sábado, 31 de octubre de 2015

JAZZ Y FOTOGRAFIA EN EL CIRCULO DE BELLAS ARTES



La fotografía, ¡en blanco y negro por supuesto!, ha tenido desde los años 20 del siglo pasado una potente fuente de inspiración en los músicos de jazz. Tiempo después, los lps de la década de los 50 y 60 incluían en sus portadas y contraportadas formidables fotografías que los convertían en autenticas obras de arte y ello sin hablar de la maravillosa música que contenían. 

Ese encuentro entre el jazz y la fotografía ha quedado reflejado en libros y catálogos que de vez en cuando tenemos la ocasión de encontrar en librerías e incluso en los Vips. Ahora el Circulo de Bellas Artes de Madrid presenta una fantástica exposición de fotografías y también de acuarelas. Desde los iniciales conjuntos de King Oliver y Louis Armstrong hasta Miles Davis y Chet Baker (cuando aun  no había sido arrasado por la droga) pasando por John Coltrane (con unas expresiones impactantes), Billie Holiday, Thelonius Monk, Gerry Mulligan, Lester Young, Coleman Hawkins, Duke Ellington.....No están todos los que fueron, pero todos los que están fueron figuras decisivas en el jazz de la mitad del siglo XX. La exposición esta organizada por instrumentistas, piano, saxo, trompetas, contrabajo, batería, por interpretes vocales; hay además fotos de solistas y conjuntos, de locales y barrios donde surgió y se interpretaba el jazz, de gente bailando....Las fotos muestran la concentración, el esfuerzo, pero también la alegría y la diversión de los músicos. 

Una exposición recomendable al máximo para todos las personas  amantes del jazz, de la música, de la fotografía. Solo hay una pega, por razones inexplicables el contenido de cada foto no esta al lado de la foto sino agrupadas en bloques, lo que resulta realmente incomodo para ir siguiéndolas. Pero bueno, como le decían a Jack Lemmon al final de "Con faldas y a lo loco", "Nadie es perfecto".

Ah! y después de ver la exposición, podéis subir a la terraza del Circulo a disfrutar unas maravillosas vistas de Madrid tomando una cerveza.

jueves, 29 de octubre de 2015

QUERER LA UNIDAD DE ESPAÑA, LUCHAR POR LA UNIDAD Y LA COHESION SOCIAL

Ahora casi todos se proclaman defensores de la unidad de España. Muy bien. Pero como dice el refrán "obras son amores y no buenas razones". Hace diez años los independentistas se situaban en torno al 20% de la población de Cataluña. De su crecimiento exponencial algunos tienen claras responsabilidades, por sus torpezas políticas cuando estaban en la oposición y su parálisis suicida cuando han estado gobernando en estos últimos años. La derecha no ha sido capaz de defender la unidad de España, todo lo contrario,  los hechos son elocuentes al respecto. Trabajar por la unidad y la cohesión social de España no es llenarse la boca de frases altisonantes o tocar arrebato cuando crece el tsunami. Es tener voluntad política  para sentarse a escuchar, a hablar y a negociar; para buscar medidas concretas que lo mas seguro es que no habrían satisfecho a los sectores mas radicalizados, pero que hubieran podido reconducir la situación para que sus apoyos hubieran regresado al 20% o menos. Ahora todo es mas difícil. Menos mal que Rajoy no esta por la labor de precipitarse en adoptar medidas drásticas, pero eso no es suficiente. Tiene que mandar, con el apoyo del arco parlamentario, una propuesta de dialogo institucional, de reforma parcial de la Constitución. El tiempo va muy deprisa y no se puede esperar mucho más. Sabiendo que acertar en la distensión en Cataluña puede ser muy útil para evitar que en los próximo meses se abra otro conflicto en el País Vasco.La izquierda debería abanderar la defensa de la unidad libremente asumida de los pueblos de España y también, no lo olvidemos, de su cohesión y progreso social, con propuestas claras, como las que han apuntado el PSOE e incluso con mas timidez PODEMOS. 

