domingo, 28 de septiembre de 2014

"GANEMOS" Y LA IZQUIERDA ALTERNATIVA


Una parte de la izquierda estamos sumidos en el debate de cual será el mejor camino para desalojar en los ayuntamientos a los actuales gobiernos de la derecha. Sin duda una reflexión necesaria, pero que debería evitar la visión cortoplacista y pensar en un futuro algo mas amplio. Y desde luego no caer en autoengaños de pensar que estamos ante la formula mágica para construir unas nuevas mayorías municipales.

Porque en estos tiempos lo que esta en juego no es solo si vamos a lograr unas nuevas mayorías progresistas en las Corporaciones Locales, sino también  si vamos a ser capaces de dar un nuevo impulso a nuestro sistema político para fortalecer la  democracia.

En esa dinámica han surgido, con parecidas denominaciones, lo que podríamos llamar la vía “GANEMOS”, como instrumento aglutinador de colectivos sociales dispuestos a lograr una mayoría alternativa a los gobiernos de la derecha.

Es cierto que en el ámbito municipal los diversos movimientos sociales han jugado muchas veces un papel importante, sobre todo para crear un ambiente favorable a alternativas progresistas y a movilizar el voto ciudadano a su favor. Las asociaciones de vecinos, las AMPAS, algunos Colegios y Asociaciones de Profesionales, grupos ecologistas, los sindicatos, etc. han estado detrás o delante de proyectos de renovación progresista de nuestros pueblos y ciudades. No es por tanto algo que se haya inventado ahora, al amparo del 15-M y movilizaciones similares.

Lo radicalmente nuevo es que una parte de esos colectivos  sociales no aspira solo a las propuestas y a la movilización social  sino sobre todo al protagonismo político de la alternativa de cambio. En otras palabras quieren presentar candidaturas, ganar y después, se supone,  gobernar los Ayuntamientos. Es decir ocupar el papel y la función que hasta ahora venían ejerciendo los partidos políticos.

Más aun, el discurso de muchas, no todas, pero muchas, de las gentes que están participando en las asambleas y actuaciones de “Ganemos” es marcadamente antipartidos, recurriendo de forma más o menos explicita al discurso de “la casta”. E incluso a veces hasta algun@s intervinientes casi tienen que pedir disculpas por pertenecer a un partido (por cierto de izquierda y casi siempre de la izquierda a la izquierda del PSOE) y se buscan el subterfugio vergonzante de que ell@s están ahí a titulo personal.  Y ese es un camino peligroso para la democracia y para la izquierda.
Estamos ante un deseo de cambio de consecuencias importantes e imprevisibles, que buscaría desplazar a los partidos, por supuesto  de la izquierda, porque a la gente de la derecha ni se les pasa por la cabeza tal aventura y podríamos preguntar ¿Quién y cómo se va a gestionar la alternativa a los partidos de la izquierda?

Por otra parte, a algunos o a bastantes, les esta pasando con “Ganemos”, lo mismo que con “Podemos”. Se deslumbran y en lugar de abrir una seria y rigurosa reflexión sobre a qué déficits  de la democracia responde el fenómeno “Podemos” y que cambios hay que afrontar en el comportamiento de las fuerzas políticas, tiran por la calle de en medio y echan por la ventana “el niño y el agua sucia”. Ahora nuestros males y nuestras impotencias en el ámbito municipal se van a resolver montando “Ganemos” en todas partes.

Pues en algunos sitios es posible y hasta deseable que así sea y en otros muchos, la mayoría, no.

Lo malo es que una parte, no menor, de IU, sumida en el desconcierto, abrumada por la irrupción de Podemos, en plena crisis de identidad y confianza, se ha subido a ese carro.

En mi opinión la formula “Ganemos”, debe ser sobre todo un instrumento de convergencia política y social de propuestas y de movilización, para que sean asumidas y defendidas por los partidos políticos progresistas en sus programas y después rigurosamente cumplidas si llegan a gobernar.

Tenemos que pensar que una alternativa real a la derecha solo se podrá construir, en la inmensa mayoría de los pueblos y ciudades, con la convergencia del PSOE, IU, otras fuerzas de izquierda alternativa, Equo, Compromis, A Nova, Chunta….y desde luego Podemos. Convergencia que en general se produciría tras las elecciones municipales y solo en contados lugares, especialmente en pequeños municipios, con carácter previo. 

Lo importante aquí y ahora es lograr programas de cambio progresista con los que se comprometan y que recojan, con mayor o menor precisión, las fuerzas políticas de la izquierda. Y es en ese proceso de elaborar y presentar las alternativas de cambio donde los movimientos sociales y desde luego los sindicatos, pueden y deben jugar un papel decisivo. 

