viernes, 27 de septiembre de 2013

FRANCISCO: UN PAPA REFORMISTA




El peso cuantitativo y cualitativo de la Iglesia Católica en el mundo de hoy es indudable, por ello a nadie le puede resultar indiferente quien sea su máximo representante, el Papa. No fue lo mismo Pío XII que Juan XXIII, ni Pablo VI que Juan Pablo II o Benedicto XVI que Francisco.

La Iglesia Católica tiene un gran pluralismo entre sus miembros y no podía ser de otra manera cuando hay varios cientos de millones de fieles. Cada país, cada tradición cultural, cada Conferencia episcopal, incluso cada orden religiosa tiene sus peculiaridades, algunas muy marcadas. Pero por encima de ese pluralismo, la influencia del Papa es decisiva.

Que la vertiente institucional del Catolicismo requería un profundo cambio para situarlo en mejores condiciones de cumplir su papel en el mundo del siglo XXI estaba fuera de duda y la mayoría de los cardenales del reciente conclave parece que lo tenían claro, al menos los de los continentes donde el Catolicismo tiene que relacionarse con la presencia de otras creencias de fuerte implantación. La elección de Francisco buscaba dar respuesta a esa perentoria necesidad.

Son pocos los meses que llevaban desempeñando sus funciones, pero resultan evidentes los aires de renovación que trae, en lo formal y también en cuestiones de fondo. Para empezar el nombre, tomando como referencia a uno de los impulsores de una propuesta de  renovación de la Iglesia Católica en la Edad Media, Francisco de Asís. Ese gesto se ha visto seguido rápidamente por numerosas actitudes en la más pura línea de aquel religioso, enlazando con los movimientos de la Iglesia de los Pobres que tanto arraigo tuvo en Iberoamérica y en otros lugares del Tercer Mundo en los años 60 y 70 del siglo XX.

Sus mensajes en relación a los efectos de la crisis económica, en contra de la intervención armada en Siria, a favor de los parados y de los emigrantes, de replantearse el papel de la mujer en la Iglesia Católica, abierto a tratar el celibato eclesiástico, el cambio de actitud sobre la obsesión con la homosexualidad, el divorcio,  el control de la natalidad o el aborto, su voluntad de poner orden en las finanzas vaticanas, son tremendamente esperanzadores. Y junto a ello la naturalidad y sencillez con la que se presenta a la gente, sus opiniones en la esfera privada, sus gustos y sentimientos, sus recuerdos de la infancia, su negativa a vivir en el Palacio Vaticana…nos presentan una personalidad cercana, normal.

Y la frase que mas ha llamado la atención a los medios, de que el nunca ha sido de derechas, quizás sea muy llamativa, pero tampoco hay que banalizarla o manipularla. En mi opinión lo que ha querido traslucir es que es un hombre anclado en la realidad del mundo actual y no una persona conservadora y tradicional.

¿Supone todo esto que el Papa es un revolucionario? ¿Un Papa de izquierdas, valga la expresión? ¿Un Papa que  va a dar la vuelta a la Iglesia Católica y transformarla en la Iglesia de la Teología de la Liberación? No lo creo. Francisco no ha sido ni es Ellacuria, ni Leonardo Boff, como no lo fueron dos Papas tan  renovadores como Juan XXIII y Pablo VI. Como decía antes, la Iglesia Católica es muy plural y pienso que Francisco no va a ser Helder Cámara pero mucho menos aun  Rouco Varela. En definitiva un Papa reformista, que no es poca cosa.

Además no le va a ser fácil a Francisco cambiar muchas dinámicas solidamente arraigadas en la Curia Vaticana y en bastantes Conferencias Episcopales. Los cambios requieren ideas claras, firmeza y decisión, pero también equipos y apoyos suficientes para realizarlas. Habrá que esperar a ver como navega por aguas turbulentas.  Que no le va a ser fácil lo reflejan muy bien las reacciones del anticlericalismo de extrema derecha, con groseros y zafios ataques, que dejan en mantillas las criticas de los anticlericales de extrema izquierda.

Y a todo esto, algunos lectores de este blog se preguntaran ¿y a este que es de izquierda que mas le da como sea el Papa, si no es católico? Pues es un error. Nos, va mucho. En el mundo y en España. Estoy convencido que la conjunción de Kennedy, Kruschev y Juan XXIII fue decisiva para evitar una Tercera Guerra Mundial en los primeros años de la década de los 60. No es lo mismo que desde Roma llegue una voz  clara y firme a favor de la paz, a favor de una salida solidaria frente a la crisis o a una redistribución de las riquezas, que un discurso ambiguo y abstracto.

Como tampoco es lo mismo en España generar una dinámica de tensión y enfrentamiento en materia educativa o de derechos individuales, que intentar buscar un dialogo sin prepotencias. Sinceramente prefiero mil veces a Tarancón o José María Cirarda  que a Rouco, o el anterior arzobispo de Sevilla, el franciscano Carlos Amigo, que al actual portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino.

