Lo hemos visto tantas veces en el cine y series norteamericanas, que pensábamos
que estas cosas solo pasaban en la ficción de las películas y que cuando se
encienden las luces y sales a la calle, el mundo en el que vivimos no tiene
nada que ver con la familia Corleone o con Tony Soprano.
Pues no, aunque nos cueste creerlo como se suele decir la vida es mucho
más rica que la ficción.
Lo de Barcenas podría haber dado para varias temporadas de Los Soprano o para El Padrino
IV; por supuesto sin violencia física pero con
parecida dinámica de funcionamiento. Y cabe preguntarse ¿como es posible
ese nivel de corrupción chapucera? O eran muy estupidos, que todo es posible, o
se sentían intocables, que es lo mas probable.
Ese trasiego de visitas, de maletines llenos de billetes, de viajes a
Suiza, de pagos bajo manga, de tratos de favor, de conseguir contratas…etc. ¿es
que pensaban que nunca se iba a descubrir? ¿con tanta gente implicada, nadie
iba a tener un desliz o irse de la lengua?
Pero mas allá de los aspectos mas zafios de esta historia, llama la
atención que el mayor partido político de nuestro país, con un importantísimo
volumen de afiliados, la inmensa mayoría de ellos gente honrada y trabajadora,
con un notable poder institucional desde hace casi 20 años, con un perfil de
sus máximos dirigentes de altos funcionarios, profesionales o ejecutivos, en la
mayor parte de los casos de elevada extracción social y no necesitados de
sobresueldos, hayan recurrido a estas vías de financiación y a estos procedimientos
ilegales.
Y la pregunta que ingenuamente nos podemos hacer es ¿pero era
necesario? Es verdad que nadie, nadie, esta libre de contaminación corrupta. Pero tan
solo CIU se había acercado a esos niveles. Y esto nos lleva a una segunda
pregunta ¿Qué hubiera pasado en otros Estados de nuestro entorno con una situación
similar? Porque sin duda en Francia, en
Alemania, en Reino Unido, en los Países Nórdicos, también se dan escándalos de
corrupción y practicas ilegales; pero hay dos notables diferencias, no son corrupciones
estructurales tan amplias y al que le pillan la paga y el partido o el gobierno
lo pone inmediatamente de patitas en la calle.
Solo Italia, tiene rasgos similares a nosotros. Algunos dirán que es el
carácter latino y otros la influencia del catolicismo, mas laso con los temas
del dinero que el puritanismo protestante, en especial los calvinistas, como
nos enseñó Max Weber en su libro “La ética protestante y el espíritu del
capitalismo”.
La cosa es tan seria que no hay que tomársela a broma, ni frivolizar
con ella, ni tampoco alegrarse porque perjudica a la derecha política. Es
cierto que los primeros y mas directos implicados son ellos, pero salpica a
todo el arco parlamentario y más allá debilita al sistema democrático y en
medio de la grave crisis económica, no estamos para eso. No sé como repercutirá
a medio y largo plazo este escándalo en el futuro del PP, pero la
descomposición de este partido no tendría porque ser una buena noticia. Los que
recogieron la herencia de la Democracia
Cristiana en Italia no fue una opción más democrática y centrista, sino
Berlusconi. La historia no tiene porque repetirse mecánicamente, pero conviene
escarmentar en cabeza ajena.
En mi opinión, además de otras razones, las raíces de fondo hay que
buscarlas en la todavía debilidad de nuestro sistema democrático y el poco
arraigo de la cultura de la participación social y de la implicación en la
vida política de buena parte de la ciudadanía.
Somos, aun, un país que se queja mucho, que critica, que protesta, pero que no
da el paso a la corresponsabilidad y al control de la gestión pública. Y además arrastramos serios déficits en
nuestro sistema legal e institucional, algunos de ellos desde el siglo XIX, en
una nación, que como estudiamos de jóvenes, no hizo la revolución burguesa a su
debido tiempo como sí hicieron otras naciones.
Tenemos un sistema judicial en el que a menudo se confunden el garantismo
del derecho con la lentitud y la burocracia de los procedimientos. Tenemos un Código
Penal que, a pesar de las sucesivas reformas, trata muchísimo mejor los delitos
de cuello blanco que al camello o al tironero; no hay mas que ver quienes son
el 99´9% de la población penal. Tenemos una Agencia Tributaria, cuyos
directivos sigue sin implicarse en la lucha sin cuartel contra las diversas
formas de fraude, como exigen los mismísimos inspectores. Tenemos una
legislación mercantil y civil que permite los entramados y la ingeniería fiscal para
facilitar la opacidad, la evasión y el beneficio irregular. Tenemos una elite
empresarial que en lugar de denunciar a las manzanas podridas y las prácticas
ilegales, cierra filas y mira para otro lado.
Y para colmo de males hay una increíble tolerancia ciudadana con los
delincuentes de alcurnia, como bien reflejan las andanzas de un enemigo público
como Mario Conde. La Iglesia Católica que podría y debería generar una
movilización social e ideológica contra las practicas mafiosas, esta en otras
batallas y con muy pocas ganas de denunciar a los poderosos, como hizo Jesucristo
echando a mamporros a los mercaderes del Templo de Jerusalén. Y buena parte de
los medios de comunicación inmersos en la frivolidad
Así es difícil generar rechazo y anticuerpos frente a la corrupción.
Pero tenemos que ponernos a ello. La izquierda, el centro y la derecha. Tenemos
que asentar unas bases de convivencia, respeto, transparencia y honradez, un
nuevo pacto social para la regeneración democrática de nuestro país.
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