martes, 30 de octubre de 2012

GRIÑAN NO PUEDE SER LA SOLUCION DEL PSOE







No se si son ciertos los rumores de que el Presidente del PSOE y de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñan, quiere sustituir a Pérez Rubalcaba al frente de los socialistas.

Que Rubalcaba, a pesar de su indudable capacidad y experiencia política, no  puede protagonizar la recuperación del PSOE es algo que tienen claro la mayoría de la ciudadanía, incluyendo los propios militantes, simpatizantes y votantes socialistas. Pero de ahí a la oportunidad de su sustitución por Griñan va un abismo.

Conozco a Griñan desde hace casi 40 años, cuando era uno de los pocos Inspectores de Trabajo progresistas que había en la Delegación de Trabajo de Madrid a mediados de los años 70. A mi me tocaba enviar a estos inspectores quincenalmente el  periódico del PCE, “Mundo Obrero”; no les debimos convencer, por que casi todos y entre ellos Griñan,  terminaron en el PSOE, pero nos ayudaron lo que pudieron a los abogados laboralistas y a los trabajadores madrileños.

Volví a encontrarme con Griñan en 1992, cuando Felipe González le nombro Ministro de Sanidad  y eligió a otro Inspector de Trabajo, Marcos Peña, como segundo del Ministerio. Marcos era mas de izquierdas y yo  mantenía con el una buena amistad, por diversas razones. Como estaba de portavoz de CCOO en el Consejo General del INSALUD, nos vimos varias veces y siempre me causo una buena impresión. Después volvimos a coincidir, el ya como Ministro de Trabajo y Seguridad Social, Marcos como Secretario General de Empleo  y yo como Director del IMSERSO y el entendimiento siguió siendo bueno.

Griñan, además de ser una pers ona simpática y cariñosa, que cuida mucho su imagen en todos los aspectos, es un socialdemócrata moderada, felipista a tope, con una buena formación y experiencia de gestión.  Es un comunicador cercano y habla como la gente normal; lo que no siempre es frecuente en personas que llevan muchos años en puestos de responsabilidad política; quizás influya que nunca ha sido un personaje de “aparato”, sino un hombre de servicio publico.

Así que y en resumen, tengo una buena opinión sobre el. Pero es un hombre de la generación de Rubalcaba y por tanto vinculado en el imaginario ciudadano al equipo que de una u otra forma ha llevado al PSOE al desastre, aunque él directanmente no haya tenido gran responsabilidad en la dirección estatal de los socialistas. Por lo que no creo que sea el más adecuado para protagonizar un proyecto de cambio que conecte con  la sociedad española que esta por debajo de los 40 años.

Es cierto, que antes que nada los socialistas necesitan definir sus propuestas frente a la crisis, la renovación del sistema democrático y un nuevo modelo de Estado. Tareas que no son fáciles y que requieren  desatar muchas amarras con su pasado reciente.

Pero si el proyecto es la clave, las personas son decisivas. Y los socialistas tienen que dar un salto generacional, no por razones de edad o por un rejuvenecimiento artificial de su imagen; hay muchos jóvenes envejecidos mentalmente y muchos viejos jóvenes de cabeza y espíritu, esa no es la cuestión. De lo que se trata es de promover dirigentes que no hayan estado directamente involucrados con la política de la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero o con la mala gestión que han tenido  en determinados Ayuntamientos y Comunidades Autónomas.

¿Y donde están esos mirlos, sino blancos, al menos suavemente encarnados? Desde luego no se ven muchos. Personalmente creo que Tomas Gómez, Secretario General de Madrid y  Paxti López son los que mas se aproximan a ese perfil. Son gente claramente de izquierdas, tienen ideas, principios, experiencia política y gestora, son cercanos, pueden conectar con facilidad con las nuevas generaciones,….Tienen por supuesto sus condicionantes y sus limitaciones, pero ¿quién no?

En todo caso lo que menos necesita ahora el PSOE es una bronca en su cúpula dirigente, pero tampoco seria inteligente cerrar los ojos y las filas y pensar que aquí no pasa nada y a esperar al año 2016 para hacer la renovación, como dice Rubalcaba.

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