Debemos ser muy conscientes de que la derecha tiene un solidísimo suelo electoral y no va a ser fácil ganarles en las urnas. De ahí que sería nefasto cometer errores estratégicos que fragmentaran el voto progresista, que desconcertaran a la ciudadanía que quiere un cambio o que no lograran la movilización electoral.

La formula estrictamente electoral “Ganemos” podría convertirse en muchos lugares en un espejismo que no trascienda mucho mas allá del actual espacio de las izquierdas alternativas y así no se gana a la derecha. Tenemos que lograr entre ocho y diez millones de votos y esos desde luego no están, ni por asomo, en el ámbito en el que se mueven la mayoría de los diversos “Ganemos”.
 

No se trata, por supuesto, de  menospreciar o de inhibirse ante las iniciativas “Ganemos”, todo lo contrario. Los “Ganemos” tienen mucho y muy positivo trabajo que realizar en estos meses de elaboración de programas ilusionantes de transformación, de preparar el terreno para posteriores alianzas de gobierno, de lograr un voto masivo por el cambio y después ser un factor de control y presión para que los programas sean cumplidos.

jueves, 25 de septiembre de 2014

DIMISION DEL PRESIDENTE DE RTVE ¿Y AHORA QUÉ?


Precisamente hoy hace tres años y tras cometer un error político, presenté mi dimisión como Consejero de RTVE en representación de CCOO. Ha querido la casualidad que justo el mismo día, tres años después, el Presidente de RTVE ha presentado su dimisión irrevocable.

No quiero hacer leña del árbol caído, ni mucho menos descalificar a Leopoldo González-Echenique, que al final ha tomado una decisión digna y no ha ocultado las razones de su marcha: la negativa del gobierno a mantener un apoyo financiero suficiente para el adecuado funcionamiento de RTVE.

Con la experiencia de cinco años en esa Corporación y tras haber convivido con dos Presidentes, el primero un gran profesional, Luis Fernández, el segundo, Alberto Oliart un meritorio político de UCD pero desconocedor absoluto del medio, soy consciente que dirigir RTVE no es tarea fácil y menos aun en el marco de un recorte generalizado del gasto publico y de una feroz competencia por las audiencias,  en la que no es fácil mantener la calidad y la finalidad de ser un servicio público.

Luis Fernández, aunque no siempre compartí sus propuestas,  fue un ejemplo de cual debe ser el perfil de un Presidente de RTVE: profundo conocedor de los medios audiovisuales, innovador, dinámico, creativo, capaz de aprovechar excelentes equipos de profesionales y sobre todo respetuoso con el pluralismo democrático de un medio público. Se creyó la reforma democrática y la profesionalización de RTVE, como nos lo creímos la mayoría de su Consejo de Administración y RTVE salio del agujero negro donde estaba, recuperó audiencia, credibilidad y fue una referencia de modernidad e innovación tecnológica. Lamentablemente algunos de dentro y otras de fuera le hicieron la cama, forzando su hartazgo y provocando su marcha.

Oliart intento navegar con el piloto automático y aunque respetó el equipo y defendió el pluralismo, su desconocimiento y su cansancio vital le impidieron mantener el impulso necesario para seguir el ascenso de la Corporación.

Como es sabido, al PP no le gustaba ese modelo de RTVE. El suyo era el de TeleMadrid y Canal 9. Cuando llegó al gobierno, cambió la ley, se cargó las competencias del Consejo de Administración, echó de mala manera a los sindicatos, impuso al Presidente y al Presidente le impuso varios comisarios políticos e incompetentes segundos.

Sinceramente creo que Echenique quiso hacerlo bien. Pero el camino del infierno esta empedrado de buenas intenciones. Aceptó un cargo muy difícil sin conocer nada al respecto del mundo audiovisual. Primer error, ¿ingenuo o soberbio? En segundo lugar aceptó desplazar a grandes profesionales que habían situado los Servicios Informativos en el mas alto nivel de prestigio de la democracia, con Fran Llorente a su cabeza e inevitablemente una buena parte de la audiencia, acostumbrada al rigor informativo y el pluralismo, les dio la espalda.
Por último confió en que “su gobierno” le iba a respaldar financieramente. Nuevo error. Al Ministro Montoro ni se le pasaba por la cabeza tal propósito.

Y para colmo de los colmos, a los duros del PP les seguía pareciendo que los Servicios Informativos eran un nido de rojos y que no trataban bien al gobierno. Veían socialistas y comunistas por todas partes y pedían aun más depuraciones y más fidelidad a las consignas de la sede de la calle Genova.

En ese mar encrespado Echenique se encontró sin ideas innovadoras, sin equipo y sin dinero. Fue dando bandazos, sin comprender que mantener una programación de calidad y de interés no se hace de la noche a la mañana y menos aun sin contar con gente preparada para ello.

