martes, 5 de junio de 2012

LA AMNISTIA FISCAL Y LOS ALEMANES



La primera vez que allá por 1988 acudí en Bruselas a un comité tripartito de la entonces Comisión Europeo, quede profundamente impactado por las posiciones de los representantes de la DGB, la potente central sindical alemana. Sistemáticamente hacían frente común con su patronal y su gobierno frente a las peticiones de los sindicatos del sur de Europa. Los sindicalistas holandeses también andaban en la misma onda, pero me importaban menos. Mi reacción fue simple e inequívoca: estos son unos reformistas incorregibles, vendidos al capital. La verdad es que me costo tiempo desprenderme de ese prejuicio y entenderles. Era tan sencillo como que los trabajadores alemanes no estaban dispuestos a que con sus impuestos se subvencionara la corrupción, el fraude fiscal, los bajos impuestos y la economía sumergida de un país como España. Que una cosa era la solidaridad de clase y otra muy diferente ser los paganinis de los evasores de impuestos de otros países.

Viene a cuento esto de la cuarta amnistía fiscal que nuestros compatriotas  bandidos obtienen de un gobierno democrático. Una con la UCD, dos con el PSOE y la última con el PP. Aunque la que ha hecho Rajoy supera con mucho la permivisidad de las anteriores. Esta ultima ha sido de plena barra libre, en un país, que no olvidemos, es en el que circulan mas billetes de 500 euros, en el que los notarios tiene en sus despachos una o varias salas reservadas para los pagos en dinero negro, cuyos puertos están llenos de yates, que tiene un parque automovilístico de coches de alta cilindrada como no se ve en el resto de Europa y cuyas administraciones publicas, además de hacer por doquier obras faraónicas que tampoco abundan por ahí fuera, tienen la desfachatez de no pagar las facturas, entre ellas unas cuantas a empresas multinacionales alemanas.

Supongo que Merkel, su ministro de economía, su patronal y los sindicatos, que conocen todo esto muy bien, deben estar echando las muelas con esta amnistía fiscal que acompaña a las peticiones de socorro de Rajoy, Guindos y Montoro.

Es evidente que Merkel, su gobierno, sus empresarios y sus trabajadores no son hermanitos de la caridad y sus finanzas y su empleo se benefician de lo que les compramos los españoles, pero es comprensible que no quieran abrocharse ellos el cinturón, por supuesto unos, los trabajadores, mas que otros, los empresarios, mientras que aquí los inspectores de hacienda llevan años clamando sobre la tolerancia que las administraciones publicas tienen con las diversas formas de fraude fiscal, ahora recompensadas con la amnistía.

Menos mal que mi sindicato ya no me manda a reuniones a Bruselas, se me caería la cara de vergüenza al escuchar a los compañeros de la DGB.    

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