Si de algo han dado ejemplo los
sindicatos de clase en España, es de responsabilidad en materia de
reivindicaciones salariales. Es evidente que el salario, con sus diversos
componentes, es el eje de la negociación entre trabajadores y empresarios, lo
ha sido toda la vida y lo seguirá siendo. Pero los sindicatos han sido
conscientes siempre de que solo hay algo más importante que la mejora salarial,
como es el mantenimiento del empleo.
Por ello, ya en los Pactos de la Moncloa,
los sindicatos asumieron nada menos que perder poder adquisitivo, a cambio de
reducir la inflación y frenar la destrucción de puestos de trabajo. Más tarde
en los diversos procesos de reconversión de la industria de nuestro país, la
responsabilidad sindical de nuevo colocó el trabajo por delante del salario. Y otra
vez en la crisis económica de 1993 y en
la crisis que se inició en el año 2008.
Más aun, en el año 2012, en pleno
proceso de destrucción masiva de empleo, tanto en el sector público como en el
privado, los sindicatos firmaron con la patronal un Acuerdo marco de Negociación
colectiva, pensando en cómo la clase trabajadora podía arrimar el hombro para
sacar a toda las sociedad española de la crisis, en la que otros nos habían
metido. Acuerdo que, no olvidemos, no fue
siempre bien acogido por algunos sectores, tanto de CCOO como de UGT.
Pero a la vez que firmaban ese difícil y
controvertido Acuerdo, los sindicatos dijeron muy claro que en el futuro, sin recuperación
salarial (y lo mismo referente a las pensiones) no habría recuperación del
consumo interno y la salida de la crisis se retrasaría y sería mucho más débil
y precaria.
Ahora hemos dejado atrás la crisis, hay
crecimiento económico, hay creación de empleo (aunque mayoritariamente
precario), los medios de comunicación nos repiten un día sí y otro también lo
que están ganando determinadas empresas y empresarios, se esta recuperando el
mercado bursátil, están empezando a crecer los precios de la vivienda... Y la patronal,
como si nada hubiera cambiado, sigue apostando por la práctica congelación de
los salarios, escudándose en la caída de los precios en los últimos trimestres.
CEOE y CEPYME, tras varios meses de
negociaciones, siguen erre que erre en su negativa a subir moderadamente los
salarios. CCOO y UGT han marcado “líneas rojas” de lo que no se puede aceptar,
y hay que decir que de nuevo son exigencias mas que razonables y moderadas y
han advertido de que, sí la negociación
no se desbloquea, habrá que volver a convocar movilizaciones en los centros de
trabajo y en los sectores de producción.
Por cierto, que la patronal debería leer
ese informe que ha premiado nada menos que el Fondo Monetario Internacional, en
el que se dice que unos sindicatos fuertes y un sólido Estado de Bienestar
Social, son las condiciones de la estabilidad, prosperidad y cohesión de las
sociedades de nuestro tiempo.
Así las cosas, la papeleta para CCOO y UGT
no es nada fácil. Se encuentran en una compleja encrucijada, ya que un Acuerdo
con la Patronal, que no sea un salto cualitativo de cierta importancia con
respecto a lo anterior, se puede convertir de hecho en un “tope salarial” para las
empresas y sectores que les esta yendo bien y que pueden mejorar sensiblemente
sus salarios. Tope salarial de facto, al que se amarrarían como lapas los
empresarios afectados y que lógicamente no sería bien acogido por muchos
trabajadores de esas empresas y sectores. Como diría un castizo, ¡lo que nos
faltaba para dañar la credibilidad sindical!
Pero por otra parte, no podemos perder
de vista la realidad de nuestro país, con mas del 80% de empresas muy pequeñas,
pequeñas y medianas, con limitada implantación sindical, con escaso poder
negociador de sus representantes sindicales (donde existan) y con una irregular
extensión de la negociación colectiva. Todo ello facilitado por la terrible reforma
laboral del 2012, que atacó a fondo nuestro sistema de convenios colectivos.
Por tanto, sin la red de un Acuerdo Marco, millones de trabajadores se pueden
encontrar abocados a seguir con la actual precariedad salarial.
Me atrevo a señalar, inmiscuyéndome en
un tema verdaderamente complejo, que quizás
en una estrategia a medio y largo plazo de recuperación del poder sindical y
del movimiento obrero en España, sería mejor que no hubiera Acuerdo Marco,
salvo que se consiguieran unas condiciones muy favorables. En otras palabras,
caminar en un proceso que los clásicos llamarían de “acumulación de fuerzas”,
como se hizo en los últimos años 60 y primeros años 70 del siglo XX, (por
supuesto en un contexto muy diferente, pero del que algo podemos y debemos
aprender).
Es e vidente que ese proceso de recuperación
y acumulación paulatina de fuerzas requiere consolidar la presencia de los
sindicatos en los centros de trabajo, de diseñar movilizaciones muy medidas y
muy consensuadas con la máxima participación de los trabajadores en la toma de
decisiones, y seguramente mejorar y profundizar los mecanismo de unidad de acción
sindical entre CCOO y UGT y también, ¿por que no?, de otros pequeños
sindicatos.
En definitiva tomar cierta perspectiva,
porque al final y volvemos a la experiencia de décadas atrás, el empujón que
pueden dar las empresas y sectores mas movilizados, antes o después termina por
irradiar al conjunto del tejido empresarial, beneficiando a los trabajadores de
las PYMES y sectores con menor capacidad reivindicativa.
Insisto que no es una decisión fácil
para las direcciones sindicales, pero la cerrazón de CEOE y CEPYME y sus
nefastos efectos en la recuperación del consumo interno, pueden estar
demandando un giro en la estrategia
sindical, medido, pero firme. Habrá que esperar acontecimientos.