miércoles, 21 de octubre de 2015

CRECIMIENTO ECONOMICO Y REDISTRIBUCION SOCIAL: UNA FALSA DISYUNTIVA




El, por muchas razones, interesante y oportuno debate entre Albert Rivera y Pablo Iglesias en la 6ª, trató uno de los temas centrales en la divergencia entre las posiciones tradicionalmente socialdemócratas y las liberales: la relación entre crecimiento económico y redistribución social. Fue una lastima que Iglesias se encerrara en cuestiones genéricas y no supiera rebatir los argumentos liberales de Rivera, expuestos con apabullante seguridad.

Es cierto que la miseria no da pie para redistribuir. Y también es verdad que quedarse en la mera redistribución de lo existente sin crecimiento económico, se parece mucho a ese dicho de “pan para hoy y hambre para mañana”. Pero esa es solo una parte y muy interesada y sesgada de la cuestión.  Y para no caer en generalidades, vayamos a la experiencia de nuestro propio país.

En el periodo 1995 a 2007, tras una corta crisis económica en los tres años anteriores, España tuvo un impresionante y sostenido crecimiento económico. Cuando a principios de los años 90, los sindicatos y un sector de la izquierda planteábamos al gobierno del PSOE que aumentara la protección al desempleo, que asumiera los salarios sociales, que reconociera la atención a la dependencia o que ampliara la enseñanza obligatoria, la respuesta siempre fue la misma: en ese momento  no era oportuno ampliar el Estado de Bienestar sino favorecer el crecimiento económico y la salida de la crisis y después ya tendríamos ocasión del aumento del gasto social y de la redistribución.

Pues bien, llegó el crecimiento, un año, otro, otro y así hasta doce. Y nunca se veía el momento de ampliar el gasto social y mejorar la redistribución. Nunca había suficiente crecimiento. Lo dijeron los gobiernos de Aznar y el primero de Rodríguez Zapatero, siempre bajo la atenta mirada del correspondiente Gobernador del Banco de España.

Las consecuencias fueron muy claras: la desigualdad siguió creciendo en España; el riesgo de pobreza apenas se redujo y cientos de miles de familias siguieron en una situación de pobreza cronificada, transmitida de generación en generación; se relajó la política fiscal porque había ingresos procedentes del boom de la construcción; se retrasó y retrasó la aprobación del sistema de dependencia y cuando por fin entró en vigor, coincidió con el inicio de la nueva crisis, lo que conllevó una infradotación de medios presupuestarios, lastrando gravemente su desarrollo; tampoco se mejoró la cobertura del desempleo ni los salarios sociales, ni se garantizó la enseñanza publica de 0 a 3 años y encima aumentaron las diferencias entre unos territorios y otros de nuestro país.

Con una nueva crisis encima volvieron a decirnos que primero salir de la crisis y crecer y luego ya mejoraríamos la redistribución y mientras tanto cada día se incrementa más la desigualdad.

Así las cosas, estimado Albert Rivera, ¿cuándo tocará la redistribución? Como decía aquella expresión genial de la revista de humor en la transición, Hermano Lobo, “al año que viene si Dios quiere”.

Sabemos de sobra que combinar crecimiento económico y redistribución social no es fácil, pero en absoluto es imposible. Hay que evitar fugas de capitales, medidas desincentivadoras de la inversión, hacer una política fiscal razonablemente progresiva y disponiendo de medios adecuados para perseguir el fraude, seleccionar bien las prioridades de gasto social, ganar amplios aliados políticos y sociales, etc. Lo hicieron en el pasado y lo siguen haciendo, aunque con menor intensidad, países del Norte y Centro de Europa, con resultados satisfactorios tanto para el crecimiento como para la reducción de la desigualdad. Mas aún, esos estados que históricamente han combinado crecimiento y redistribución, son los que mejor han aguantado los efectos de la crisis.