Sí, Francisco puede ser una influencia positiva para los católicos y para los que no lo somos.


lunes, 23 de septiembre de 2013

PACTO PNV-PSE EN EL PAIS VASCO: UN EJEMPLO


Tengo buena opinión del actual Lendakari vasco, Iñigo Urkullu. Las tres o cuatro veces que le he oído me ha parecido un político con ideas claras, algunas de las cuales  no comparto, una persona seria, nada demagogo y muy normal. Patxi López, aunque a veces no le favorece un cierto tono chuleta, creo que es un político sólido, que ha ido madurando con su paso por el gobierno del País Vasco y que tiene claras raíces socialdemócratas.

Ambos políticos y sus partidos han sido capaces de ponerse de acuerdo en un pacto económico y social para impulsar la recuperación económica del País Vasco en los próximos años. Es una excelente noticia, en unos tiempos en los que abunda la bronca entre los grupos políticos y a la que no se le ha dado el relieve que sin duda tiene.

Es cierto que hay una larga tradición de colaboración entre el PNV y el Partido Socialista Vasco, que con sus más y sus menos se remonta a los años de la II Republica. También es verdad que al PNV se encuentra en minoría parlamentaria y necesitaba de manera clara reforzar su estabilidad gubernamental y con este Pacto se garantiza que durante el resto de la legislatura no tendrá sobresaltos importantes.

Aun y así es muy significativo que en este Pacto se acuerden medidas concretas que en algunos aspectos suponen forzar el ideario político del PNV hace una concepción mas progresista en materia fiscal o de intervención en la vida económica. En otras palabras es un acuerdo para hacer una política moderadamente socialdemócrata. También es relevante el compromiso de reformar el diseño político-administrativo de la Comunidad Autónoma, incluyendo el papel de las Diputaciones Forales, ¡casi nada!, lo que muy posiblemente genere fricciones importantes, por razones diametralmente opuestas, con Bildu y con el PP.

Tan importante o mas que el contenido, es el gesto político de que, en un momento en que el nacionalismo conservador catalán esta pisando el acelerador (mas allá de lo que pueda estar negociando por debajo de la mesa con el gobierno de Rajoy), el nacionalismo vasco decida ir por otro camino. El PNV salio muy escaldado de la etapa de nacionalismo exacerbado de Ibarretxe, que a la postre a quien más benefició fue a la izquierda abertzale. Urkullu, a diferencia de Artur Mas, no parece querer competir con su izquierda nacionalista y prefiere gobernar responsablemente y sacar al País Vasco de la crisis, también a diferencia de CIU que solo quiere reforzar los aspectos identitarios para camuflar su radical política de recortes neoliberales. Es una sabia opción la de Urkullu, que le va a permitir mantener un espacio centrista en el electorado vasco, marcando claras distancias con Bildu por un lado y el PP por otro.

Por su parte Patxi López ha hecho un ejercicio de responsabilidad política, pasando página a las duras críticas que recibió del PNV cuando él gobernaba, también en precario.

Este acuerdo político nos hace recordar el gobierno de coalición que mantuvieron los socialista y los nacionalistas vascos hace mas de 25 años, que si bien favoreció mas al PNV que al PSE, permitió la gobernanza y el avance en las políticas sociales del País Vasco, en una etapa  caracterizada por la brutales acometidas del terrorismo de ETA.

El Pacto PNV-PSE, que no supone ni un cheque en blanco al Gobierno Vasco ni dejar de lado la critica constructiva al conjunto de sus políticas y seguramente tendrá momentos de tensión en su aplicación, en todo caso debería ser un ejemplo a tener en cuenta como modelo de relación civilizada y democrática entre las fuerzas parlamentarias, algo muy lejos de la realidad que se respira en las Cortes Españolas.



viernes, 20 de septiembre de 2013

JUAN CARLOS SE AFERRA A LA CORONA COMO UNA LAPA


Tenía preparado un post para este fin de semana sobre el importante pacto PNV-PSOE en el País Vasco, pero la patética rueda de prensa del equipo medico ¿habitual? en el Palacio de Zarzuela, me ha provocado de manera irresistible.

Como la mayoría de la izquierda española no soy monárquico, pero siguiendo los sabios consejos de Santiago Carrillo, aceptamos la figura de Juan Carlos como rey constitucional e instrumento decisivo para llevar la transición a buen puerto. Y fue un acierto. Durante casi tres décadas, Juan Carlos cumplió su papel y su función, a pesar de elementos oscuros en su ámbito privado, del sorprendente crecimiento de su patrimonio, de algunas amistades peligrosas y  de ciertas  meteduras de pata. ¿Pero qué Jefe de Estado esta exento de esos agujeros negros? Así de pronto solo me viene al recuerdo Giorgio Napolitano, antiguo comunista, actual Presidente de Italia.

Sin embargo ¡que difícil resulta salir con dignidad del protagonismo publico! Juan Carlos en los últimos años acumula mas que suficientes razones de todo tipo para abdicar y además tiene un heredero que, dentro del estrecho margen que le han dejado, ha dado probadas muestras de preparación y sensatez. Pues nada, ahí tenemos a Juan Carlos aferrado como una lapa a la corona, en dura competición con la Reina Isabel II de Inglaterra, para ver quien tarda más en dejar reinar a su sucesor.

