Las páginas de internacional del periódico “El País” no se caracterizan
precisamente por su progresismo. Pero en lo que respecta a Latinoamérica están
claramente posicionadas a favor de los gobiernos neoliberales, mantienen una
cierta neutralidad con los progresistas moderados (Brasil y Uruguay) y son
extremadamente hostiles con los que consideran populistas antiliberales,
(Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina).
En ese posicionamiento de este periódico pesa en buena medida los
negocios editoriales del grupo PRISA en America del Sur y claro, la pasta es la
pasta. Pero de la sistemática ridiculización de Evo Morales y Cristina Kirchner,
han pasado a una ofensiva desestabilizadora del gobierno de Hugo Chávez, que en
la campaña electoral que termina este domingo ha sido de un descaro excesivo.
El periódico ignora una y otra vez que Chávez ha sido elegido y
reelegido democráticamente; que su gobierno es respetuoso con las libertades y
derechos democráticos, incluyendo unos medios de comunicación de derechas tremendamente
agresivos.
No soy chavista y hay muchas cosas que dice o hace Hugo Chávez que no
comparto; pero no tengo la menor duda de que si fuera un campesino o un
trabajador venezolano el domingo le votaría.
No se si ya he escrito en el blog sobre mi experiencia en Venezuela en
el otoño del 2002. Un viaje inolvidable. Además de la participación en un
Congreso sobre políticas sociales y de un día precioso en una playa caribeña, tuve la ocasión de ver
dos magnas manifestaciones.
Una organizada por la oposición. Indescriptibles las cosas que le
llamaban al presidente Chávez y su gobierno. Era pura clase alta y media alta,
como salidos todos del Barrio de Salamanca de Madrid. Muchos, es cierto, pero
todos blancos, blancos. Al día siguiente fui a la de los partidarios de Chávez.
Eran más, pero sobre todo lo significativo es que eran todos trabajadores y
campesinos, todos mestizos o indios.
Y me llamo especialmente la atención que cuando volvimos al hotel,
llevando el pañuelo chavista al cuello, nos miraban los demás huéspedes con muy
muy mala cara.
Un país desgraciadamente polarizado, resultado de muchos años de
dominio y explotación de una minoría a una inmensa mayoría. Una fractura social
muy negativa y no fácil de superar.
No se si Hugo Chávez ha hecho lo suficiente para superar esa fractura y
para atraerse a los sectores moderados de las clases medias. Me temo que no.
Pero de lo que no hay duda es que se ha volcado en mejorar las condiciones de
vida y trabajo de millones de personas, que hasta ahora habían estado
marginados en la clasista sociedad venezolana.
No se que va a suceder este domingo. Quien va a ganar las elecciones.
Espero que lo haga Chávez. Y espero que su triunfo democrático lo aproveche
para restañar las divisiones del país, al menos con la parte más razonable de
la oposición y contribuya a ir preparando el inevitable postchavismo.
Y espero que “El País”, si gana Chávez, juegue limpio y no continúe con
esa ofensiva actitud contra un gobierno democrático. Aunque para Juan Luis
Cebrian, los herederos de Polanco y sus socios, la pela es la pela.
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