Peor aun: se encontró solo. Ni los suyos, ni los de la oposición, ni los Sindicatos le querían. Hay que reconocerle que en un rasgo que le honra se negó a hacer un nuevo ERE, que hubiera terminado por descapitalizar del todo los recursos humanos de la que fue mejor y mayor empresa audiovisual de nuestro país.

En una desesperada huida hacia adelante buscó el recorte de gastos suprimiendo canales y vendiendo locales. Hasta que harto ha tirado la toalla, sin ocultar o endulzar los motivos. Lo que de nuevo le honra.

¿Habrá entendido el gobierno del PP el mensaje y la experiencia? ¿O seguirá en la misma línea de domesticar a su servicio RTVE aun a costa de terminar de hundirla?

El Presidente en funciones, José Manuel Peñalosa, siendo como es un militante del PP con larga trayectoria política al servicio de ese partido, conoce RTVE, es sensato y trabajador. Podría ser la salida menos mala, una solución puente hasta que hubiera un cambio de gobierno progresista que volviera al modelo del 2007. Pero no creo que pueda disponer de esos tres requisitos que reunía Luis Fernández: equipo capaz, financiación adecuada y libertad política. Por lo que seguramente y por desgracia estamos abocados a un nuevo fiasco y un paso más en el desguace de RTVE.

   

viernes, 19 de septiembre de 2014

APRENDIENDO DE ESCOCIA


A los 23 años recorrí en autostop Escocia. Fue una de las experiencias vitales de la que mejores recuerdos guardo. La preciosa  Isla de Skye y el pequeño puerto de Kyle of Lochalsh; las frías aguas del Loch Lomond, donde me bañe imaginaros cómo; la impresionante playa de Durness, en la que por la noche no dejaba de haber luz del sol; los jardines de Inverness; los colores de los montes de Glen Coe; o el festival de Teatro de Edimburgo,  donde asistí a una versión bastante  friki del musical “Hair”. También debo decir que pasé algo de hambre, ya que me alimentaba, casi exclusivamente, de unas latas de kilo de fantástico arroz con leche y otras de riquísimos guisantes.  Y disfruté mucho de la simpatía de la gente escocesa y eso que apenas les entendía.

Ayer el pueblo escocés ha sido un motivo de ejemplo para las sociedades democráticas del mundo. Un debate largo y razonablemente sosegado sobre las opciones del referéndum. Una altísima participación en las urnas. Una aceptación respetuosa de los resultados. En España deberíamos tomar buena nota.

Como abogado y como demócrata creo que las leyes y muy en especial la Constitución se deben respetar y cumplir, sin ningún género de dudas. Pero la legalidad vigente no es un fin en si mismo, es un instrumento para favorecer y garantizar la convivencia y el bienestar social. Las leyes se hacen y se cambian cuando se considera necesario por quienes tienen la facultad legislativa.  Es algo tan obvio que da un poco de reparo reiterarlo.

Es cierto que nuestra actual legalidad no contempla de manera explicita la celebración de un referéndum, como el que han planteado los nacionalistas catalanes y quienes están de acuerdo con ellos. Y ante esa realidad es evidente que caben dos posibilidades: cambiar la legalidad o no hacerlo. Pero ¿hemos medido con rigor las consecuencias de cada una de ellas?

Más allá de las impactantes movilizaciones en la calle a favor del referéndum, que son un claro mensaje, pero que en sí no serian suficientes para justificar un cambio legal de tanta trascendencia, lo cierto es que a día de hoy la mayoría de los parlamentarios catalanes que representan esa voluntad popular,  están a favor del referéndum.

¿Qué vamos a hacer con esa realidad? ¿Esperar ilusamente a que la actual mayoría de parlamentarios se diluyan como consecuencia de las  contradicciones de sus intereses partidarios? ¿Que haya un reflujo de la movilización social, reflejo de la impotencia de Artur Mas, la mano dura del gobierno de Rajoy, la eventual salida de la crisis económica, el desgaste de la corrupción del puyolismo o que la reacción de los sectores antinacionalistas les consiga la hegemonía social?

¿Cómo confiar en semejante espejismo, cuando todo nos indica que el malestar de buena parte de la sociedad catalana va a más ante la carencia de vías de negociación?

¿Es que alguien en su sano juicio considera posible convivir con una Cataluña mayoritariamente disconforme con la respuesta negativa a su demanda de referéndum? Una sociedad democrática del siglo XXI no puede asumir el tremendo coste de tener obligados por la fuerza a una parte de la población. Es una dinámica inasumible a medio y largo plazo, todo ello en términos estrictamente políticos, sin entrar en consideraciones de otra índole.