Lo que resulta inconcebible es que las personas monárquicas sensatas e influyentes, que sin duda las hay,  no le digan a Juan Carlos que así no puede seguir. Que dando traspiés físicos y políticos, cada día mas acartonado mentalmente, no puede seguir desempeñando con normalidad sus funciones constitucionales. ¿O es que el entorno de la Zarzuela, incluyendo la Reina ausente, quiere repetir con Juan Carlos el terrible espectáculo del declive físico y mental de Franco? ¿Quieren brindarnos las comparecencias del “equipo medico habitual”? Felipe de Borbón tendría que decirles a su padre y a su lejana y distante madre, que hasta aquí hemos llegado, como el propio Juan Carlos se lo dijo a su padre Juan de Borbón.

El agarrarse al cargo sería melodramáticamente patético y podríamos despacharlo con una frase “así son los Reyes” o más casera “así son los Borbones”. Pero la cosa no tiene ninguna gracia. Ya es evidente el desgaste, seguramente irreparable, de la persona de Juan Carlos, dilapidando el capital político acumulado, pero ese deterioro esta alcanzando a la institución monárquica y por si tuviéramos pocos problemas en España, la terquedad de Juan Carlos nos esta preparando un conflicto añadido, como es el amplio cuestionamiento de la monarquía.

¿Es bueno para nuestro país y para la izquierda que de una vez se termine con la monarquía y se de paso a la III Republica? Ya digo, soy republicano, pero no ingenuo y posiblemente el presidente de la III Republica será una persona de la derecha, en el mejor de los casos de centro derecha y solo milagrosamente de centro izquierda. ¿Os imagináis a los madrileños con Alcaldesa, Presidente Autonómico, Presidente del Gobierno y Presidente de la Republica, todos del PP? Me voy a Chile con mi nieta.

¿Quiere esto decir que es preferible seguir con una institución tan obsoleta como la monarquía por temor a una Republica escorada a la derecha? Sinceramente no tengo una respuesta inequívoca. Pero entre Felipe de Borbón y José María Aznar no tengo la menor duda. Incluso tendría algunas dudas entre Felipe de Borbón y Felipe González.

No nos podemos quejar: crisis económica, corrupción, desprestigio de la clase política, de las instituciones, de la patronal  y de los sindicatos, crecimiento del independentismo en Cataluña y un Rey Lapa…..Menos mal que el Papa Francisco dice que el nunca ha sido de derechas y parece que es verdad (escribiré de esto la semana que viene).








martes, 17 de septiembre de 2013

VIOLETA SE FUE A CHILE


Han sido seis años, ocho meses y quince días disfrutando a Violeta. El domingo se fue a vivir a Chile con sus padres.

Siempre me han gustado mucho los niños. Mis dos hijos han sido lo mejor de mi vida y desde luego lo mas perdurable y lo que mas ha merecido la pena. Pero lo de la nieta es algo aparte. Desde el mismo momento de su nacimiento en que nos miraba sorprendida y curiosa con esos ojos tan grandes y tan bonitos. Aunque la gente y la medicina dice que los recién nacidos no ven nada, a sus abuelos les veía, seguro.

En estos años hemos ido de la mano compartiendo su descubrimiento de la vida. Los colores, los sonidos, las personas, los juguetes, los juegos, las comidas, los cuentos, las fotos, los saltos y los brincos en los sillones y en las camas, las pelis y los programas infantiles, a Micky y a Minnie, a Peter Pan y el Capitán Garfio,  a Heidi, Clarita y Pedro, a Hello Kitty, a Dora y su mono, recientemente a las Monsters Highs  y a Pou.

La hemos visto a aprender a andar, a comer, a subirse en el tiovivo, a dibujar, a hacer comiditas,  a vestir y desvestir a los muñecos, a patinar, a montar en bici, a trepar por los árboles, a nadar y a bucear, a bailar, a peinarse sus larguísimo pelo, a  usar el móvil y el ordenador, a cantar “Hola D.Pepito” y todo el repertorio de los Payasos de la Tele y también a Shakira. 

A los 60 años hemos vuelto a jugar a las tinieblas con toda la casa a oscuras y escondiéndonos debajo de las camas o detrás de un sofá (y lo que es peor, levantarse después), a montar un picnic playero en el cuarto de estar. Escalaba, como ella decía, al abuelo subiéndose por encima de mis  hombros y luego me chupaba la calva, muerta de risa mientras me llenaba de babas. Hacia tortilla de patatas, bizcocho, y otras muchas comidas con  la abuela. Este verano hemos visto seis o siete veces “Hotel Transilvania” y hace cuatro veranos todas las mañanas tocaba “Peter Pan”. La hemos comprado todo tipo de chuches y gominolas, ha comido lo que mas le gustaba, solo hemos sido estrictos, dentro de un orden, en las horas de dormir. En los últimos días hemos hecho un maratón de pelis: “Los Pitufos 2”, “Gru” y “Epic”…..  

Nos ha hecho muy felices.

A pesar del skype, ahora será muy duro no estar con ella. Como la inolvidable canción de ”My Fair Lady”, que cantaba Rex Harrison cuando empezó a echar de menos a Audrey Hepburn, “I´ve grown accustomed to her face”, nos hemos acostumbrado a ver su cara, su sonrisa y su charla y la vamos a echar mucho de menos. Pero en cualquier caso no nos quitaran lo bailado que ha sido mucho y maravilloso.

