Cuando era muy joven y muy de izquierdas cantaba aquello “Dicen que la
patria es un fusil y una bandera, mi patria son mis hermanos que están labrando
la tierra”. La compuso Chicho Sánchez Ferlosio y la hicieron famosa los Quilapayún.
Hoy se ha celebrado el día nacional de España. La izquierda, o al menos
una parte de ella, no hemos sido nada dados a celebrar fiestas patrióticas. Por
ser internacionalistas y también por rechazar el modelo de patria que nos habían
inculcado en el franquismo y que recordábamos cada vez que pasábamos por delante de
un cuartel militar o de las fuerzas de orden publico y leíamos aquello de “Todo
por la Patria”. Ni siquiera simpatizábamos
con el equipo de futbol nacional.
Reconozco que cuando viajaba por otros países me daba una cierta
envidia el apego y el respeto a la bandera y la identificación general de toda
la población, por encima de las ideologías, con la idea y los símbolos patrióticos.
Algo que no sucedía en España.
Como también ha sido una seña de identidad de parte de la izquierda hablar de “Estado
Español”, o aun peor, de “este país”, como sucedáneo de España.
No siempre fue así entre la
izquierda. En el siglo XIX, desde las Cortes de Cádiz, las fuerzas del progreso
se identificaron con la Nación Española, con la Patria, con la bandera. En la
Guerra Civil, una parte de los republicanos, entre ellos los comunistas,
apelaron al sentimiento patriótico para defender la Republica frente a la
intervención de nazis alemanes y
fascistas italianos. Pero tras la derrota nos quedamos sin patria.
En la transición parecía que las cosas iban a cambiar. Y aunque en aquel PCE de abril de 1977
aceptamos la bandera roja y gualda, la mayoría lo hizo por obediencia militante
a la dirección a la que pocas cosas se le discutían. De hecho en cuanto
Santiago Carrillo dejo de tener mando en plaza en el partido y más aun cuando
fue excluido del mismo con sus seguidores, de nuevo empezó a resurgir la
bandera tricolor de la II Republica en las actividades del PCE y después de IU.
Las cosas ahora no son muy propicias para una convivencia bajo una sola
bandera y una identificación con la patria española. Y eso no es positivo para
nuestra sociedad ni desde luego para hacer frente a los retos de la salida de
la crisis.
No se trata de hacer gestos formales hacia la galería, como la
gigantesca bandera que coloco José Bono siendo Ministro de Defensa en la Plaza
de Colon, ni las adulaciones que algunos Ministros socialistas hacían a las
Fuerzas Armadas. Ni mucho menos volver a las esencias del rancio nacionalismo
españolista, que propugnan sectores del PP y de
UPyD.
Se trata mas bien que la ciudadanía se sienta participe y protagonista
de la historia de nuestro país; que los jóvenes no se vean por tercera o cuarta
vez en los últimos cien años a coger la maleta y marcharse a buscarse la vida
fuera de España; que no se tenga toda la consideración con los bancos y las
multinacionales españolas y se olvide al 25% de la población que vive en riesgo
de pobreza o exclusión social; que no se den todas las facilidades para que un
especulador extranjero venga a Madrid a explotar a nuestros parados en un
negocio de juego, drogas y prostitución, mientras se siguen recortando
derechos.
Yo quiero ser patriota, sentirme orgulloso de ser español, colgar la
bandera roja y gualda en mi balcón los días de fiesta, conocer y recordar los
grandes hitos de nuestra historia, pero esa España que quiero, tiene muy poco
que ver con la España secuestrada por especuladores, corruptos, banqueros,
multinacionales,….
Desde luego no desisto de conseguirlo. Me gustaría que el día de mi
muerte pudieran poner encima de mi ataúd la bandera roja del movimiento obrero
y la bandera de España.
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