Y lo peor de todo es que frente a ese camino imposible de mantener, hay una opción mucho más sencilla y sobre todo más conforme a los valores democráticos: reformar la legalidad. ¿Qué obstáculo hay a esa reforma constitucional para reconocer la figura del referéndum? Únicamente la decisión política del gobierno de Rajoy, secundado en este caso por UPyD.

Es verdad que el PP esta en su derecho a oponerse a esa reforma, tiene suficiente mayoría parlamentaria para hacerlo. Pero la decisión del gobierno ¿es un empecinamiento o responde a un clamor social del resto de la ciudadanía española? En mi opinión ese clamor no existe, a pesar de que desde bastantes medios de comunicación hay quienes se dedican a echar leña al fuego un día sí y otro también. Lo que no aceptaría la mayoría de la gente es que el referéndum se celebrara por las bravas y sin respeto a la legalidad, pero seguramente  asumiría que pudiera celebrarse tras la reforma constitucional.

En todo caso los partidos políticos están para resolver problemas no para agravarlos, Y si hay que hacer un intenso proceso de pedagogía para convencer a los sectores renuentes que hay en el resto de España, de que esa reforma constitucional y la legalización del referéndum es la única posibilidad real de encauzar democráticamente la convivencia entre Cataluña y el resto de España, pues no habrá otra solución que hacerlo.

El cambio constitucional técnicamente es fácil, bastaría la inclusión de un artículo o una disposición adicional en la Constitución, que con los votos del PP, del PSOE, de los nacionalistas y de Izquierda Plural, se resolvía en una semana.

¿Merece la pena seguir por el camino de la sinrazón que antes o después habrá que rectificar? ¿O es esa la herencia envenenada que Rajoy quiere dejar a un hipotético gobierno de coalición de centro izquierda?


Aprendamos del sentido común y democrático del Reino Unido, que a la postre es el que ha permitido mantener la unidad de Escocia.

lunes, 15 de septiembre de 2014

SINDICALISTAS Y EMPRESARIOS: UNA DISTINTA VARA DE MEDIR


El fallecimiento de dos de los más importantes empresarios de nuestro país, Emilio Botín e Isidoro Álvarez, ha dado lugar a innumerables artículos laudatorios de su contribución al desarrollo de sus grandes empresas y en general a la economía española. No seré yo el que cuestione la labor de ambos, pero si echo muy de menos alguna referencia a los aspectos negativos de su gestión, que no han sido ni pocos ni leves.

En el primer caso por sus indudables responsabilidades en la crisis del sector financiero español, aunque el Banco Santander haya sido uno de los mejores librados y en segundo por el mantenimiento de unas leoninas condiciones laborales de su personal y un antisindicalismo rotundo (suelen ir juntas). Por no hablar del pequeño detalle del fraude fiscal desde los años de la guerra civil que la familia Botín ha practicado con sus depósitos opacos en Suiza.

No me hubiera molestado en mencionar estas cuestiones, sino hubiera leído con estupor un artículo de Soledad Gallego-Díaz en El País Semanal de este domingo, con unas durísimas críticas a los dos sindicatos de clase y una petición de dimisión de sus dos Secretarios Generales.

Considero a Soledad como una de las mejores periodistas de España, seria, rigurosa, siempre en posiciones progresistas, con la que suelo coincidir al 100%, aunque últimamente a veces se sitúe  en posiciones, para entendernos, próximas a los análisis de PODEMOS; por ello me ha sorprendido y dolido su artículo.

Por supuesto que considero que CCOO y UGT no tienen bula y deben ser objeto de crítica como todo el mundo. En algunos de mis post he hecho más de una referencia crítica a la acción sindical de mi sindicato.
Pero de ahí a endosarles un papel fundamental en el deterioro de la vida pública de nuestro país y a señalar la permanencia de Toxo y Méndez como un obstáculo a la regeneración democrática hay un enorme abismo.

Nos movemos todavía en un maremagnum confuso en el que una jueza ha montado un macroproceso, que algunas editoriales de El País ha llegado a calificar de “Causa General”, (en alusión a los procesos entablados por el franquismo después de la guerra civil) y en el que todavía no se sabe si por parte de algunos sindicalistas ha habido  errores de gestión, irregularidades administrativas o delitos penales.

Lamentablemente Soledad se suma a quienes ya han condenado a los sindicatos por corrupción.

Creo que no somos conscientes del daño que se esta causando a una institución, los sindicatos, que no solo han sido decisivos para la consolidación de la democracia y el avance del bienestar social de España, mucho, muchísimo mas que el Banco Santander y El Corte Ingles. Es que sin ellos, sin fuertes, prestigiados y reconocidos sindicatos,  el futuro que nos espera será trabajar como en Malasia o Singapur. Y así no saldremos de la crisis o al menos no saldremos la mayoría de la población española.

