miércoles, 28 de septiembre de 2016

UN GOLPE AL PSOE, UN GOLPE A TODA LA IZQUIERDA


Las mujeres y los hombres progresistas de nuestro país no nos merecemos lo que esta pasando. Ya sé que este no es un argumento político, sino moral o psicológico, pero es cierto.

Tras cuatro años de políticas regresivas en todos los ámbitos, tras numerosas y generalizadas movilizaciones sociales, tras la irrupción de potentes fuerzas políticas con espíritu de renovación, regeneración y progreso, tras una ininterrumpida sucesión de escándalos de corrupción, tras el crecimiento de la población en riesgo de pobreza y a la vez el aumento de los millonarios, tras el agravamiento del conflicto independentista, etc. etc., parece que estamos abocados a un nuevo periodo, que puede ser largo, de gobierno del PP.

Una parte de los dirigentes del PSOE consideran que a la derecha española, la realmente existente no la alemana ni la belga ni la sueca, había que dejarla gobernar por nunca bien explicadas “razones de estado” y sobre todo defienden que los socialistas no podían mezclarse con esos “impresentables” de Podemos, los mismos que por cierto les han permitido gobernar en varias Comunidades Autónomas.

Y han orquestado un golpe palaciego, perfectamente diseñado desde hace meses, con el inestimable e incansable apoyo del Grupo Prisa. La conspiración ha ido dando pasos como extraídos de la lectura de Maquiavelo, hasta desembocar en la ofensiva final, encabezada por Felipe González y continuada con la dimisión en bloque.

Un golpe, insisto que no se le puede denominar de otra forma, para evitar un Comité Federal en el que podían quedar en minoría, unas primarias que podían perder y un Congreso extraordinario en el que los militantes posiblemente reafirmaran la línea política de Pedro Sánchez.

Para no dejar lugar a dudas, diré que no comparto muchas de las actuaciones de Pedro Sánchez. Creo que cometió errores de bulto en el anterior periodo, como abrir la negociación con Ciudadanos antes de hacerlo con Podemos o al menos simultáneamente; ha sido excesivamente tajante a la hora de no propiciar un acercamiento a Podemos, mas allá de que Pablo Iglesias cometiera a su vez nefastos errores a lo largo de la anterior y breve legislatura; no ha sido capaz de explorar vías de entendimiento con los nacionalistas vascos y catalanes, etc.

Pero lo que no se le puede negar a Pedro Sánchez es que hasta el día de hoy ha cumplido con los mandatos del Comité Federal de votar no a Rajoy y en esa actitud todo parece indicar que sintoniza con la mayoría de los militantes y votantes socialistas.

La situación es muy fluida y no me atrevería a pronosticar que va a pasar en los próximos días y semanas. Se han hecho y dicho cosas muy tremendas, sobre todo por el sector crítico y la experiencia nos dice (sobre todo a los que hemos vivido trágicas crisis en el PCE y en IU) que esas heridas no son fáciles ni rápidas de cicatrizar. Aunque en el pasado el PSOE salio bastante reforzado de situaciones muy conflictivas como el Congreso de Suresnes o el Congreso en que se derrotó la propuesta del abandono del marxismo, que obligó a Felipe a retirarse momentáneamente. 

Ahora lo peor sería enzarzarse en una pelea jurídica. Porque lo que esta en juego es un enfrentamiento político. Es verdad que en este conflicto hay  un claro contenido de lucha por el poder, por el deseo de permanencia y de reafirmación de Pedro Sánchez, una rebelión de los barones que quieren mandar por encima de sus ámbitos respectivos  y una negativa a retirarse definitivamente de algunos dirigentes históricos. Pero hay también importantes diferencias políticas, que quizás Pedro Sánchez y su equipo (que no son precisamente gente muy curtida en batallas políticas ni de profunda formación ideológica)  no han sabido expresar bien hasta fechas muy recientes.

Esas diferencias políticas, reflejo de la crisis de identidad de la socialdemocracia europea y su escasa iniciativa ante la crisis económica y la crisis de construcción de la Unión Europea, deberían debatirse y clarificarse.

