lunes, 8 de julio de 2013

UN PACTO SOCIAL FRENTE A LA CORRUPCION





Lo hemos visto tantas veces en el cine y series norteamericanas, que pensábamos que estas cosas solo pasaban en la ficción de las películas y que cuando se encienden las luces y sales a la calle, el mundo en el que vivimos no tiene nada que ver con la familia Corleone o con Tony Soprano.

Pues no, aunque nos cueste creerlo como se suele decir la vida es mucho más rica que la ficción.

Lo de Barcenas podría haber dado para varias  temporadas de Los Soprano o para El Padrino IV; por supuesto sin violencia física pero con  parecida dinámica de funcionamiento. Y cabe preguntarse ¿como es posible ese nivel de corrupción chapucera? O eran muy estupidos, que todo es posible, o se sentían intocables, que es lo mas probable.

Ese trasiego de visitas, de maletines llenos de billetes, de viajes a Suiza, de pagos bajo manga, de tratos de favor, de conseguir contratas…etc. ¿es que pensaban que nunca se iba a descubrir? ¿con tanta gente implicada, nadie iba a tener un desliz o irse de la lengua?  

Pero mas allá de los aspectos mas zafios de esta historia, llama la atención que el mayor partido político de nuestro país, con un importantísimo volumen de afiliados, la inmensa mayoría de ellos gente honrada y trabajadora, con un notable poder institucional desde hace casi 20 años, con un perfil de sus máximos dirigentes de altos funcionarios, profesionales o ejecutivos, en la mayor parte de los casos de elevada extracción social y no necesitados de sobresueldos, hayan recurrido a estas vías de financiación y a estos procedimientos ilegales.

Y la pregunta que ingenuamente nos podemos hacer es ¿pero era necesario? Es verdad que nadie, nadie,  esta libre de contaminación corrupta. Pero tan solo CIU se había acercado a esos niveles. Y esto nos lleva a una segunda pregunta ¿Qué hubiera pasado en otros Estados de nuestro entorno con una situación similar? Porque sin duda  en Francia, en Alemania, en Reino Unido, en los Países Nórdicos, también se dan escándalos de corrupción y practicas ilegales; pero hay  dos notables diferencias, no son corrupciones estructurales tan amplias y al que le pillan la paga y el partido o el gobierno lo pone inmediatamente de patitas en la calle.

Solo Italia, tiene rasgos similares a nosotros. Algunos dirán que es el carácter latino y otros la influencia del catolicismo, mas laso con los temas del dinero que el puritanismo  protestante, en especial los calvinistas, como nos enseñó Max Weber en su libro “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”.

La cosa es tan seria que no hay que tomársela a broma, ni frivolizar con ella, ni tampoco alegrarse porque perjudica a la derecha política. Es cierto que los primeros y mas directos implicados son ellos, pero salpica a todo el arco parlamentario y más allá debilita al sistema democrático y en medio de la grave crisis económica, no estamos para eso. No sé como repercutirá a medio y largo plazo este escándalo en el futuro del PP, pero la descomposición de este partido no tendría porque ser una buena noticia. Los que recogieron la herencia  de la Democracia Cristiana en Italia no fue una opción más democrática y centrista, sino Berlusconi. La historia no tiene porque repetirse mecánicamente, pero conviene escarmentar en cabeza ajena.

En mi opinión, además de otras razones, las raíces de fondo hay que buscarlas en la todavía debilidad de nuestro sistema democrático y el poco arraigo de la cultura de la participación social y de la implicación en la vida  política de buena parte de la ciudadanía. Somos, aun, un país que se queja mucho, que critica, que protesta, pero que no da el paso a la corresponsabilidad y al control de  la gestión pública.   Y además arrastramos serios déficits en nuestro sistema legal e institucional, algunos de ellos desde el siglo XIX, en una nación, que como estudiamos de jóvenes, no hizo la revolución burguesa a su debido tiempo como sí hicieron otras naciones.

Tenemos un sistema judicial en el que a menudo se confunden el garantismo del derecho con la lentitud y la burocracia de los procedimientos. Tenemos un Código Penal que, a pesar de las sucesivas reformas, trata muchísimo mejor los delitos de cuello blanco que al camello o al tironero; no hay mas que ver quienes son el 99´9% de la población penal. Tenemos una Agencia Tributaria, cuyos directivos sigue sin implicarse en la lucha sin cuartel contra las diversas formas de fraude, como exigen los mismísimos inspectores. Tenemos una legislación mercantil y civil que permite  los entramados y la ingeniería fiscal para facilitar la opacidad, la evasión y el beneficio irregular. Tenemos una elite empresarial que en lugar de denunciar a las manzanas podridas y las prácticas ilegales, cierra filas y mira para otro lado.  Y para colmo de males hay una increíble tolerancia ciudadana con los delincuentes de alcurnia, como bien reflejan las andanzas de un enemigo público como Mario Conde. La Iglesia Católica que podría y debería generar una movilización social e ideológica contra las practicas mafiosas, esta en otras batallas y con muy pocas ganas de denunciar a los poderosos, como hizo Jesucristo echando a mamporros a los mercaderes del Templo de Jerusalén. Y buena parte de los medios de comunicación inmersos en la frivolidad

Así es difícil generar rechazo y anticuerpos frente a la corrupción. Pero tenemos que ponernos a ello. La izquierda, el centro y la derecha. Tenemos que asentar unas bases de convivencia, respeto, transparencia y honradez, un nuevo pacto social para la regeneración democrática de nuestro país.
  

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