Gracias Violetita.



jueves, 12 de septiembre de 2013

DESPUES DE LA DIADA: CONSTRUIR UN FUTURO DE ESPERANZA PARA CATALUÑA Y ESPAÑA




Que la Díada ha sido un éxito es algo evidente y sobre todo esperable. La dinámica abierta en Cataluña hace dos años, esta muy enraizada y  no parece que vaya a cambiar. La cuestión es qué hacemos los demás ante esa realidad de que una parte muy importante de la ciudadanía catalana es favorable a la independencia, con todos los matices que se quiera, pero independencia y no por capricho sino porque no ven un futuro esperanzador dentro de España.

El gobierno de Rajoy, como en tantas otras cosas, esta a la espera. Cree que las fuerzas conservadoras catalanas y en especial los grandes empresarios terminaran por reaccionar y le pararan los pies a Artur Más. Y para ayudar un poco, el PP le esta poniendo las cosas difíciles financieramente al gobierno de CIU, que sigue recortando y recortando las políticas sociales, a ver si el descontento social obliga a Mas a dialogar con el PP.

Y la izquierda no sabemos muy bien que hacer, así de claro. El PSOE, que antes del verano presentó una propuesta de un modelo federal para España, que podría ser una base de negociación muy sensata, sin embargo se encuentra con el culo al aire por la inconsistente situación del Partido Socialista de Cataluña (dividido, sin iniciativa política, con una parte de sus dirigentes históricos en desbandada o pasándose a las filas nacionalistas, otros dirigentes  imputados en diversos escándalos o, como el caso de Narcis Serra, dando un malísimo ejemplo de corruptela).

IU tampoco esta cómoda. Cayo Lara, acallando a sus bases y dirigentes mas centralistas, apoyó hace unos meses la propuesta de la consulta para decidir y ha intentado no despegarse de forma visible de Iniciativa per Cataluña-Els Verds. Sin embargo la deriva cada vez mas independentista que estos están adquiriendo, acomplejados por ERC, hace difícil seguirles por ese camino.

La verdad es que no lo tenemos fácil.

La movilización social a favor del derecho a decidir y los que además apuestan por la independencia, reflejan un amplio y profundo sentimiento de frustración, agudizado por la crisis económica y no perciben desde el conjunto de España señales de querer buscar una solución compartida. Y tienen sus razones. Los mensajes que les llegan van desde el boicot a los productos catalanes a considerarles insolidarios, peseteros…Muy pocos o ninguno lo son en clave positiva.

Por mi parte, como viejo marxista, no soy nacionalista, en todo caso internacionalista o mejor dicho “globalizador”. Miguel de Unamuno, personalidad muy especial y muy centralista, dijo hace mucho “que el nacionalismo se cura viajando” y no voy a decir que estoy de acuerdo con el, pero la primera vez que CCOO me envio a una reunión de trabajo en un Comité de la Unión Europea en Bruselas, se me cayeron para siempre bastantes esquemas y me descubrieron que se estaba construyendo otro mundo, en el que los tradicionales estados-nación iban a tener cada vez menos  espacio.

Pero el que consideremos el nacionalismo un sentimiento propio del mundo del siglo XIX y ajeno a los retos del mundo del siglo XXI, no arregla las cosas. Sobre todo cuando una parte de la población se considera históricamente maltratada o despreciada y sus señas de identidad perseguidas o ninguneadas y motivos haberlos, haylos.

Por eso la izquierda tenemos que andar por el filo de la navaja. Respetar al máximo el sentimiento nacional de cada pueblo, reconocer su pleno derecho a decidir y en su caso a la independencia, y a la vez poner de manifiesto las limitaciones que tiene la opción nacionalista en nuestro tiempo.

Ese debe ser nuestro terreno de juego. Combatir políticamente la utilización oportunista del sentimiento nacional en beneficio de los intereses de poder de los  grupos políticos y económicos dominantes. Las clases trabajadoras, las clases medias, nunca han sido objeto de preocupación de las políticas de los gobernantes nacionalistas. Artur Mas es tan neoliberal como Esperanza Aguirre, aunque sea mucho mas educado y refinado. El Consejero de Finanzas de la Generalitat no se diferencia de Montoro ni la de Sanidad de Ana Mato, ni el de Enseñanza de Wert. Son los mismos, con distintas banderas.

Los trabajadores y las clases medias catalanas en una Cataluña independiente, en el caso de que entraran en la Unión Europea (que antes o después lo harían), pintarían mucho menos que ahora y estarían mucho mas solos para defender sus intereses.

El debate que deberíamos intentar abrir en Cataluña es qué futuro podemos construir juntos los trabajadores españoles y catalanes, las clases medias catalanas y españolas. No es debatir sobre cuestiones abstractas de legalidad o legitimidad. Sino de qué  modelo de sociedad queremos, de cómo lograr la mejor  integración en Europa, de cómo potenciar de manera conjunta las posibilidades económicas, sociales, educativas, investigadoras, culturales, etc. de España y Cataluña, de qué empleo podemos crear para los jóvenes parados catalanes y españoles.