Insisto, nada de bulas ni discriminación positiva para los sindicatos, pero midamos a todos con la misma vara.

A ver si ahora Toxo, que por cierto lleva trabajando desde los 14 años y que es muy posible que todavía no se haya tomado nunca un mes de vacaciones, va a ser el responsable de la crisis institucional de nuestro país.



viernes, 12 de septiembre de 2014

"JERSEY BOYS": ESTA VEZ CLINT EASTWOOD NO ACERTÓ


Clint Eastwood ha demostrado a lo largo de su larguísima trayectoria cinematográfica su amor e interés por la música. Al igual que otro gran director, Martín Scorsese, sus películas tienen unas bandas sonoras de gran calidad.  Sobre todo ha tenido una especial preferencia por el jazz, como bien  demostró en la sensacional “Bird”, película de 1988 sobre el legendario músico Charlie Parker,

No todas las películas de Eastwood me gustan o me interesan, como no comparto algunas de sus ideas o actitudes políticas, pero reconozco que es un director que busca salir de los caminos trillados y que tiene al menos diez obras maestras en su haber, siendo mi preferida “Un mundo perfecto” de 1993, con un sensacional Kevin Costner.

Ahora, con nada menos que 84 años, Eastwood acaba de estrenar “Jersey Boys”, basada en la carrera musical del grupo norteamericano de pop, “The Four Seasons”. Para situar esta película hay que señalar dos cuestiones significativas. Esta inspirada en un musical de Broadway, del mismo nombre, que ha sido uno de los mayores éxitos en lo que llevábamos de siglo XXI. Y en segundo lugar es una película producida por Frankie Valli y Bob Gaudio, los dos grandes protagonistas de The Four Seasons, por lo que se sobrentiende  que lo que en ella se cuenta tiene el aval de aquellos.

A diferencia del musical de Broadway, que ha tenido muy buenas críticas y numerosos premios, la película ha recibido críticas en general muy negativas, en España y en el resto del mundo. Quizás algunas se han pasado, pero en mi opinión no es una película lograda.

Para empezar es fría, excesivamente fría. Gustándome como me gustan The Four Seasons (aunque no son de  mis preferidos ni mucho menos) no conseguí emocionarme hasta la escena final, unos soberbios planos en la mejor tradición del cine musical. Tengo que aclarar que “Jersey boys” en absoluto es una película  musical, es un “biopic” sobre los orígenes, evolución y crisis de los mismos, muy centrada en su líder Frankie Valli;  en la que adquiere la mayor relevancia el contexto social en donde se desenvuelven de adolescentes, las enormes dificultades para abrirse camino en el mercado musical y discográfico, las fuertes tensiones entre unas personalidades muy dispares, sus relaciones con la mafia local...

La música, por así decirlo, es  “a lo que se dedicaron y les dio éxito”, pero no es el objeto de la película.

Por otra parte sorprende, al menos esa es la sensación que yo he tenido, el fuerte ajuste de cuentas que refleja la película, entre los dos grandes estrellas del grupo, en primer lugar Frankie Valli y tras él, Bob Gaudio y los otros dos miembros del grupo, Tommy de Vito y Nick Massi, que no salen nada bien parados (sobre todo Tommy  del que hace un retrato demoledor), aunque haya un reencuentro feliz ya de viejos.

La imagen del negocio de la música y alrededores tampoco sale muy bien retratada, especialmente el productor Bob Crewe, al que yo tenía en alta estima, aunque solo fuera por su estupenda creación e inolvidable Serie Dorada,  “Music for watch girls by” y porque fue una pieza clave en el pop de los años 60.

La película a ratos pierde pulso, que recupera sobre todo cuando hay música por medio. Y aunque es un acierto la forma en la que los cuatro artistas van contando las vicisitudes del grupo, dirigiéndose al espectador, la historia a veces esta un poco sesgada o no resulta muy clara para quienes no conozcan a fondo la historia de la música pop norteamericana. Por ejemplo, se da una imagen del grupo como grandes innovadores musicales, cuando, sin quitarles un ápice de su calidad,  bebieron a fondo de la rica tradición de los grupos negros del estilo doo-wop de los años 50. O no se hace mención a que la crisis del grupo tuvo que ver no solo con sus problemas internos, sino también con los efectos de las nuevas corrientes musicales que como un vendaval transformaron la música juvenil a mediados de los años 60: el nuevo rock, la invasión británica, el folkrock, la psicodelia…desplazando irreversiblemente a los grandes grupos vocales como The Four Seasons.