Esta claro que Pedro Sánchez y los que le apoyan apuestan por un gobierno progresista, pero tampoco han sido muy activos en avanzar hacia ese objetivo; bien sea porque se han sentido maniatados por los poderes fácticos del PSOE a la hora de negociar con Podemos, Ciudadanos y los nacionalistas, bien sea porque no confiaban demasiado en lograr esa ambiciosa apuesta. Han  perdido mucho tiempo, sobre todo en la anterior legislatura y es posible que no hayan sido conscientes que los dirigentes críticos estaban montando una conspiración en toda regla. Han pecado de ingenuidad y de miedo escénico ante un posible gobierno con Podemos.

Y ¿ahora qué? Pues o mucho se enderezan las cosas o Rajoy volverá a gobernar, bien a través de terceras elecciones, bien a través de la abstención de una parte de los diputados socialistas.  

Termino, por ahora, con dos reflexiones.

En España no habrá gobierno de progreso sin la participación decisiva de los socialistas. La crisis o la decadencia del PSOE mantendría a la derecha en el gobierno por muchos años. Así pues es de interés común de todos los progresistas que el PSOE se recomponga y lo haga en torno a una política de izquierda moderada.

Por ultimo, la crisis del PSOE “ha venido estupendamente” para llevar a un segundo plano las fuertes tensiones internas de Podemos, que en buena medida tienen muchos aspectos similares en lo político y en lo orgánico. Por lo que haríamos muy bien la dirección y los que estamos en Podemos en aprender de la catástrofe socialista y evitar la deriva de enfrentamientos que en las ultimas semanas se han ido evidenciado; no se trata de cerrar en falso debates y diferencias, ya que son imprescindible para consolidar el partido, sino de evitar malas maneras y métodos.

El golpe dado al PSOE es un golpe dado a toda la izquierda y a las posibilidades de un gobierno de progreso. Creo que las hombres y mujeres progresistas tenemos que movilizarnos, cada cual donde pueda y decir a los dirigentes del PSOE y de Podemos, que por ahí no se puede seguir, que nos merecemos un gobierno alternativo y que esas direcciones deben negociar para lograrlo. 




sábado, 3 de septiembre de 2016

DIEZ AÑOS INOLVIDABLES, RECUERDOS DEL COLEGIO SAGRADOS CORAZONES (y 10)


Tras diez años, es decir casi toda la vida consciente, de convivencia con los sacerdotes de los Sagrados Corazones, no es de extrañar que de una u otra manera surgiera en mí un fuerte interés religioso. A ello habría que añadir el ambiente de mi casa, de rosario diario y mi madre de misa diaria, de toda mi familia materna y también de buena parte de mi familia de Xativa, con unos tíos muy queridos por mí hoy en proceso de beatificación. Y todo estimulado por el impacto del Papa Juan XXIII y el Concilio Vaticano II, que si bien ahora parecen lejanos y de limitados efectos, en los primeros años 60 despertaron una inmensa ilusión de renovación.

Sin duda de haber  tenido mala relación con los curas del colegio, las cosas hubieran sido de otra manera. Pero como he puesto de relieve en estos diez post, en mi paso por el colegio fueron muchos mas los momentos positivos que los negativos y mas allá de determinados curas y profesores que no me gustaron o que incluso aborrecí, hubo otros que, sin ocultar situaciones conflictivas o enfrentamientos puntuales con alguno de ellos, sí tuve una relación de proximidad y hasta de admiración.

En el año de Preu tuvo lugar en el colegio una especie de curso de profundización teológica e historiográfica sobre el Nuevo Testamento. Me apunté y también lo hizo mi madre. No éramos muchos, ocupábamos una escasa tercera parte del salón del cine, la mayoría familiares y antiguos alumnos y poquísimos estudiantes en activo. Había una sesión semanal que era muy participativa y a mí me resultó interesantísimo.

