El 36’2% de los gallegos y el 34’1 de los vascos han decidido
abstenerse en las elecciones del domingo. Si a ello añadimos los votos nulos y
blancos que en Galicia han superado el 5’1% y en el País Vasco el 2’1,
llegaremos a la conclusión de que la abstención y los disconformes con las
ofertas electorales existentes, han ganado las elecciones, especialmente en
Galicia.
No es una buena noticia, para nadie. Desde luego para la izquierda no
lo es. Pero tampoco para el PP que ha lanzado las campanas al vuelo,
presentando el triunfo de Núñez Feijoo también como un respaldo a la política
de Rajoy. El PP ha perdido casi 140.000 votos, que no es una nimiedad y en el País
Vasco mas de 26.000.
Es evidente que la revalidación de la mayoría absoluta en Galicia
políticamente refuerza a Rajoy y al PP, pero no creo que sean tan necios como
para no darse cuenta de que los datos de la abstención y su perdida de votos no
son precisamente un respaldo a lo que vienen haciendo. Por otra parte el
triunfo del nacionalismo en el País Vasco, a pesar de las muy sensatas palabras
de Urkullu anoche, abren una nueva complicación al gobierno de Rajoy, que sigue
sin asumir que no se puede continuar ni un minuto mas ignorando el crecimiento
de los nacionalismos y que hay que pensar en formulas razonables de convivencia
en un Estado federal.
El desastre del PSOE estaba cantando. A pesar de la buena gestión de
Patxi López y del discurso nítidamente progresista que ha caracterizado su
campaña electoral para evitar la tenaza del nacionalismo, no ha podido ocultar
el gran error de su legislatura: el haber gobernado con el apoyo explicito del
PP. A pesar de la ruptura del pacto en
los últimos meses, el electorado vasco no lo ha olvidado y que conste, que
personalmente tanto Basagoiti como la actual dirección del PP vasco me parecen
personas sensatas y posiblemente la mejor dirección y orientación que pueda
tener la derecha española en el País Vasco; pero esa realidad no es óbice para
constatar las consecuencias que esa colaboración ha tenido en una sociedad todavía muy
polarizada.
Lo del PSOE en Galicia es fiel reflejo de un candidato sin tirón, sin
discurso político convincente, en un partido fracturado. No ha inspirado
confianza al electorado progresista, una parte del cual ha preferido votar a la coalición de
izquierdas encabezada por Beiras.
Pero más allá del desastre, injusto en el caso de Patxi López y
merecido en el de Patxi Vázquez, estas
elecciones son un ultimátum a Rubalcaba. No puede seguir ni el ni su equipo. El
PSOE tiene que hacer una profunda renovación de políticas y de equipo de dirección,
por su propio bien y desde luego por el bien de los progresistas españoles,
porque sin el PSOE no vamos a ninguna parte. La puntilla pueden ser las
elecciones catalanas, donde ya es difícil evitar la debacle socialista. Pero
tras el 25 de noviembre los socialistas tienen que abrir un profundo proceso de
reconstrucción.
Las elecciones vascas y gallegas también han dejado un mensaje muy
claro a IU. Allí donde practica una política abierta, unitaria, obtiene
formidables resultados, como ha
reflejado el audaz y positivo acuerdo logrado con los nacionalistas de
izquierdas de Beiras, con Equo y otros sectores progresistas. Allí donde
prevalece el sectarismo y la división, como es el caso del País Vasco, son
borrados del mapa. Esperemos que Cayo Lara y la dirección de IU tome buena nota
de lo sucedido en ambos sitios.
En cuanto EH Bildu ha tenido unos buenos resultados, aunque por debajo
de lo que esperaban. Para ellos se acabo
el tiempo de las lamentaciones y victimismos, a veces justificados por la
torpeza de los partidos estatales, ahora empieza el tiempo de hacer política.
Veremos si son capaces de hacer gobernable el País Vasco con Urkullu al frente
y su apoyo sirve, sobre todo, para que el PNV no haga políticas neoliberales.
Aunque yo preferiría un gobierno de coalición PNV-PSOE.
Por ultimo, ese 40% de la ciudadanía que se ha quedado al margen de los
dos procesos electorales, aun sabiendo
la importancia que ambos tenían, debería ser el motivo de mayor preocupación de
todos los partidos. Este sí que es un problema y no podemos ocultarlo bajo excusas
de que en ambas autonomías la abstención siempre ha sido alta. Porque estos
datos se suman al deterioro que están sufriendo las instituciones políticas de
nuestro país y ese es un grave peligro para la democracia que debemos afrontar
cuanto antes.
Dice Hector que "Allí donde prevalece el sectarismo y la división, como es el caso del País Vasco, son borrados del mapa. Esperemos que Cayo Lara y la dirección de IU tome buena nota de lo sucedido en ambos sitios."
ResponderEliminarYo diría que Gaspar e IAb deberían reflexionar también sobre el hecho de que que en Euskadi no hubiese habido este desastre electoral si IAb hubiese hecho con Ezker Batua lo que hizo el año pasado el PCE con el PC de Asturias: prohibirles de forma rotunda presentar candidatura y apoyar pública y plenamente a la federación local de IU, en la que, por cierto, domina IAb.
Era tan fácil como eso pero Gaspar no lo ha querido hacer y tendría que explicar por qué.