Pondría un ejemplo casero, de alcance limitado, pero sin duda significativo. El programa de Turismo Social para las personas mayores del IMSERSO, que a finales de los años 80 puso en marcha el gobierno del PSOE a instancias de sus ministros socialdemócratas. El programa era y es una combinación de gasto público, cooperación con el sector empresarial y copago muy subvencionado de los usuarios.

Los resultados han sido magníficos. Creación y mantenimiento de decenas de miles de puestos de trabajo en el sector turístico en temporada baja; consolidación e impulso de numerosas iniciativas  relacionadas con el turismo en zonas con escasa actividad durante la mayor parte del año; bienestar para los millones de mayores que han participado en estos casi 30 años en el programa, muchos de los cuales jamás habían visto el mar, salido de su comarca, montado en un avión, ni se habían planteado remotamente hacer turismo; mayores que a su vez movilizaron sus ahorros inactivos para disfrutar de esa etapa de la vida. Todo ello por no hablar de otros efectos de cohesión social en las relaciones entre mayores de los distintos territorios de España o de la influencia en la mejora del estado de salud.

Además este programa de la Administración General del Estado ha tenido un impresionante efecto contagio en la inmensa mayoría de las Comunidades Autónomas y en muchos Ayuntamientos. La conclusión es evidente: la inversión pública en gasto social ha impulsado el crecimiento y la redistribución social, ha beneficiado a empresas, a trabajadores y a jubilados. En los años 90 se repitió la experiencia con el Programa de Termalismo Social también con excelentes resultados, aunque lógicamente a menor escala.

Hay que decir que los sindicatos en su inicio fuimos muy reticentes a estos programas, desconfiando de su utilización electoral (que por supuesto ha habido y hay), pero enseguida vimos sus enormes posibilidades y hoy somos grandes defensores.

Insisto, es un ejemplo concreto, limitado, pero que refleja la enorme interacción que puede haber entre el impulso al crecimiento económico como efecto de un gasto publico bien elegido y utilizado y la generación de solidaridad entre clases sociales, generaciones  y territorios.


Así que olvidemos de una vez ese falso escenario de primero crecer y luego redistribuir. Eso sí, hay que tener voluntad, decisión e inteligencia política para compatibilizar ambos objetivos.  

jueves, 15 de octubre de 2015

IZQUIERDA UNIDA, RECUPERACIÓN CONTRARRELOJ


Desde hacia bastantes meses lo sabíamos todos, todos menos algunos de los máximos dirigentes de IU. Pablo Iglesias y otros lideres de PODEMOS se habían hartado de decirlo con meridiana claridad, no querían un pacto electoral con IU bajo ningún concepto y además explicaban las razones, con bastante coherencia desde su punto de vista y siguiendo la estrategia que se habían marcado en la Asamblea de Vistalegre de octubre del 2014.

PODEMOS no quiere aparecer en la dinámica tradicional de izquierda/derecha, optando por la alternativa mas transversal de perjudicados y beneficiados por el sistema y por la crisis. Vincularse de una u otra forma con IU era situarse en el campo de la izquierda de toda la vida y no les falta razón. Lo anterior no excluía lograr la inclusión en sus listas de dirigentes y personalidades de IU o de su entorno, como era el caso de Garzón. Una operación impecable e inteligente desde sus propios intereses electorales.

Que en Madrid, Barcelona y otras grandes ciudades optaran por integrarse más o menos explícitamente en un amplio acuerdo electoral no era contradictorio y menos aún con cabezas de lista de prestigio y no integradas orgánicamente en la izquierda clásica, como es el caso de Manuela Carmena o Ada Colau.

Los buenas resultados de estas candidaturas y las negociaciones abiertas por PODEMOS en algunas Comunidades Autónomas como Cataluña o Galicia (en la que tenían débil implantación orgánica y la impronta del “pasado comunista” de ICV o de ANOVA estaba muy diluida o era inexistente), levantaron nuevas esperanzas en los sectores de IU que pretendían como fuera un acuerdo electoral.