Pero para mis ansias religiosas aquel curso no era suficiente. Ya no recuerdo como fue la manera en que conocí a los Misioneros Combonianos y su Revista “Mundo Negro”. Lo cierto es que decidí colaborar con ellos, en lo que hoy se llamaría una labor de voluntariado. Durante dos años, prácticamente todos los domingos e incluso algún sábado, después de comer tomaba el metro hasta la Plaza de Castilla y allí un tranvía que recorría todo Arturo Soria, hasta llegar a la Sede de las Ediciones Combonianas, que estaban a la altura del cruce con la carretera de Barcelona. Allí permanecía hasta aproximadamente las nueve de la noche en que de nuevo con el tranvía y el metro volvía a casa.

Mi trabajo era puramente administrativo, llevar el archivo de suscriptores y compradores de la revista y los libros, contestar las cartas, preparar los envíos, enviar propaganda. La verdad es que en las mas o menos cinco horas que estaba, no tenía ni un minuto libre, aunque había un ambiente muy cordial y hablaba mucho con los dos o tres misioneros a los que ayudaba. No había ningún otro voluntario seglar, por lo que lógicamente me apreciaban mucho. Por supuesto me tiraron los tejos para hacerme misionero, lo que me resultaba muy atrayente, teniendo en cuenta que el Seminario Mayor lo tenían en Verona, Italia, sede matriz de la Orden, aunque nunca me agobiaron ni resultaron pesados; como también recuerdo que eran curas muy identificados con el Papa Juan XXIII y el Concilio Vaticano II.

Cuando entré en la Universidad dejé de ir, porque los fines de semana en los primeros meses solo había tiempo para los guateques que sistemáticamente organizábamos (y no solo sábados y domingos), que en los últimos meses del curso empecé a compaginar con reuniones políticas. Los Misioneros Combonianos entendieron perfectamente que ya no volviera, no hubo ni un reproche y sí un sincero agradecimiento.

Nunca les he vuelto a ver, aunque cada vez que he pasado por delante del edificio de “Mundo Negro” en Arturo Soria me he acordado de aquella etapa de mi vida. Por supuesto de mi trabajo de voluntario con los Combonianos no conté nada a los curas del colegio, ya que con seguridad les hubiera sentado fatal o el menos hubieran tenido bastantes celos; ¡ya habían tenido bastante con mi frustrada tentativa de entrar en el Seminario de Miranda de Ebro!

Desde el punto de vista académico, Preu fue mi año apoteósico. Durante los primeros años en el colegio yo había sido un estudiante normalito tirando a flojillo. Solo destacaba y tuve sobresalientes en dos o tres asignaturas: Geografía, Historia y Latín. En todo lo demás aprobados raspados, algún notable y algún suspenso. Mis amigos Juan Manuel Membrillera, Miguel Jimenez-Aleixandre, Julio Méndez, Alfonso López-Lago, Antonio Villaverde y hasta Tato Marcotegui, tenían muchas mejores notas y aparecían con frecuencia en el Cuadro de Honor Trimestral y Anual, lo que me producía mucha envidia.

Una vez derivado a Letras, mis notas empezaron a mejorar, los notables y sobresalientes aumentaron y desaparecieron los suspensos. Empecé a figurar en el Cuadro de Honor, que además del aliciente “espiritual”, tenia un componente material ya que me descontaban al año siguiente el importe de la asignatura en la tasa escolar y mi padre, que tenía un gran sentido de la justicia, me daba íntegramente ese ahorro.

En Preu saque varias matriculas y lo más importante, las Matriculas de Honor y de Conducta. Me puse una chaqueta azul brillante, que me habían comprado mis padres, con la que parecía un músico de la banda del Dúo Dinámico, y corbata y subí al escenario del Palacio de la Música para recoger las medallas y el diploma, todo orgulloso. Después nos fuimos a comer a casa de mi abuela, ya enferma, para enseñarle los trofeos y que viera lo listo y estudioso que era su nieto mayor. Tengo una foto memorable enfrente de su casa, en el todavía bulevar de General Mola esquina a Jorge Juan, enseñando el diploma y con las medallas prendidas en mi hortera chaqueta musical.

Al final de Preu los de Letras decidimos, creo que todos, hacer Derecho. En mi caso había pocas dudas; mi padre estaba empeñado en que fuera Inspector de Trabajo, como él en su juventud y como mi primo José Enrique Casesnoves, por él que yo sentía una gran admiración.