Ese es el marco en el que desde el respeto a la diversidad podemos conseguir  una vía de encuentro. Y ese debate lo tiene que protagonizar la izquierda española y la izquierda catalana. No podemos dejárselo a Mas y a Rajoy, porque o nos llevan a un callejón sin salida y de ruptura irreversible o nos llevan a un apaño de financiación  entre elites políticas y económicas a costa de los de siempre.

Estamos a tiempo de enderezar la situación, pero no nos equivoquemos, el objetivo no es “conseguir llevar a los díscolos catalanes al redil español”, el objetivo es un pacto para construir un futuro de prosperidad, justicia social y bienestar social, de respeto a la diversidad cultural, en que la nos sintamos cómodos conviviendo en un mismo Estado los Catalanes y el conjunto de los Españoles.

martes, 10 de septiembre de 2013

EL GOLPE MILITAR CONTRA SALVALDOR ALLENDE EN LA IZQUIERDA ESPAÑOLA




Al mediodía del  6 de septiembre de 1970, en la piscina Murta de Xativa, apurando ya el final de las vacaciones, estábamos mis amigos Jesús Fernández de la Vega, Javier García Fernández (Panfle) que pasaba unos días en mi casa, Inés Sifre, mi hermana Elisa y yo y no estoy seguro si también Carmina Amorós y Ricardo Reig.  Nos encontrábamos pletóricos por el triunfo de la candidatura de la Unidad Popular y de Salvador Allende en Chile, que acababa de confirmarse  esa misma mañana. Pero Jesús nos echo un jarro de agua fría, cuando con ese tono sarcástico que le caracterizaba, dijo “no le dejaran gobernar y antes o después le echarán con un golpe de estado”. La verdad es que no le quisimos creer. Chile era distinto: el ejercito era constitucional, la Democracia Cristiana era moderadamente progresista, había ya unas clases medias, el Partido Comunista era muy responsable y poco dado a las aventuras…

En aquel momento Jesús, Javier, Elisa y yo, nos habíamos alejado de las posiciones izquierdistas  y trotskistas que habíamos mantenido hasta hacia poco y estábamos ya en la orbita del PCE y la cuestión de la vía democrática al socialismo andaba en el centro de nuestras discusiones.

Tres años después seguimos con terrible angustia el golpe. En la sala de espera de nuestro Despacho Laboralista de Españoleto 13 llenamos el tablón de anuncios de recortes de prensa. Al terminar la consulta del miércoles 12 de septiembre y ante la depresión general, Javier Sauquillo nos animaba diciendo “no os preocupéis el General Prats al frente de unidades leales y con el apoyo de columnas de trabajadores armados se dirige a sofocar la rebelión y en cuestión de horas se habrá acabado”. Todos quisimos creerle.

La verdad es que con el golpe militar y la muerte de Allende se abrió entre nosotros un fuerte debate. Como sucedió también en numerosos sectores de la izquierda. Hubo quienes se reafirmaron en sus posiciones de izquierdismo radical: “no había nada que hacer con la vía democrática al socialismo, sí en Chile donde había las mejores condiciones no ha sido posible, es que no es posible en ninguna parte”. Otros iniciamos una lenta y sin duda traumática reflexión, estimulada y a veces asustada por los debates y propuestas de Berlinguer y el Partido Comunista Italiano. que alumbraban el “compromiso histórico” en Italia y con carácter mas general el “eurocomunismo”.

Para la izquierda comunista no era fácil asumir las ideas de Berlinguer de ofrecer un pacto estratégico a la democracia cristiana, o dicho de otra forma “al centro derecha”, después de la actitud de Frei y de la mayoría de la dirección Demócrata Cristiana en Chile, estimulando o al menos aceptando el golpe militar. ¿Y con esa gente había que caminar en un proyecto estratégico de futuro? A pesar de los pesares, a pesar de que Berlinguer murió sin lograr la plasmación de ese “compromiso histórico”, al que se encargarían de herir de muerte las Brigadas Rojas y diversos servicios secretos con el asesinato de Aldo Moro y “la estrategia de la tensión” con el terrorismo de extrema derecha, el dirigente comunista italiano tenia toda la razón.

Sin una amplia mayoría política y social no se podían abordar reformas en profundidad para ir paulatinamente transformando la sociedad capitalista. Ganar las elecciones era necesario  pero no suficiente. Había que trazar amplias alianzas. Es lo que no se consiguió en España con la II Republica y lo que no logró Allende con el Gobierno de la Unidad Popular.

Con una sociedad partida por la mitad no es posible cambiar en profundidad las condiciones económicas y sociales de un país. Sin los ejemplos, que no conoció, de la guerra civil española ni del golpe chileno, Antonio Gramsci en la cárcel lo vislumbró claramente: había que conseguir la hegemonía social para el cambio y ello no fue posible ni en España ni en Chile.