La película cuenta con la participación fundamental del actor  John Lloyd Young, que fue el que protagonizó durante tiempo el musical de Broadway y quien canta en la película las versiones de los grandes clásicos de The Four Seasons, algo a tener muy en cuenta, para bien y para mal. Ya que aunque algunas de las canciones que suenan son las originales del grupo, la mayoría no lo son y las interpretan los actores y en especial John Lloyd Young, que desde luego no es el portentoso Frankie Valli, pero lo hacen bastante bien y en general las versiones suenan muy convincentes y no es nada, pero nada fácil, versionear a The Four Seasons. Como tampoco queda mal la versión de la canción del trío femenino The Angels, “My boyfriends back, un entrañable recuerdo de mis guateques adolescentes. Mención especial merece la actuación secundaria, pero brillante, del actor Christopher Walken.

En resumen: no me arrepiento de haberla visto. Me ha interesado, no me ha fascinado, porque hubiera esperado mucho más de su director y del tema. Pero, con todos los matices,  la recomiendo a quienes les guste la música pop.




viernes, 5 de septiembre de 2014

"PODEMOS" Y EL RESTO DE LA IZQUIERDA : ENCONTREMOS UNA RELACION EQUILIBRADA


El terremoto que ha generado la irrupción de PODEMOS en la vida política española se incrementa cada día que pasa. Y sus efectos en la izquierda no dejan de multiplicarse.

Más allá de mis discrepancias con ellos, lo cierto es que el revulsivo que han supuesto no puede valorarse más que positivamente. Han obligado a toda la izquierda a acelerar sus reflexiones, a salir del tran-tran en el que buena parte de ella se encontraba y han abierto la perspectiva de que sí es posible desalojar democráticamente a la derecha, lo que hace unos meses no parecía realista.

Es evidente que PODEMOS esta despertando, también, severas criticas. Muy en especial de que son jóvenes, inexpertos, sin programa…Había que ir matizando algunas de esas objeciones. ¿Qué edad tenía mi generación cuando protagonizamos la Transición? La mayoría de mis compañeros políticos y yo mismo andábamos por debajo de los 30 años y nos sentíamos capaces y preparados para cambiar España y construir la democracia. ¿Qué experiencia de gobierno acumulaban los socialistas y los comunistas cuando llegaron a los gobiernos municipales en 1979? Pues ninguna. Eso sí tenía un programa e ideas trabajadas con mucha ilusión, sabían lo que querían y lo que no querían hacer y lo hicieron bastante bien.

Hay también quienes dicen que no nos pongamos nerviosos, que el soufflé de PODEMOS  se desinflará y que no soportarán la prueba de los sucesivos procesos electorales ni las contradicciones que puedan producirles las alianzas y las posibilidades de gobierno. No lo sé, ni creo que nadie lo sepa, pero no se puede hacer política con  la esperanza de que PODEMOS  explote o se debilite.

Pero sino comparto esas criticas, en el fondo conservadoras, tampoco entiendo algunas reacciones, en mi opinión precipitadas y nerviosas, de sectores de la izquierda que quieren a toda prisa juntarse o incluso fusionarse de una u otra forma con PODEMOS, pensando quizás que  así podrán participar de su ascenso electoral y evitar ser arrollados y dejados en la cuneta.

Aunque la historia nunca se repite de igual manera, no vendría mal recordar el proceso de fusión en el verano de 1936 de las Juventudes Socialistas y las Juventudes Comunistas, que dieron lugar a la Juventudes Socialistas Unificadas. Los Socialistas eran muchos mas, estaban mucho mas organizados y consolidados, frente a los Comunistas, que eran pocos, eso sí muy entusiastas y combativos, tenían pocas propuestas pero muy contundentes. Las JSU crecieron como la espuma tras la unificación y fueron un instrumento fundamental en la movilización de l@s jóvenes a favor de la Republica. Pero en ese proceso quienes impusieron su política, sus formas de organización y de lucha, fueron los Comunistas, que devoraron política y orgánicamente a los socialistas, sumidos, dicho sea de paso, en divisiones y desconciertos varios. En definitiva la JSU se sitúo en la esfera del PCE.  Y al cabo de un tiempo el PSOE se vio en la necesidad de reconstruir las Juventudes Socialistas, con escasísimos resultados.

Insisto, los procesos y circunstancias son muy distintos, pero hay que pensar con tranquilidad las cosas, no se vaya a producir un camino de fagocitación de IU, de la que después muchos se arrepientan.

Pero entre la convergencia precipitada, el deslumbramiento o el seguidismo papanatas y la ignorancia o pasividad hay un trecho enorme. En mi opinión las diversas izquierdas, que hasta ahora se identificaban bajo la descripción genérica de izquierda alternativa, deben impulsar diversas vías de colaboración estable con PODEMOS, desde una actitud de respeto que no eluda el debate político y la exposición de las divergencias.