No quisiera dudar de la buena fe de Garzón o de Cayo Lara. Estoy seguro que buscaban lo mejor para el avance de la izquierda transformadora, aunque supusiera un notable sacrificio para IU. Pero Pablo Iglesias y sus compañeros seguían mandando nítidos mensajes de que no querían un acuerdo electoral, sin embargo buena parte de la dirección de IU siguieron sin ver la evidencia, generando una desmovilización y una desmoralización creciente entre muchos de sus militantes, simpatizantes y votantes habituales.

Al margen de su buena voluntad, lo que estos dirigentes estaban transmitiendo implícitamente es que, ante el avance arrollador de PODEMOS, el barco de IU se hundía y había que salvar lo que buenamente se pudiera para bien de la izquierda. Hasta que PODEMOS les dio con la puerta en las narices de manera abrupta.

¿Y ahora que? Se han perdido meses decisivos, se ha dado una imagen de desconfianza en el proyecto y ni siquiera esta claro que se pueda capitalizar política y electoralmente esos deseos y esfuerzos de llegar a pactos unitarios en la izquierda alternativa. Pero no todo esta perdido, aun hay tiempo de salir a flote, como bien reflejan las encuestas que nos dicen que a pesar de los pesares hay al menos un 5% del electorado que contra viento y marea sigue apostando por IU.

El que haya posibilidades de recuperar algo el tiempo perdido, requiere no comentar mas errores, mandar mensajes claros y desde luego pacificar la organización, muy en especial en Madrid. Pero no parece que por el momento vayan por ahí las cosas.

La participación de una lista de Alberto Garzón en unas primarias en Madrid, de una hipotética coalición todavía no configurada, es más de lo mismo, seguir generando confusión sin aclarar cual es la propuesta de IU en el conjunto de España, que es de lo que van las elecciones del 20-D. Por su parte Izquierda Abierta y Gaspar Llamazares siguen encendiendo dos velas, una dentro de IU y otra haciendo propuestas externas hoy ya inviables con el Juez Garzón y otras personas independientes, añadiendo mas confusión si cabe. Por ultimo, IU de Madrid, los que fuimos disueltos y expulsados, deshoja la margarita sin saber que hacer y algunos tentados por una fuga hacia delante en forma de nueva organización. Con todos estos líos así no vamos a ninguna parte y desde luego nuestro potencial electorado y hasta militantes y simpatizantes, no sabe a que atenerse, o peor aun se debate entre la abstención, el voto en blanco o votar a PODEMOS, al PSOE e incluso algunos piensan en votar a CIUDADANOS.

Y a todo esto hay cientos de nuevos concejales de IU que están haciendo una meritoria labor de oposición a la derecha, de gobierno o de apoyo a gobiernos progresistas; trabajo que deberíamos rentabilizar políticamente.

Por otra parte el discurso político de miembros de la dirección federal de IU parece querer ocupar el supuesto espacio de PODEMOS en sus orígenes, asumiendo las consignas y propuestas mas radicales que Pablo Iglesias, con toda inteligencia, ha ido abandonando o silenciando. Algunos dirigentes de IU han dicho que dado que PODEMOS se ha desplazado hacia el centro-izquierda, es la ocasión de que IU ocupen sin complejos las posiciones mas radicales de la izquierda, olvidando que ese  espacio no tiene entidad, como todos sabemos desde junio de 1977 y en las sucesivas elecciones que ha habido en nuestro país. La radicalización y el antisocialismo primario de IU no llevan a ninguna parte. (Dicho sea de paso, deberían tomar buena nota de la posición de Syriza y Tsipras en Grecia)

En definitiva, la recuperación de IU requiere clarificar su identidad en el ámbito de España, definir un programa de gobierno de cambios políticos, económicos y sociales que pueda servir para la negociación posterior con el PSOE y con PODEMOS, poner en valor  el trabajo que están haciendo nuestros cargos públicos, amarrarse  a los sindicatos y a las organizaciones sociales solidarias y por supuesto solucionar la expulsión de Madrid, su principal organización, revirtiendo la misma.

