Durante muchísimos años la vejez, para la mayoría de los que llegaban a
ella, era sinónimo de pobreza. Las políticas sociales y muy en especial los
sistemas públicos de pensiones han ido cambiando esa realidad. En España,
afortunadamente también.
Hace dos días el Instituto Nacional de Estadística ha publicado la
Encuesta de Condiciones de vida de la población española y junto a muy malas
noticias, como es el volumen total de población en riesgo de pobreza o
exclusión (sobre lo que volveré en otro post otro día), hay una realmente
positiva, que ya venia apuntando en los últimos años: la población mayor de 65
años esta viendo reducido de manera muy importante su nivel de pobreza.
Si en el año 2004 la pobreza afectaba al 31’3% (si se mide con el
indicador europeo AROPE- Poblation at risk of poverty and/or exclusion) en el
año 2012 se ha pasado al 18’7%; lo que es una reducción impresionante en tan
solo 8 años, cuando además el conjunto de la población ha pasado del 24’4% al
26’8%.
Es verdad que esa reducción no es igual para los hombres mayores que
para las mujeres mayores (17% y 20% respectivamente) ni por supuesto es igual
en todas las Comunidades Autónomas, con grandes diferencias entre Navarra,
Asturias y el País Vasco por un lado y Canarias, Extremadura y Andalucía por
otro. Tambien es cierto que una de las referencias para medir el riesgo de
pobreza, que es el 60% de la media de los ingresos anuales de la población,
situada en 7.355 euros,/ no es para tirar cohetes, pero en todo caso siguen siendo datos de reducción
espectacular.
La razón hay que buscarla en gran medida en la paulatina pero
insistente mejora de las pensiones públicas de la Seguridad Social. La pensión
media en la actualidad esta en 950 euros mensuales (1.116 euros para las
pensiones del Régimen General), aunque hay notables diferencias entre las
pensiones de los hombres (1.111 euros en el total y 1.213 euros en las de Régimen
General) y las de las mujeres (602 euros y 663 euros respectivamente). También
hay notables diferencias por Comunidades Autónomas y por Edad, las pensión
media de los hombres mayores de 80 años bajan de los 1.000 euros y las de las
mujeres de esa edad bajan de los 600 euros.
Si comparamos la pensión media de jubilación del año 2007, 770 euros, con la pensión media de las altas que
se están produciendo ahora mismo, 1.260 euros,
comprobaremos el gran salto que se ha producido en nuestro sistema de
pensiones publicas.
Si a esa notable mejora de las pensiones,(que por supuesto no puede
hacernos olvidar que hablamos de medias y que por tanto hay todavía muchas
pensiones muy bajas), añadimos otros derechos sociales que hasta hace muy poco tenían
los jubilados (gratuidad de las medicinas, mejora de los servicios sociales,
beneficios diversos en la oferta de ocio y cultura o reducciones en el precio de los
transportes, etc.), comprenderemos mejor
porque sea ha producido esa gran reducción de la pobreza entre los mayores de
65 años, en contraste con lo sucedido con el resto de la población.
Avance social que no ha venido del cielo y que tiene dos responsables:
los sindicatos que en las empresas han luchado incansablemente por mejorar las
condiciones salariales y han situado la defensa y mejora de las pensiones como
una de sus prioridades de reivindicación y negociación y en segundo lugar la voluntad política de los sucesivos
gobiernos del PSOE y del PP, a través del Pacto de Toledo, para consolidar y
desarrollar el sistema publico de
pensiones. Dinámica de mejora que desgraciadamente empezó a romper el PSOE en
el año 2010 y que ha acentuado el PP, tanto en el ámbito estatal como en la mayoría
de los gobiernos autonómicos.
Y esa nueva política de recortes, además de ser injusta socialmente, es
suicida económicamente. La reducción de la pobreza en los mayores se ha
traducido en dos fenómenos con efectos positivos en la economía: la elevación
de la capacidad de consumo de casi el 20% de la población y el convertirse en
un importante apoyo para sus familias afectadas en mayor medida por la crisis y
el paro.
Por tanto recortar derechos sociales para los mayores y frenar la
mejora de las pensiones y no digamos reducir su capacidad adquisitiva, tendrá
consecuencias nefastas para la reactivación económica de España.
En definitiva el sistema publico de pensiones es pan para hoy y para
mañana, es un muro contra la pobreza, un estimulo para el empleo. Seria una
locura hacer caso a los neoliberales que desde ya los lejanos años 70 pugnan en
nuestro país por reducir primero y cargarse después nuestra Seguridad Social.
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