Ya he terminado el Seminario en
Riga. He paseado mucho por esta bella ciudad y he ido conocer el Mar Báltico,
gris, sin olas y muy frío. Tanto andar ayuda a pensar en muchas cosas, lo que
no siempre haces en el tran tran de la vida cotidiana.
Estaban sindicalistas de doce países de la Unión Europea y era el
primer encuentro al que acudía de este tipo desde hace 6 años, antes de la
crisis. Y lo cierto es que ha sido interesante, aunque deprimente.
No conseguimos avanzar en propuestas comunes. Seguimos cada uno en
nuestras fronteras nacionales. Y da la impresión de que nos movemos entre la
impotencia y el radicalismo, que son dos caras de la misma moneda.
Ya en el hotel, una mezcla de “Art Nouveau” y “kitsch neo romántico”,
me pongo a leer la prensa española y hay algunas noticias que no me gustan un
pelo.
Por una parte la iniciativa de rodear el Congreso de los Diputados el próximo
día 25 de septiembre, sabiendo de antemano que se iba a prohibir y que puede
dar lugar a enfrentamientos en la calle con la policía. Una cosa es que estemos
en contra de lo que esta votándose en las Cortes por mayoría absoluta del PP
(con ayuditas oportunas del nacionalismo de derechas) y otra vulnerar un
principio constitucional como es el de no poder manifestarse ante el Congreso.
En la Carrera de San Jerónimo se sientan los que fueron votados el 20
de noviembre o los que se beneficiaron de la abstención propiciada por sectores
alternativos que ahora llaman a la manifestación. Podían haberlo pensado antes.
Tras la gran concentración y las marchas y mareas del día 15 de
septiembre, la convocatoria del Congreso es un desahogo radical minoritario que
no lleva a ninguna parte, por no querer pensar que es un intento de recuperar
el protagonismo perdido en los últimos meses frente a la nueva estrategia
unitaria propiciada por CCOO y UGT.
Mas me ha preocupado algo que he oído ya por segunda vez a Gaspar
Llamazares, proponiendo un debate sobre la utilidad de estar en el euro,
abriendo la posibilidad de cuestionarnos nuestra participación si la crisis
sigue como hasta ahora y nos siguen llegando propuestas de recorte social desde
Bruselas o desde Frankfurt.
En mi opinión pensar siquiera en replantearse el euro es una huida
hacia delante, un error histórico, un favor al capitalismo especulativo, una
vuelta hacia la total desregulación económica y en el caso concreto de nuestro país
la vuelta a la autarquía y a convertirnos en un paraíso aun mayor de las
multinacionales. Nosotros no somos ni Noruega ni Suiza que pueden vivir fuera del
euro y con prosperidad económica.
El camino es justo el contrario. Más unidad económica y fiscal. Más
unidad de los mercados. Más unidad por supuesto en políticas sociales, medio
ambientales y laborales.
Construir Europa, mas aun en medio de una profunda crisis, lo he dicho
en otros post de este blog, ni es fácil ni rápido. La apuesta por el euro fue
una audaz decisión y si algo se le puede reprochar es que fue demasiado rápida,
pero una vez lograda la moneda única, ni se nos ocurra volver atrás.
El problema somos nosotros. La izquierda política y sindical que en la
mayor parte de Europa ha perdido la mayoría social en aras de la derecha y los
nacionalismos. Pero la culpa no es del euro, es de nosotros, unos, los de la
tradición comunista, por quedarnos sin las referencias históricas y ser
incapaces de actualizar nuestro pensamiento y otros, la socialdemocracia, por
haber sucumbido sus dirigentes y gobiernos a los cantos de sirena del
neoliberalismo.
Pero en la recuperación de la mayoría política y social, no hay atajos,
ni caminos radicales. Tendremos que escuchar a la gente, reflexionar y
estudiar, conocer mejor el mundo en que vivimos, renovar elites dirigentes,
perder complejos y trazar propuestas ilusionantes y convincentes, garantizar el
protagonismo de las mujeres, aglutinar las reivindicaciones de las diversas minorías….
Claro que todo esto es más complicado y costoso que la tentación de
tirar por la calle de en medio.
Ya se que todo esto que he escrito va a gustar poco a algunos de mis
amigos. Que le vamos a hacer. Pero no nos pongamos demasiado dramáticos. Y por
eso hoy de foto recojo unos puestos de flores de uno de los parques de Riga.
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