Luchamos contrarreloj, pero aun estamos a tiempo.



jueves, 8 de octubre de 2015

CARITAS, LA POBREZA, LOS SINDICATOS Y RAJOY


Tras el verano hay montones de “alegres noticias”: los trenes de alta velocidad viajan a tope; se recupera la compra de coches y entre ellos los de gran cilindrada; las playas han estado abarrotadas; en las terrazas, que como setas han crecido en todas las calles de nuestro país, a veces es difícil encontrar mesas libres; cada vez hay mas adolescentes con móviles… ¡que bien! 

Sin embargo, una vez más, Caritas con sus informes viene a estropearnos el panorama. Peor aun, acaba de irrumpir en la campaña electoral, fastidiando los discursos triunfalistas de un gobierno y un partido que considera que el país ha dejado atrás la crisis o al menos lo peor de ella.

Es cierto que técnicamente hemos terminado con la recesión económica, es decir el decrecimiento económico; también es verdad que en las estadísticas se van sucediendo datos positivos de reducción del paro y de crecimiento del empleo. No se trata de negar esa evidencia, pero sí dejar al descubierto cuales son las consecuencias de siete años de profunda crisis, de nefastas reformas e intensos recortes.

Los datos de Caritas son demoledores: 4’3 millones de personas en situación de gran vulnerabilidad han sido atendidas por los trabajadores y voluntarios de la organización. El 53% son parejas con hijos; el 19’3% mujeres solas con hijos a cargo; el 73% ciudadanos españoles o de la Unión Europea, frente al 26’6% emigrantes de países del Tercer Mundo; el 59’2% han acudido antes a los Servicios Sociales públicos (y se entiende que no les han dado solución alguna); y en definitiva el 33’2% de las personas atendidas por Caritas están en situación de pobreza moderada y el 24’9% en pobreza severa y en relación a la exclusión social (algo mas diverso que la mera pobreza) se encontraban el 68’4%.

Pero quizás lo mas significativo son unos datos que quienes están en el movimiento sindical conocíamos desde hace tiempo y que Caritas resalta con rotundidad: el 53% de las personas atendidas viven en hogares donde uno de sus miembros trabaja y a la vez el 65’8% de los hogares tienen personas paradas, el 74’2% de las cuales llevan sin empleo mas de un año y por último, el 62% de las personas atendidas viven en barrios o zonas con buenas condiciones.

El Secretario General de Caritas, Sebastian Mora, al resumir el informe utilizaba una frase que parecía sacada de las intervenciones de los Secretarios Generales de CCOO y UGT: “ni siquiera el empleo es garantía frente al riesgo de pobreza”.

La explicación de esta realidad es muy evidente: el deterioro de las condiciones de trabajo y la caída de los salarios a lo largo de estos años de crisis ha sido de tal magnitud, que si bien todos los parados aspiran a tener empleo, buena parte de los empleos que se están creando son de una total precariedad y con unas bajísimas retribuciones. Esto ha sido el resultado de una reforma laboral que ha triturado la negociación colectiva, que ha pretendido expulsar por la vía de hecho a los sindicatos de los centros de trabajo e individualizar las relaciones laborales, como sucedía en el siglo XIX antes de que la clase obrera se organizara en sindicatos.

Quienes en estos años se han frotado las manos, o incluso siendo gente progresista han admitido acríticamente la demonización de los sindicatos, ya saben cuales son las consecuencias: unos sindicatos débiles, sin derechos y vituperados, son el camino más corto para extender los bajos salarios y las condiciones de trabajo precarias. Sin fuertes sindicatos, sin la anulación de la reforma laboral, sin el fortalecimiento de la negociación colectiva, que nadie espere que la pobreza vaya a retroceder sustancialmente en España.

Sí, posiblemente habrá menos parados y más empleo; con absoluta seguridad habrá mucha gente que gane mucho dinero; con total certeza muchísimas empresas seguirán incrementando sus beneficios; pero la desigualdad no se reducirá, incluso  crecerá todavía más.

