A veces, no muchas, da gusto leer el periódico. Por ejemplo hoy 22 de
julio. Las declaraciones y actitudes de dos dirigentes del renovado PP del País
Vasco, Iñaki Oyarzabal y Borja Semper claramente favorables a demostrar ante la
ciudadanía la máxima transparencia de las cuentas de este partido frente las
denuncias de Barcenas, que se suman al posicionamiento hace unos días de la
nueva Presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, son un evidente reflejo de que afortunadamente
para nuestro país no todos los políticos de la derecha son iguales.
Pero sobre todo quería referirme a la excelente entrevista que dos redactores de El País realizan al
Presidente de la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional, Ricardo Bodas.
Tengo que decir que fuimos camaradas y soy amigo de él y siempre le he tenido
una alta estima desde que era un sólido dirigente estudiantil en la Facultad de
Derecho de la Complutense en los primeros años 70. Lo que no contamina mi
opinión sobre esta entrevista.
Ricardo tuvo una larga experiencia como abogado laboralista, después
como Magistrado de Trabajo, luego como cargo público en el Ministerio de
Justicia y por último en la Audiencia Nacional. Desde el rigor técnico y el
escrupuloso respeto por la ley, su trayectoria en defensa de los derechos de
los trabajadores es inmejorable. Suyas son algunas de las sentencias más
innovadoras y más valientes de los últimos años dictadas por la Audiencia. Pero
no pretendo hacer una panegírico, por otra parte innecesario, de este juez.
Lo que quiero destacar es el interés de la entrevista, sin duda de gran
contenido jurídico, pero también de evidente compromiso político progresista.
No elude las críticas a la legislación laboral, a la ineficacia de las
sucesivas reformas laborales y sus carencias, pero desde el papel que los jueces
deben tener de aplicación de la ley, sin invadir competencias parlamentarias o
gubernamentales.
Ricardo no da lecciones ni consejos sino argumentos, demuestra que esta
en las antípodas de los jueces estrella, de diverso signo, que tan a menudo reclaman protagonismo. Por
el contrario toda la entrevista es un canto al papel fundamental de la
negociación colectiva, (hoy gravemente amenazada por las reformas del gobierno
y la actitud de la CEOE), a la función
de los sindicatos y empresarios y a la labor meramente subsidiaria de la
jurisdicción laboral. Lo que defiende es que funcionen bien las relaciones
laborales en la empresa, que haya transparencia y voluntad negociadora entre
las partes. Desde una posición claramente progresista no se apunta al fácil maniqueísmo antiempresarial ni tampoco se le
caen los anillos al decir que los sindicatos deben asumir que en las
negociaciones a veces hay que “dejarse pelos en la gatera”. No se puede ser más
equilibrado y a la vez comprometido en unos tiempos en que esta tan de moda
meterse con los sindicatos.
Leer la entrevista es muy recomendable por varias razones. Para empezar
se demuestra que cuando el entrevistado es una persona seria, es quien
realmente conduce y reconduce la entrevista, huyendo de banalidades y lugares
comunes en los que incurren muchos periodistas. En segundo lugar, desde el
rigor jurídico pero también desde la
claridad expositiva, pone de relieve los verdaderos resultados de las
ultimas reformas laborales, que se concretan en debilitar y reducir los derechos de los trabajadores. Por último
refleja perfectamente lo que es la esencia de la distribución de poderes en la
democracia, entre el ejecutivo, el legislativo, el judicial y la sociedad civil
a través de los agentes sociales.
Toda una lección de derecho y democracia, que en los tiempos que corren
no es fácil encontrar. Ojala el actual presidente del Tribunal Constitucional
fuera como este juez o para no ser sectarios, la antigua presidenta del mismo
Tribunal, María Emilia Casas, que colaboro
de manera irresponsable en la nefasta sentencia sobre el Estatut de Cataluña.
Que personas como Ricardo Bodas
tengan las ideas tan claras y desempeñen una importante responsabilidad
judicial, o que en el PP haya dirigentes como los antes referidos, nos
demuestra que no todo va mal en España, ni mucho menos.
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