Como Azaña en España, Allende en Chile no logró controlar los tirones de los sectores mas radicales del Partido Socialista y del MIR, no valoró suficientemente los efectos en las clases medias del deterioro del orden publico o de algunas huelgas (fomentadas al igual que en la España de 1936 por sectores extremistas de la derecha y de la izquierda), tardó mucho en convencerse que los altos mandos del ejercito se estaban pasando mayoritariamente al golpe y en definitiva no logro arrancar de la dinámica golpista a un sector de la Democracia Cristiana que hubiera sido decisivo para consolidar la situación política y contrarrestar la desestabilización fomentada por Nixon y Kissinger . Desde luego es mas fácil analizar las cosas a tiempo pasado, pero desgraciadamente el gobierno de la Unidad Popular, como el de Manuel Azaña tenia demasiados y poderosos enemigos y muy pocos amigos.

El golpe militar fue una sacudida tremenda para todos nosotros. Y por otra parte ¿quien me iba a decir aquella mañana en la piscina de Xativa, que 40 años después mi hijo Javier iba a hacer su tesis doctoral sobre la represión militar a las mujeres chilenas, que tendría una nieta medio chilena y que terminarían por irse a Chile porque en España no conseguía trabajo?  
  

 

viernes, 6 de septiembre de 2013

INTERVENCION EN SIRIA: ES TIEMPO DE POLITICA, NO DE MISILES





Teníamos la confianza de que Obama por razones de pragmatismo político y por sus propios principios ideológicos, había aprendido de la historia de su país y de los gobiernos que le habían antecedido, de que las intervenciones militares de Estados Unidos, en solitario o con el apoyo de una parte de sus aliados, tenían consecuencias catastróficas. Pues parece que no.

Es cierto que la capacidad de actuación de un Presidente norteamericano es limitada, más aun con un Senado y una Cámara de Representantes en las que no tiene una cómoda mayoría. (Estoy viendo en estos meses la antigua Serie de TV, “El Ala Oeste de la Casa Blanca”, con la que estoy disfrutando mucho y aprendiendo más). El General Eisenhower, que no fue precisamente un Presidente progresista y que conocía bien los entresijos del poder militar de su país, al dejar la presidencia reconoció el inmenso poder del establishment económico-militar y en especial de la industria militar norteamericana, que dejaba a los gobiernos sin apenas margen de maniobra. Y ahí siguen marcando pautas.

No voy a caer en el simplismo demagógico y por ello tengo que  reconocer que Obama lo tiene difícil ante la situación de Siria y en general de todo el Oriente Medio: es un terrible polvorín que han ido construyendo ladrillo a ladrillo la política exterior de Estados Unidos, pero también de Gran Bretaña y Francia, desde hace demasiadas décadas. 

Ha sido un respaldo sin limites a las políticas generalmente expansionistas de la mayoría de los gobiernos de Israel; ha habido un apoyo interesado y continuo a las dictaduras de los países árabes con reservas petrolíferas, aun sabiendo que una parte de ellas financia al extremismo islámico; se ha mantenido una sistemática oposición, cuando no desestabilización, de los escasos intentos de cambio protagonizados por regimenes nacionalistas, laicos y genéricamente progresistas; se ha dado carta blanca y apoyo logístico a grupos étnicos, religiosos o políticos que por “ser enemigos de mis enemigos” en un momento venía bien, y después se han revuelto contra sus coyunturales benefactores. En definitiva, no ha habido una estrategia coherente para ir solucionando los complejos problemas de Oriente Medio con una perspectiva a medio plazo. Y ahora no es fácil cambiar esa dinámica.

¿Por donde empezar a romper esa espesa tela de araña? ¿A desmontar esa red de intereses económicos, políticos y militares, a menudo contradictorios entre si?  Desgraciadamente yo no tengo la solución, pero lo que el sentido común me dice es que lo peor de todo es volver a repetir los mismos errores del pasado, a tropezar por enésima vez en la misma piedra.

Me ha llamado la atención que una persona tan poco sospechosa de izquierdismo proárabe o de tener un tinte antiimperialista como Javier Solana, no olvidemos que ha sido el máximo responsable político de la OTAN, lleve publicados dos interesantes artículos en El País oponiéndose a la intervención militar en Siria.

Por el contrario es el colmo del oportunismo que una parte de la oposición a la intervención militar provenga de la derecha republicana y de la derecha francesa, en clave meramente táctica de no dar soluciones y desgastar a sus respectivos gobiernos progresistas.

Es posible que la madeja se pudiera ir desenredando poco a poco, intentando resolver el conflicto israelí-palestino, trazándose el objetivo de volver en el plazo de unos años a las fronteras existentes en 1967, con el mutuo reconocimiento como Estados con derecho a la existencia de Israel y Palestina. Israelíes y Palestinos deberían recuperar los Acuerdos de Oslo de 1993 y a partir de ahí avanzar en esa estrategia de vuelta al 67, con fronteras consolidadas, reconocimiento político y sin acciones terroristas. Estados Unidos y la Unión Europea (que en esta estrategia pacificadora contarían con el apoyo de Rusia y China), tienen suficientes instrumentos de presión política y económica para que Israel, incluidos sus halcones, y Palestina, incluidos sus halcones, entraran en razón, pero eso sí, hay que imponerse y a la postre es mas fácil lanzar misiles que ponerse firmes ante  los gobiernos de la derecha israelí, de Al Fatah y de Hamas.  

