martes, 12 de junio de 2012

LA CRISIS EN LA ESPAÑA RURAL




Hoy lo fácil y lo que a muchos nos pide el cuerpo es restregar a Rajoy y a Guindos el gran éxito que han obtenido con el innombrable r……. Pero no, ya habrán tenido bastante con el telediario de Pepa Bueno en la 1, aprovechando el poco tiempo de independencia que les queda. Prefiero hablar de una cuestión que siendo bien dramática tiene poca presencia en los medios de comunicación: los efectos de la crisis y de los recortes sociales en la España rural, donde viven más de 10 conciudadanos.

Era un hecho evidente que 35 años de democracia han contribuido de manera muy intensa a cambiar los pueblos y acortar las distancias que en calidad de vida tenían con las ciudades. Ahora esos indudables avances están corriendo serios riesgos de vuelta atrás de forma mucho más rápida y con consecuencias aun más negativas que en las ciudades.

Los recortes en educación acarrean cierres de escuelas, concentración de alumnos, reducción del profesorado de apoyo, limitación o desaparición de actividades, incluso supresión de comedores y rutas. El acceso a la educación media y superior, que tradicionalmente había estado vedado a los niños y niñas por sus carencias formativas en la infancia, había favorecido la movilidad y promoción social de la población rural. La desigualdad educativa esta regresando al campo y con ella se reforzara la desigualdad económica y social. La reducción de becas y el encarecimiento de las tasas educativas discriminan aun más a la población de los pueblos con menos recursos.

La mejora de la salud de la población rural ha sido otro logro de una sanidad universal y gratuita en el acceso, con la generalización de los servicios de atención primaria y la descentralización de la red de hospitales intermedios. Esta conquista histórica también empieza a retroceder. Se cierran centros, se reducen tiempos de atención, disminuyen las plantillas, se cobrara el transporte en ambulancia.

Los servicios sociales y los programas de atención a la dependencia que poco a poco se habían ido implantando hasta en los pequeños ayuntamientos, se privatizan, se cierran o se reducen.

Y los recortes en educación, sanidad, servicios sociales y dependencia tienen una especial incidencia en las mujeres. Cuando fallan o se recortan los servicios públicos de bienestar social, solo queda el recurso familiar, es decir las mujeres, que seguirán trabajando fuera de casa, en casa y ahora de nuevo asumiendo las tareas de cuidadoras.

Pero no solo se recortan las políticas sociales. También las culturales, las deportivas, las de ocio, las redes de comunicación y transporte, las de conservación del medio ambiente y la naturaleza y hasta se reducen los recursos de las fuerzas de seguridad. Y puestos a recortar, los bancos cierran oficinas, dejando a muchas personas mayores pensionistas a merced de que vecinos o familiares les puedan acercar a otro pueblo donde aun hay una sucursal.

La ruina de muchos pequeños ayuntamientos que con sus actividades generaban empleo y la desaparición de pequeñas empresas constructoras o ligadas a la construcción, están destruyendo miles de puestos de trabajo.

Claro que a los gobernantes neoliberales todo esto les importa un rábano. Consideran que la inversión y los servicios públicos en el medio rural es un gasto poco productivo y además confían en que como el voto rural es bastante conservador, pase lo que pase seguirán ganando, así que tranquilos que el recorte les sale gratis.

Los jóvenes de los pueblos tendrán un negro futuro y las jóvenes aun peor. ¿Quién va a querer quedarse a vivir en pueblos sin servicios públicos y sin expectativas de empleo? ¿Qué mujer de la España rural va a querer tener hijos?  Los viejos verán truncados las esperanzas que se abrieron en las dos últimas décadas.

La desigualdad y la discriminación están regresando a la España rural, justo cuando finalizan ayudas de la Unión Europea. Si los recortes sociales son injustos para la mayoría de la población, aun lo son mas para los 10 millones de personas que viven en los pequeños y medianos pueblos; que al menos no se sientan ignorados y olvidados.    

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