Los sindicatos de clase de nuestro país sin duda hemos cometido errores, internos y externos, no siempre hemos reaccionado a tiempo y con la contundencia necesaria, pero sin el trabajo de decenas de miles de sindicalistas aun serían mucho peores las condiciones de trabajo de la sociedad española.

Habrá quien diga que ya se sabe que los de Caritas siempre exageran, o que el informe presentado corresponde al año 2014, y ahora las cosas van mucho mejor. La experiencia de las otras crisis, mucho más cortas y menos intensas, fue dejar en la cuneta a cientos de miles de personas, de familias. España ni en los años de mayor crecimiento bajo del 16%-18% su población en riesgo de pobreza y/o exclusión social. En esta ocasión las posibilidades de cronificación de la pobreza aun son mayores.

Por ello es imprescindible que haya un profundo cambio en las políticas económicas, fiscales y sociales. Las próximas elecciones generales tienen que ser la oportunidad para conseguirlo.

Hay que agradecer, otra vez, a Caritas que con total claridad y sin demagogia, haya recordado a la sociedad y a los políticos españoles, que es inadmisible una salida de la crisis a costa de un incremento o un mantenimiento de la desigualdad social.


  


jueves, 1 de octubre de 2015

LA SOLUCION, EN LAS ELECCIONES GENERALES






Las elecciones catalanas, a poco que hubiera algo  de sensatez, permitirían ganar tiempo para encontrar una vía de dialogo y acuerdos satisfactorios para la mayoría. Al no ser resultados rotundos en ningún sentido, debería evitar la toma de decisiones precipitadas, irreversibles y de alta conflictividad política, social, económica y legal.

El ejercicio de responsabilidad de la ciudadanía catalana, con una masiva participación en las urnas, demuestra que la gente se ha tomado en serio los retos que tienen por delante. Cosa bien distinta es la respuesta que han dado algunos de los principales dirigentes políticos implicados, que parecen incapaces de leer con un mínimo rigor los resultados. Y como si no hubiera pasado nada, se siguen acumulando errores por una y otra parte.

En mi opinión tal y como están las cosas, es difícil que pueda cambiar la dinámica de enfrentamientos hasta después de las elecciones generales y ello sí hay cambios sustanciales en las Cortes Españolas, algo que aun estar por ver.

Aunque no se pueden extrapolar los datos de Cataluña a los del resto de España, sí tenemos en cuenta las tendencias de los últimos procesos electorales y de los sondeos, el panorama no es excesivamente optimista para las fuerzas progresistas, las únicas que podrían superar la confrontación actual con una parte de la ciudadanía catalana.

El desgaste del PP es importante pero en las encuestas sigue siendo por ahora el primer partido en votos y diputados. La utilización del antinacionalismo le va a dar votos, al igual que la propaganda machacona sobre algunos datos de la recuperación económica. La clave va a estar por tanto en su capacidad para tejer alianzas con CIUDADANOS.

Albert Rivera es dinámico, listo y ambicioso, a veces recuerda al seductor Adolfo Suárez de 1976 y 1977, aunque tiene por delante la nada fácil tarea de construir un partido estatal en tiempo record. Hasta ahora ha sabido jugar muy bien sus cartas, apoyando sobre todo al PP, pero también al PSOE. Sus propuestas son lo suficientemente eclécticas para llegar a acuerdos con los dos partidos mayoritarios. Y no podemos echar en saco rato que se han convertido en segunda e incluso primera fuerza política en el cinturón industrial de Barcelona, que ha pasado del rojo al naranja a costa del PSC y de Iniciativa per Catalunya, algo que por cierto merecería una reflexión a fondo de estos dos partidos.
Parece evidente que Rivera no podrá apoyar a Rajoy, salvo que este hiciera concesiones muy significativas, pero si podría tener otra actitud con un PP mínimamente renovado, como se ha demostrado con Cristina Cifuentes o podría resultar con Alberto Núñez Feijo, el líder gallego del PP o Soraya Saiz de Santamaría. No sería extraño que el empuje de CIUDADANOS pueda ser un acicate para esa renovación moderada del PP.