Aunque en Derecho los de Letras estuvimos juntos prácticamente toda la carrera, las novias, los nuevos amigos y desde luego la política, nos fueron distanciando. Únicamente mantuve una estrecha relación con mi querido Juan Manuel Membrillera y en menor grado con Tato Marcotegui.

Tras el final de la carrera, casi todos nos perdimos de vista. El trabajo, la creación de la familia y los hijos, de nuevo la política….Tan solo me seguí viendo de forma esporádica con Juan Manuel y con Tato, en cenas y comidas de la pandilla de la facultad, que organizaban con gran entusiasmo, la musa de los rojos de nuestro curso, Anabela Silva y el inolvidable Nacho Montejo.

Cuando en 1996 cumplimos los 25 años de la promoción, con un fieston enorme en el Hotel Eurobuilding, nos volvimos a reencontrar casi todos y nos dijimos  que no podíamos seguir sin vernos hasta las bodas de oro de la promoción.

Fue Antonio Villaverde quien decidió organizar el reencuentro. Empezó a montar comidas de vez en cuando, hasta que a la vista del éxito y la demanda de más, propuso convocarlas todos los últimos martes de mes. Así llevamos muchos años. Incluso el efecto de atracción ha ido más allá de los antiguos de Letras del Colegio y se han apuntado otros amigos de la Facultad, Javier Medina, Alberto Lucas, Víctor, Claudio...De vez en cuando conseguimos que aparezca fugazmente alguno compañero del colegio, entre ellos un Subsecretario.

Las primeras comidas tenían un marcado contenido de recuerdos y anécdotas del colegio. De indagar sobre la vida de fulanito o menganito, de un cura o de un profesor. Después hemos ido compaginando los recuerdos con conversaciones mas variadas, los hijos, ahora los nietos, el trabajo, ahora la vida de jubilado, las enfermedades, también el recuerdo de los que van muriendo, afortunadamente ninguno de Letras. Y también hablamos mucho de futbol, de toros y de política. Siempre con mucho cariño y respeto. Los hay de izquierdas, de centro y de derecha, pero impera el sentido común. Como se comprobara en la foto de este post (en la que estamos muy pocos), ya somos un puñado de adorables viejetes, aunque nosotros nos veamos igual que hace 50 años, tan guapos, tan llenos de vida, tan divertidos y también con los mismos tics y manías. Únicamente nos diferenciamos de cuando salimos del colegio, en que estamos, por lo general, un pelin más gorditos, salvo alguna excepción, (Pichi y Juan Manuel), tenemos más dinero y en lugar de tomar una caña o un vino horroroso en el “5º Toro”,  comemos cosas muy ricas en los restaurantes que nos busca Antonio Villaverde.

La vida nos ha llevado por caminos muy variopintos: un notable futbolista, un genio de las finanzas, abogados con diversa dedicación, un bibliotecario, un responsable de recursos humanos, un coronel, una especie de conseguidor en el mundo del urbanismo, algún multimillonario rentista y hasta un sindicalista. Todos guardamos un buen recuerdo de nuestros años del colegio y de la mayoría de los curas y profesores.

¿Y que fue de ellos? La renovación de la sociedad española y también de la Iglesia de nuestro país hizo estragos en el colegio. Muchos sacerdotes colgaron los hábitos, algunos previo paso por la Teología de la Liberación en Latinoamérica o de Curas Obreros en los barrios pobres de Madrid. Otros se casaron, alguno con alguna monja. A otros les perdimos la pista. Los profes seglares en casi todos los casos siguieron hasta su jubilación.

La mayoría han fallecido ya, algunos están en residencias religiosas, el Padre Samuel aun seguía al pie del cañon en el colegio hasta hace poco tiempo….

50 años después de haber dejado el colegio, estando yo tan alejado de algunos de los principios inspiradores del mismo, no puedo por menos de admitir que esos diez años marcaron mi vida en positivo y más allá de aspectos y conflictos puntuales, no tengo grandes reproches que hacer y sí un gran reconocimiento.