Porque hay divergencias y sobre todo zonas todavía muy nebulosas y magmáticas y se puede y se debe influir en el complejo proceso que inevitablemente va a vivir PODEMOS  de maduración programática y organizativa. Como también es imprescindible que nosotros aprendamos de las innovaciones que reflejan con su práctica política y su relación con la sociedad. 

A la izquierda alternativa “clásica” nos interesa y mucho que PODEMOS no evolucione hacia posiciones de extrema izquierda (como la que representan p.e. el grupo “Izquierda Anticapitalista”), menos aun que se conviertan implícita o explícitamente en algo parecido a lo que representa el “Movimiento Cinco Estrellas” de Grillo en Italia y sobre todo que PODEMOS no explote como una estrella fugaz,  como consecuencia de sus contradicciones y dificultades de consolidación.

Tenemos, por tanto, que debatir y relacionarnos serenamente y constructivamente con ellos. En este sentido es una muy buena señal que los eurodiputados de PODEMOS  se hayan integrado en el grupo parlamentario de la Izquierda Unitaria Europea.

En lo que se refiere al PSOE, aunque sobre todo en las bases socialistas y desde luego en su electorado, también ha habido un evidente deslumbramiento y una petición, mas o menos articulada y explicitada, de que hay que asumir propuestas de PODEMOS, yo comprendo que es difícil de tragar abrir una vía de relación entre ambas organizaciones, con todas las feroces descalificaciones que PODEMOS  ha dirigido al PSOE. Además  no se si habría alguna disposición por parte del equipo de Pablo Iglesias para esta relación.

A pesar de ello, el PSOE, que es un partido muy realista, con mucha vocación de gobierno y que quiere volver a gobernar, debería ir explorando, con todas las cautelas que se quiera, la posibilidad de al menor hablar con ellos. Cosas muy difíciles se han visto, como el gobierno tripartito en Cataluña, sin olvidar las conversaciones entre Jesús Eguiguren,  líder del socialismo vasco  y Arnaldo Otegui líder  de la antigua Herri Batasuna (organización que asistió al asesinato de socialistas  sin condenarlos durante años)

Y no solo deben hacerlo los partidos y organizaciones políticas de la izquierda, también los Sindicatos deberíamos desde ya iniciar un proceso de relación lo mas estable posible con PODEMOS. Contribuiría  a que ambas partes aprendiéramos los unos de los otros y a buscar formas de colaboración en este largo y duro camino de conseguir una salida progresista y solidaria de la crisis y por supuesto a superar algunos clichés que tienen sobre el sindicalismo de clase.

En definitiva con PODEMOS  hay que encontrar una relación y colaboración estable, madura, de compañer@s de camino, incluso desde la rivalidad y competencia electoral que pudiera llegar a producirse. Porque es muy posible y deseable que en los próximos años tengamos que estar juntos, no solo en la calle, que casi siempre lo estamos, sino gobernando en las instituciones.








martes, 2 de septiembre de 2014

HOLLANDE Y VALLS: REPITEN EL ERROR DE MITTERRAND


No es fácil opinar con rigor sobre lo que esta ocurriendo en el gobierno de Hollande. Francia es un país muy complejo, desde el punto de vista político, económico y social. Como compleja es su política internacional y su papel en las instituciones de la Unión Europea. Y no digamos el Partido Socialista Frances, en permanente ebullición, con corrientes muy diversas, con diferentes lideres y con tensiones históricas entre sus sectores mas a la derecha y los mas a la izquierda, aunque dicho sea de paso es un Partido que nunca ha hecho ascos a gobernar o tener pactos con el Partido Comunista Frances, a diferencia de otros Partidos Socialistas.

Así que seré cauteloso.

Lo primero que hay que reconocer es que Francia ha sido y es una parte muy esencial en la construcción europea. Su influencia política y su peso económico están fuera de dudas. Los gobiernos franceses, de la izquierda y de la derecha, han hecho encaje de bolillos en los últimos 50 años. Han defendido la autonomía de Europa frente a Estados Unidos, pero sin caer en el antiamericanismo; han marcado distancias del Reino Unido, de su modelo económico y social y de su escaso interés europeísta, pero han mantenido una evidente colaboración con ellos; su relación con Alemania ha sido clave para el avance de la Unión Europea y esta  relación ha combinado la coincidencia pero también la divergencia en las políticas. Cualquier gobierno francés, por tanto, tiene que tener muy en cuenta los complejos equilibrios en los que se mueve.

François Mitterrand, en su primer gobierno de Unidad de la Izquierda en 1981, ya quiso desarrollar una política claramente progresista. Le desestabilizaron la economía. Eran otros tiempos de guerra fría, con Reagan en una esquina y Tatcher en la otra. Mitterrand, aunque realizó importantes cambios,  tuvo que retroceder en sus más ambiciosas y progresistas propuestas en política económica. En 1986 el centro derecha gano las elecciones y Chirac se convirtió en Primer Ministro, iniciándose una difícil cohabitación.

