No tengo ganas de escribir de algunas cosas que la derecha esta diciendo por ahí sobre el Tribunal Constitucional, porque no les gusta la sentencia sobre SORTU. Ya que estamos en fin de semana prefiero algo más amable. Música.
En los últimos días he escuchado tres cosas que me han llevado a la reflexión de lo difícil que es recrear la música del pasado con sonidos del presente. Dos discos y una Opera: Neil Young & Crazy Horse y su reciente “Americana”, Los Evangelistas y su disco “Homenaje a Enrique Morente” y la Opera “Poppea e Nerone” de Monteverdi, con orquestación de Philippe Boesmans y dirección musical de Sylvain Cambreling. En los tres casos una música original formidable y unos intérpretes de una calidad contrastada no aciertan en sus resultados.
Neil Young, como es sabido, es un músico canadiense de casi 67 años, con una larguísima trayectoria que inicio en 1965 con el grupo de folk rock The Buffalo Springfield, que formo parte de la legendaria aunque breve agrupación Crosby, Stills, Nash & Young y que en su carrera en solitario ha grabado nada menos que 44 discos, algunos tan magníficos como “After the gold rush” y sobre todo “Harvest” y también algunos horrorosos como “Trans”. A menudo con el grupo The Crazy Horse y otras en solitario pero con buenos músicos de apoyo. Young suele hacer buenos discos en la onda folk rock o country rock, salvo cuando se le cruzan los cables y se dejan llevar por un sonido rockero sucio, rayano en el heavy o en el punk. Y ahora acaba de publicar este “Americana” con un repertorio muy variopinto, que va desde la inmortal “This land is your land” de Woody Guthrie, hasta las clasicas “Oh Susannah”, “My Darling Clementine”o “Tom Dooley” pasando por un éxito del estilo doo wop de los años 50, “Get a Job” o el “God save the Queen”. Hay versiones más conseguidas que otras, pero en general las masacra metiendo unos guitarrazos ariscos sin ton ni son. Porque además ni siquiera tienen la gracia rompedora de otros grupos punkis o alternativos, aunque hay que reconocer que el disco va mejorando según avanzan las canciones. Eso sí ha sido un gran éxito en USA, llegando al numero 4 de ventas, algo que hacia muchísimos años que no conseguía Neil.
Si a Neil Young se le va la mano decibelica, Los Evangelistas pecan de todo lo contrario. El maestro flamenco Enrique Morente realizo en 1996 el disco “Omega”, una de sus incursiones mas vanguardistas acompañado del grupo de rock granadino Lagartija Nick. Fue un disco esplendido pero polémico, nada fácil de digerir para el mundo flamenco y desde luego para el público en general. Hace unos meses se formo el grupo Los Evangelistas, con tres músicos del grupo también granadino Los Planetas y el cantante de Lagartija Nick y su primer disco y actuaciones se han centrado en un homenaje al cantaor desgraciadamente fallecido. El disco con 12 canciones, compuestas o arregladas por Enrique Morente, y con significativas colaboraciones como Carmen Linares, Aurora Carbonell o Solea Morente, resulta excesivamente plano, hay muy poco de la fuerza de Enrique Morente. No es que sea un mal disco, se deja escuchar tranquilamente, pero deja frío y eso que Los Planetas en sus últimos discos estaban evolucionando desde sus orígenes muy influenciados por los grupos cool anglosajones como Joy Division hasta un sonido próximo al flamenco.
Y en cuanto “Poppea e Nerone”, una opera de por si larga y no fácil de seguir, al director de escena se le ha ocurrido añadir un prologo teatral y sin música con textos de Hobbes, Foucault, Isherwood o Derek Jarman que no añaden nada a la opera y resultan, a pesar de la excelente actuación del personaje de Seneca, bastante pegote. La adaptación escénica en una especie de fría gran oficina que me recordaba a la de la película “El apartamento” de Billy Wilder, marca tremendas distancias con el publico y para colmo hay un elenco de bailarines-gimnastas que uno no sabe muy bien que hacen allí. Si a todo ello se le añade un sesgo lesbico en algunas escenas o de erotismo heredero de “Portero de Noche” de Liliana Cavani, sin que venga mucho a cuento, se explica que el público desertara en buena parte tras el intermedio. Para ser justos los arreglos musicales, incorporando instrumentos impensables en tiempos de Monteverdi como el xilofón, resultan por lo general un acierto. No soy un talibán conservador en materia operística, pero modernizar a grandes clásicos no es tarea fácil y puede resultar un riesgo excesivo. Pero a veces se consigue, como p.e. en la temporada del 2008 hubo en el Teatro Real una excelente versión moderna de otra opera de Monteverdi, L’Orfeo; claro que la batuta era de William Christie y Les Arts Florissants, casi nada.
En fin que para recrear obras que ya pertenecen al patrimonio colectivo de los amantes de la música o se es muy imaginativo y creativo o puede ser un fiasco.
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