Sí hubiera una perspectiva de reconducción a medio plazo del conflicto palestino-israelí, se podrían ir desactivando paulatinamente las tendencias extremistas de Irán y el arraigo popular de facciones radicales del mundo islámico, lo que también contribuiría a ir pacificando poco a poco Irak, Pakistán y Afganistán.

Pero la guerra civil Siria también tiene que ver con la tolerancia ante el golpe militar en Egipto (repetición del trágico error del golpe militar en Argelia en 1991, permitido por Occidente, que dio lugar a una larga y sangrienta guerra civil) o la permisividad escandalosa con las dictaduras petrolíferas, aparentemente amigas, de la península arábiga.  

En ese marco de cambiar la dinámica, se podría abrir un proceso negociador en Siria, en el que Rusia y China forzaran al gobierno sirio y Estados Unidos y la Unión Europea a los diversos grupos de la oposición armada a un alto el fuego e inicio de un proceso de pacificación compartida.

En otras palabras, es tiempo de política, no de misiles. Ni siquiera sirve la propuesta de Obama de intervención limitada en el tiempo, en los objetivos y en la intensidad; ese tipo de intervenciones, sabemos donde empiezan, (Vietnam, Irak, Afganistán…) pero no donde acaban. Eso sí, hay que hacer política activa, no de meras declaraciones, con visión a medio y largo plazo, empezando con un acuerdo del G20, para citar  con urgencia y llamando al orden a Netanyahu, a la Autoridad Palestina y a Hamas y por otra parte, pero a la vez, al Presidente de Siria y los responsables, si los encuentran, de las guerrillas sirias.    

Esperemos que Obama no vuelva a tropezar en la misma piedra que sus antecesores. Se juega su paso a la historia y la legitimidad del Premio Nobel que tan prematuramente recibió.

martes, 3 de septiembre de 2013

LA TRANSICION DEMOCRATICA Y LAS MAYORIAS POLITICAS EN ESPAÑA






Este verano se han seguido publicando artículos diversos, algunos de personas muy respetables, que siguen cuestionando en profundidad nuestra Transición democrática.  A veces tengo la impresión de que cuanto más crispados y frustrados  nos sentimos por la situación política, económica y social de nuestro país, buscamos con mayor ahínco las causas en las concesiones que al parecer la izquierda y el centro izquierda hicimos en el proceso de democratización de España.

Un mensaje subliminal al respecto se puede resumir en que en 1977 pudimos hacer un cambio en profundidad y sin embargo nos quedamos a medio camino por las vacilaciones y los excesivos pactos de las fuerzas progresistas. Esta relectura de la Transición podría quedarse en un mero debate teórico-histórico, si no fuera por las evidentes derivadas que tiene en como afrontar y salir de la situación actual.

Así que con permiso de la paciencia de los lectores de este blog, ahí va un post bastante mas largo de los ya habitualmente largos, que sirva para comenzar el nuevo curso político con ganas de polémica, ya que de antemano aviso que para algunos lectores no será  muy correcto políticamente.

Una parte de la izquierda española sigue anclada en una visión irreal de la sociedad de nuestro país y confunden sus opiniones y deseos con los del resto de la ciudadanía y este error de apreciación lleva a diseñar una política equivocada. En mi opinión ya va siendo hora de que toda la izquierda española asuma            que la mayoría de nuestro país no es de izquierdas, por supuesto que tampoco de derechas. Todos los estudios realizados en los últimos 30 años, sitúan la mayoría ideológica en un moderado centro-izquierda, algo que el PSOE supo perfectamente entender en 1977 y sobre todo en el año 1982, lo que le permitió arrasar en las urnas.

Esta realidad es una constante en la historia del siglo XX. Aunque hay una parte de la izquierda que parece tener alergia a estudiar en profundidad esa historia. Los de mi generación, cuando éramos adolescentes, rechazábamos y con toda la razón, la lectura de la historia reciente que nos inculcaban en la enseñanza del franquismo y por eso aceptamos sin mas los análisis de trazo grueso que la izquierda tradicional hacia de los dos primeros tercios del siglo XX. En cuanto a los jóvenes nacidos y educados en la democracia, se les ha enseñado, poco, poquísimo, casi nada, de la historia del Siglo XX. Y unos se han quedado anclados en referencias simplistas y otros en el más puro desconocimiento.

Afortunadamente en los últimos años excelentes historiadores han profundizado en ese dramático  siglo XX español. ¿Y que nos dicen? Que la sociedad española ha estado siempre partida casi por la mitad en dos grandes bloques, uno progresista y otro conservador, con fuerza muy equivalente.

Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, a pesar del triunfo republicano en las grandes ciudades, no supuso en la totalidad de los votos una clara mayoría republicana. Es evidente que en los pueblos había unas redes caciquiles mucho mas dificiles de evitar que en las ciudades, pero aun y así, la mayoría de los españoles (las españolas no podían votar) no se pronunció a favor de la Republica. Sí en cambio en las siguientes elecciones constituyentes, en las que el bloque republicano estrechamente unido ganó claramente, frente a una derecha desunida y desmoralizada tras la huida de Alfonso XIII. En las elecciones de 1933, pasó lo contrario, la derecha fue unida y los republicanos desunidos. Ganó la derecha, pero no por goleada, aunque el sistema electoral premió a las candidaturas unitarias de la CEDA. En febrero de 1936, el Frente Popular, recuperando la unidad republicana y con el voto anarquista, ganó, pero igualmente no por goleada, sino con unos resultados  bastante ajustados, beneficiándose de nuevo de un sistema electoral favorable a las listas unitarias.