La lectura que de aquella experiencia hicieron muchos socialistas, como p.e. Felipe González, es que no es viable una política socioeconómica de izquierdas que vaya más allá de lo que los poderes económicos están dispuestos a tolerar.

Parece que la historia se ha vuelto a repetir. Hollande se presentó a las elecciones con un programa de izquierdas, moderado, pero de izquierdas y con una propuesta alternativa a las políticas económicas  que mayoritariamente se estaban desarrollando en la Unión Europea. Su triunfo fue saludado por muchos progresistas que pensaban que se convertiría en el contrapeso a Ángela Merkel, a Draghi y a Barroso. Los primeros pasos fueron en la dirección esperada, con el apoyo de los pocos gobiernos socialdemócratas europeos. Hollande no se enfrentó abiertamente a Merkel, lo que hubiera sido un error de consecuencias imprevisibles en la inestable situación de la Unión Europea, pero si marcó claras distancias y buscó negociar otras políticas de activación económica.

Lo que vino después todos lo conocemos. La presión sobre el gobierno francés para que cambiara de actitud fue aumentando desde todos los ángulos y ámbitos políticos y económicos. Los efectos de la crisis en Francia favoreció el crecimiento de la extrema derecha. Hollande no se atrevió a encabezar junto con otros gobernantes europeos una referencia moderadamente alternativa. Empezó a dar marcha atrás. Cambió su gobierno y puso al frente a Valls, con la intención de acometer reformas con dos objetivos: frenar el avance de la extrema derecha y apaciguar la presión de las instituciones de la Unión Europea y le pidió a Valls conseguir rápidos resultados en materia de crecimiento económico y reducción del paro.

El giro cada día mas visible de Hollande y Valls y la ausencia de resultados positivos en el terreno económico, ha dado paso a una crisis interna del gobierno, con la salida de su sector más a la izquierda y la entrada de Macron, un brillante político situado en el ala derecha del socialismo francés.

El cambio de Hollande ya le ha pasado factura en las elecciones europeas y la caída de la intención de voto es cada vez mas fuerte para los socialistas, frente a una extrema derecha, que moderando aparentemente las formas, no cesa de crecer. Al igual que en España, el electorado socialista decepcionado se refugia en la abstención.

Hollande esta repitiendo el camino de Mitterrand y va directo a un triunfo de la derecha y a una casi imposible cohabitación, porque no es lo mismo hacerlo con Chirac que con Marine Le Pen y su partido de extrema derecha.

Es evidente que el abandono de las propuestas económicas más progresistas no tiene el carácter neoliberal de lo que han hecho  Rajoy u otros gobiernos de la derecha europea. Hollande no se ha propuesto reducir y deteriorar el fuerte Estado de Bienestar Social de Francia, al menos de una manera sensible. No, ni Hollande ni Valls son Rajoy o Cameron; ni mucho menos.

Pero están renunciando a protagonizar un modelo alternativo en la construcción de Europa y en las políticas económicas frente a la crisis. Están asumiendo, lo quieran o no, que no hay otra vía diferente a la que propugnan Merkel y Draghi. Al final lo que queda en la cabeza de mucha gente, es que en cuestiones de economía no hay diferencias entre gobiernos socialdemócratas y gobiernos conservadores. Y esto es demoledor para la ciudadanía progresista.

La pregunta que podemos hacerle a Hollande y a Valls seria ¿gobernar por gobernar? o ¿gobernar para hacer la política del programa electoral? No se trata de que la socialdemocracia “ocupe” el gobierno durante una legislatura y tras mostrarse incapaz de sacar adelante, aunque sea parcialmente, su programa electoral, aguardar mansamente a que vuelva la derecha. Nadie le pide, ni espera, que un gobierno de la socialdemocracia se tire al monte, pero sí que se atreva a hacer cambios y otra política económica, como defendían los ministros que discrepaban y han sido cesados.

Lo malo es que esta nueva decepción para la ciudadanía progresista francesa, abre las puertas a un triunfo de la derecha y de la extrema derecha. Y lo peor es que la renuncia de Hollande puede tener un efecto contagio en Renzi, Jefe de Gobierno de Italia, que se ha quedado solo defendiendo una política de reactivación y que también esta sufriendo fuertes presiones, con lo que Ángela Merkel tendría el camino despejado.

Todo ello coloca en difícil posición al PSOE y a Pedro Sánchez, que tendrán que aguantar presiones internacionales e incluso internas (minoritarias pero influyentes), para que no intente salirse del camino trazado por el gobierno alemán y el Banco Central Europeo. El PSOE y Pedro Sánchez deberán convencer al electorado español que ellos no van a frustrar las esperanzas de cambio como Hollande.