En definitiva tras las elecciones generales no hay que descartar ni mucho menos un pacto de centro derecha entre el PP y CIUDADANOS, que aunque tendría algunos efectos positivos en la regeneración política del país o en el freno a las políticas de recortes sociales, no creo que tuviera consecuencias favorables para abrir una negociación seria en Cataluña.

En cuanto a los socialistas, aunque el PSC a duras penas casi ha mantenido el numero de votos, y en las encuestas se están recuperando algo, su caída ha sido tan espectacular que necesitara diversos aliados para recuperar el gobierno y evitar las tentaciones, que aumentaran sí la negociación con los independentistas encalla, de ir a un gobierno de gran coalición con el PP, como siguen defendiendo de forma más o menos encubierta algunos de sus dirigentes históricos. En todo caso Pedro Sánchez, junto a su aire renovador, esta haciendo demasiados equilibrios políticos en la cuerda floja, a menudo sin mojarse mucho, lo que ya veremos que consecuencias tiene.

Lo malo es que las cuentas pueden ser difíciles en el ámbito del centro izquierda. Habría que reflexionar con rigor sobre los pésimos resultados en Cataluña de la coalición “Catalunya si que es pot”. En este caso y a diferencia de otras experiencias positivas, la suma ha restado, (el haber prescindido de Joan Herrera o haber relegado a un tercer puesto a Joan Coscubiela no ha sido un acierto). Ahora cabe la posibilidad de que PODEMOS reaccione endureciendo su actitud frente a quienes proponen candidaturas de unidad popular o similares e insista aun más en ir con sus propias listas. En todo caso da la impresión de que el partido de Pablo Iglesias ha tocado techo, al perder expectativas de voto a su izquierda y no ganarlas a su derecha.

La disyuntiva de PODEMOS es realmente compleja. Nacer con un mensaje sin duda con tintes radicales y en algunos aspectos próximos a los antisistemas y evolucionar rápidamente a la moderación y a intentar ocupar el espacio de una socialdemocracia innovadora, ha sido una apuesta audaz, pero que exigía que el PSOE continuara con su proceso de desgaste. En el momento en que Pedro Sánchez ha frenado la caída, le resulta mucho mas difícil a PODEMOS ocupar el espacio de los votantes socialistas desencantados y sin embargo corre el serio riesgo de perder a la gente con posiciones mas radicalizadas.

En mi opinión PODEMOS, más que ocupar el espacio del PSOE, debería ocupar el que en la transición tuvo el PCE eurocomunista y en su momento la inicial Izquierda Unida. Aspirar a ese espacio de la izquierda transformadora y renovada, con clara voluntad de gobierno y con intención de llegar a acuerdos con el PSOE y con otras fuerzas progresistas de ámbito autonómico y por supuesto estrechar relaciones  con el sindicalismo de clase y las ONGs de ámbito social. Insisto es una apuesta arriesgada pero mucho más real que el espejismo de convertirse en el primer partido progresista de nuestro país.

La debacle política y organizativa de la dirección federal de IU, el radicalismo y el antisocialismo primario de algunos de sus dirigentes, los confusos vaivenes de Izquierda Abierta y de Gaspar Llamazares y la hibernación de IU de Madrid, hacen muy difícil pensar en su recuperación, cuando esta sería imprescindible para lograr una alternativa de progreso en España. Es de temer que una parte de sus votantes, que ni se reconocen en el PSOE ni en el actual PODEMOS, se queden en casa o voten en blanco.

Así que a día de hoy la izquierda lo tenemos oscuro. Ojala que el retroceso que hemos sufrido unos y otros en Cataluña no se repita en toda España, para ello hay que tener muy claro que el centro derecha puede gobernar en la próxima legislatura, sí el centro izquierda no es capaz de ofrecer una alternativa de cambio ilusionante y unas candidaturas renovadas. Estamos aun a tiempo.