En cuanto a la guerra civil, tema todavía tabú donde los haya, dejando muy claro el desequilibrio militar entre la España republicana y la franquista, la enorme diferencia de ayudas internacionales económicas, políticas y militares, de quienes defendían la legalidad y quienes se alzaron contra ella, lo cierto, nos guste o no, es que la derecha que se alzó tenia amplias y sólidas bases sociales, que se fueron incrementando a lo largo de la guerra, muy en especial  por la tremebunda persecución religiosa que sectores de la izquierda realizaron, echando en los brazos de Franco a una parte de la burguesía republicana, que defendían la legalidad pero que eran católicos.

Y tampoco una parte de la izquierda ha sido capaz de analizar con rigor los efectos, por un lado  de 40 años de propaganda franquista y por otro del crecimiento económico de los años 60 y 70, que permitió el surgimiento de unas nuevas clases medias, que si bien podían estar a favor de la democracia no compartían una concepción progresista o de izquierdas.

Por ultimo, un sector de la izquierda, ante la terrible realidad del ocultamiento de la represión franquista durante la guerra y durante una larguísima posguerra, aplastados por la perdida de la Memoria Histórica en la represión de los republicanos, no han valorado los efectos que la represión republicana, por supuesto muy diferente cuantitativa y cualitativamente a la franquista, pero represión al fin y al cabo, ha causado en la memoria de cientos de miles de familias de la derecha y centro derecha de nuestro país que la sufrieron y han transmitido de padres a hijos.

Los muy limitados resultados del PCE en 1977, tras una heroica resistencia durante tres décadas y una inteligente política en los años 70 que le permitió impulsar y protagonizar las movilizaciones sociales y las alianzas políticas por la democracia, tienen mucho que ver con el anticomunismo feroz de 40 años de dictadura, pero también con la imagen de que una parte de sus candidatos comunistas venían de la guerra civil. Fue injusto con un partido, que a pesar de sus errores indudables, fue el que junto con Azaña y Negrin más y mejor trabajó por la defensa de la legalidad y del orden público y por organizar un ejército en condiciones; pero así son las cosas.

Por tanto, por mucho que algunos quisiéramos, en 1977 no era  posible “darle la vuelta a la tortilla”. Ni la derecha ni la izquierda podíamos imponer nuestros objetivos a la otra parte. Lo único posible era llegar a un pacto y eso es lo que hicimos. Un pacto, que dicho sea sin triunfalismos, a la postre recogió muchos mas reivindicaciones de la izquierda que de la derecha: construcción autonómica, igualdad de genero,  derechos civiles, supeditación del ejercito al poder político, estado de bienestar y un largo etc. La Constitución de 1978 no solo es mucha mas progresista que la de 1931, sino que es de las mas progresistas del mundo.

Un pacto realista, con concesiones, p.e. a la Monarquía o a la Iglesia Católica, pero con avances impensables  a principios de los años 70. Desvalorizar esa transición, no solo es injusto y poco riguroso, sino también una forma masoquista de enjuiciar la gran capacidad que tuvo la izquierda para convencer a la derecha de que aprobase la Constitución.

Cuestión bien distinta es que después una parte de la izquierda, los socialistas, no haya aprovechado sus muchos años de gobierno para hacer mas y mejores cambios y la otra parte de la izquierda, los de raíz comunista, no haya sido capaz de convencer a una parte mayor del electorado para que les dieran su apoyo y su voto.

Ahora podríamos estar a punto de cometer el mismo error de apreciación que cometimos los comunistas en 1977, cuando veíamos nuestros mítines a rebosar y pensábamos que íbamos a conseguir tantos o más diputados que un PSOE desaparecido durante largo tiempo. Podemos hacernos la ilusión de que España se ha vuelto anti PP, la derecha se ha desmoronado y la izquierda alternativa va a arrasar en las urnas. No, la inmensa base social de la derecha esta ahí y no va a desaparecer por muchas manifestaciones que les hagamos, un fin de semana sí y otro también. Lo más que podemos conseguir es atraer a los sectores más centristas, como hizo el PSOE en 1982, a la vez que tiramos de los abstencionistas de izquierda.

Tenemos que aprender de nuestra historia. Las izquierdas han triunfado electoralmente cuando ha logrado atraer al centro y a los abstencionistas. No se trata de descafeinar nuestras propuestas de transformación para atraer a una parte del centro. Se trata de ganar la batalla de las ideas y convencerles de que nuestras propuestas y nuestras candidaturas son la mejor garantía de progreso cívico y bienestar social

Esta no es la hora del triunfalismo, sino de diseñar una estrategia realista, unitaria, ilusionante. Y esto pasa, también, por reivindicar y hacer nuestro el legado de la Transición que tanto cambio nuestro país para mejor. Tendría gracia que ahora fuera la derecha la que se apropiara en exclusiva de la Constitución y fuera una parte de la izquierda la que renunciara a ella. Mayor error político no podríamos cometer.