Parece que poco a poco los socialistas empiezan a salir del estado de
shock en que se sumieron tras la catástrofe electoral municipal,
autonómica y estatal del año 2011. Aunque muchos, unos con alegría, otros con
tristeza, creían que el PSOE estaba en el camino de la descomposición
absoluta, un partido de más de 125 años de historia y con profundo arraigo en
el pueblo español, no desaparece así como así. Los socialistas han atravesado
largos periodos de crisis en el pasado, pero en sus filas y en su indudable ámbito
de influencia social acumulan suficiente masa crítica para volver a salir
adelante. Y eso es bueno, muy bueno para nuestro país.
La propuesta de renovar el modelo de estado, mediante un diseño más
federal, podrá gustar mucho o poco, parecer suficiente, excesiva o escasa. A mi
me parece sensata y razonable, mas aun viniendo de un partido con tendencias centralizadoras
en buena parte de su dirección, afiliación y
votantes. Pero sobre todo ha tenido la virtud de mover el tablero, de
afrontar el tremendo desafío de los independentistas catalanes (y vascos, no lo
olvidemos) y de no esconderse tras la suicida pasividad del gobierno del PP o
lo que es peor en su goteo de medidas recentralizadoras.
El PSOE ha puesto encima de la mesa una alternativa cuasi federal. No
muy distinta de lo que tenemos
actualmente y a la que hemos llegado por la vía de los hechos, que ha ido
claramente más allá de lo inicialmente pretendido por los constituyentes en
1978. En resumen la propuesta socialista
nos dice que no hay que ir para atrás, pero tampoco hacer una irresponsable
fuga hacia delante; se trata de dar rango constitucional al estado cuasi
federal que de hecho tenemos, clarificar la distribución de competencias y de financiación,
marcar unas líneas rojas del perímetro estatal y autonómico, para ni cruzar la
raya ni para estrecharla. Y también constitucionalizar toda una serie de gestos
de reconocimiento de la libre decisión de la ciudadanía de quienes conformamos
España y que desde el respeto a la diversidad queremos vivir juntos. Convivimos
porque así lo hemos aprobado democráticamente, no porque lo hayan decidido los
gobiernos del pasado o las inercias de la historia.
Tan importante, o mas, que esta iniciativa política, es el proyecto de
Documento Político que van a llevar al debate y aprobación de la conferencia política
que el PSOE va a celebrar el próximo octubre. He tenido la oportunidad de
escuchar a Ramón Jáuregui, ese magnifico y desaprovechado dirigente socialista,
presentar sus líneas maestras.
Y lo primero que sorprende, para mí positivamente, es que refleja una recuperación
clara y tajante de un proyecto socialdemócrata, puesto al día, en clave siglo
XXI, pero socialdemócrata, rotundamente de izquierdas. En lo económico, en lo
social, en el plano fiscal, ecológico, de derechos y libertades, de igualdad.
Rompen amarras con el licuoso discurso de los gobiernos de Rodríguez Zapatero y
apuestan por un modelo progresista de
desarrollo y de salida de la crisis.
Es verdad que se echa en falta la autocrítica; se intuye más por las diferencias de lo que ahora
proponen que por el reconocimiento explicito de los graves errores cometidos.
Pero el PSOE es un partido poco dado a la autocrítica y mas propicio a tirar
para adelante, sin ejercicios de público arrepentimiento y en el pasado no les
fue mal con esa práctica.
Muchos pensaran que hay trampa; que es habitual en los partidos
socialistas girar a la izquierda en la oposición y a la derecha cuando llegan al
gobierno. Es verdad que esta esquizofrenia ha sido frecuente en España y fuera
de España, pero sinceramente prefiero un programa político anclado claramente a
la izquierda que una etérea propuesta de buenas intenciones. Porque un proyecto
socialdemócrata es un buen camino, si
los que no somos del PSOE somos capaces de condicionarles con nuestra fuerza
electoral. En otras palabras, si la izquierda alternativa crece, y crece
bastante, será mas fácil llegar primero a un acuerdo de gobierno con el PSOE y después
gobernar con ellos pisando el acelerador y no el freno.
Si se aprueba este documento, en lo esencial, la convergencia de todas
las izquierdas será posible, no digo que fácil, digo que posible
Ahora a los socialistas les falta lo más complicado: hacer la
renovación de sus equipos dirigentes, para presentar una oferta creíble a la ciudadanía.
No se trata de renovar por renovar, sino de hacerlo de manera coherente con el
proyecto político. Sinceramente no me creería a la mayoría de los actuales máximos
dirigentes defendiendo el referido Documento Político. Y no es una cuestión de
mero relevo generacional. No me tragaría a Oscar López o a Elena Valenciano
propugnando los mensajes socialdemócratas. Sí le creo a Ramón Jáuregui, que
tiene más de 60 años o al Presidente socialista de Asturias o a Tomas Gómez,
incluso a Pachi López o a Soraya Rodríguez. Pero esa foto del pasado fin de semana de los
barones territoriales socialistas con
solo tres mujeres y un aspecto acartonado
que tiraba de espaldas, no puede repetirse, no es capaz de ilusionar ni a sus propios
afiliados.
Y no tienen mucho tiempo para esa renovación de equipos.
Al menos ya han salido de la atonía política y lo han hecho por la
izquierda. Es una esperanza que ojala no se frustre por el inmovilismo de los
que se aferran a la silla.
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