemorial, es mucho más fácil iniciar una guerra que salirse de ella y negociar una paz. Tampoco podemos olvidar que con frecuencia se requiere la intervención de Estados Unidos en conflictos bélicos, ante la impotencia o la comodidad de otros estados que no quieren gastar dinero o popularidad con sus propias tropas. A este respecto podemos recordar los cínicos editoriales del periódico El País, pidiendo la intervención norteamericana en el conflicto de Siria o en Ucrania y el malestar por la negativa de Obama.

 Y por ultimo y no menos importante, está el factor racial. Cualquiera que albergue dudas de los rechazos y odios que despierta Obama en una parte significativa de la ciudadanía blanca norteamericana y de lo que representa que por primera vez una persona negra ostente la presidencia, no tiene más que ver la película “Selma”, que narra tan solo un episodio de la durísima y larga lucha de la población afroamericana por sus derechos civiles hace solo 50 años.

En definitiva, la persona teóricamente más poderosa del mundo, no tiene absoluta libertad de movimientos ni mucho menos. Algo que la izquierda europea no siempre somos capaces de valorar en su justo término cuando criticamos de forma esquemática la actuación del presidente Obama.

Por ello hay que valorar el gran valor de las dos ultimas decisiones en política exterior que ha tomado Obama: el reestablecimiento de las relaciones con Cuba y el Acuerdo con Irán, las dos bichas negras más intensas y de más larga duración de los gobiernos y de la mayoría de la sociedad norteamericana en bastantes décadas.

Obama ha tenido que recurrir a diversas “artimañas legales” imponiendo sus facultades presidenciales, para poder sortear la oposición del Congreso, del Senado y de su propio partido, donde los lobbys de los judíos más reaccionarios (hay otros progresistas y no sionistas)  y el de los cubanos exiliados son muy influyentes. Ha sido por tanto una dura batalla política en la que Obama, que ya no puede volver a presentarse a las elecciones, ha mantenido contra viento y marea su voluntad política.

Su foto con Raúl Castro es todo un símbolo que supongo habrá levantado muchísimas ampollas en Estados Unidos, que lo habrán considerado como un triunfo de los comunistas cubanos. Lo mismo en lo que se refiere a Irán.

Con esta foto terminan no solo 55 años de abierta hostilidad con Cuba, sino mucho más. Han sido casi 120 años de intervencionismo imperialista en Latinoamérica, iniciado con la guerra de Cuba en 1898 y la política de Theodore Roosevelt del “gran garrote” (“big stick”) y de considerar el continente sudamericano el patio trasero de Estados Unidos, donde se podía intervenir y mangonear.

Es evidente que con el reestablecimiento de las relaciones con Cuba, no esta todo solucionado y para siempre. Queda la tensión con el gobierno de Venezuela y surgirán nuevas tensiones, máxime si el partido republicano vuelve a alcanzar la presidencia con candidatos extremistas, pero les será muy difícil dar marcha atrás y volver a las andadas.

Obama también esta dando pasos, sin duda mucho más tímidos, en el conflicto palestino-israelí, pero ya no es la mera sumisión a los intereses de los gobiernos de la derecha judía. También sigue sin resolverse la situación de la cárcel de Guantánamo.

Al presidente norteamericano aun le queda año y medio de gobierno y sería deseable que continuara tomando medidas para desactivar los múltiples conflictos en los que se enfangaron sucesivos gobiernos norteamericanos.

En cualquier caso, Obama pasará a la historia como un presidente que en la medida de sus posibilidades y de las circunstancias, trabajó por la paz y la convivencia entre las naciones, lo cual merece un reconocimiento por la gente progresista de todo el mundo.


viernes, 3 de abril de 2015

PRIDE: PRECIOSA PELICULA DE GENTE SOLIDARIA


Una película que se inicia con la voz de Pete Seeger cantando el viejo himno sindicalista “Solidarity forever”, nunca  puede ser mala. En este caso es excelente. De vez en cuando el cine ingles nos ofrece películas de profundo contenido social y político con un formato muy popular, cercano, comercial, en el que la comedia, el drama, la referencia a hechos reales e incluso la música, se van combinando para crear una producción de gran calidad e interés para todos los públicos. Sucedió con “Billy Elliot”, “Full Monty”, “Tocando el viento” y  ahora tenemos PRIDE.

Esta película, absolutamente fiel a la realidad, se centra en la larga huelga de los mineros del carbón en Gran Bretaña en los años 1984-1985, bajo el gobierno conservador de Margaret Tatcher y en la reacción solidaria que despierta en un pequeño, combativo, concienciado, divertido y alternativo y también acosado, grupo de gays y lesbianas de Londres, que se autoreconocen en la lucha de los mineros como algo muy próximo a la defensa de sus propios derechos civiles. La película comienza en Londres con el desfile del Día del Orgullo Gay en 1984 y termina con la celebración del Día del Orgullo Gay en 1985.

Como todo buen cine político, no es un panfleto, no hay mensajes maniqueos, aunque por supuesto se sustenta en una clara defensa de las movilizaciones mineras y del movimiento de gays y lesbianas. Pero refleja muy bien las dudas, las contradicciones, las tensiones y hasta la abierta y dura oposición de sectores de los mineros de un pequeño pueblo de Gales, ante el apoyo inesperado y no buscado de un grupo de gays y lesbianas de la capital británica. Las discusiones, la evolución del colectivo y las familias mineras resultan convincentes. Como igualmente son creíbles las propias dificultades y problemas que tienen los chicos gays y las chicas lesbianas, entre ellos y con sus familias.

También es muy interesante como se refleja el desconocimiento, los prejuicios, los lugares comunes, que existían entre dos colectivos sociales, cuyas luchas e intereses nunca habían tenido un punto de convergencia y que la convivencia, además de generar unos profundos lazos de cariño y amistad, les demuestra que la defensa de sus derechos tiene muchos elementos comunes. La película es muy ágil y va alternando momentos de una gran comicidad con otros dramáticos, referencias a la vida íntima de los protagonistas y vivencias colectivas de una gran emoción.

Hay escenas preciosas como el canto a capella de las mujeres mineras en el bar o el regreso al trabajo de los mineros acompañados por las bandas de música con sus banderas y estandartes históricos.

Y lo que más me ha gustado es que, a pesar de estar referida a una huelga que supuso una derrota terrible del movimiento sindical ingles, del que aun no se han podido recuperar del todo, es una película vitalista, optimista, hasta divertida, que defiende que la lucha por los derechos sociales y civiles, mas allá de los resultados concretos siempre es mejor que aceptar pasivamente las imposiciones y que en cualquier caso la lucha siempre tiene resultados positivos incluso imprevistos, en este caso el que el movimiento sindical y el laborismo ingles aceptaran defender los derechos de los gays y lesbianas.

La credibilidad y cercanía de los personajes lo consiguen un puñado de excelentes actores, jóvenes y veteranos y un magnifico director, Matthew Warchus, que aunque tiene pocas películas en su haber, posee una larga trayectoria como director de teatro e incluso de opera y musicales, en Londres y en otras grandes ciudades inglesas y en Broadway.

Por cierto, la película, realizada en pleno gobierno de la derecha, cuenta con la financiación parcial de la BBC. Igualito que en España. Como si nuestra RTVE, controlada por el PP, cofinanciara, pongo por caso, una película sobre la huelga de Coca Cola o sobre las movilizaciones de la Federación de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FLGTB).


En definitiva una gran película, en mi opinión la mejor en muchos meses y que aun se esta a tiempo de ver en los cines