Muchos recordaran como en el otoño de 1994 surgió una acampada en la Plaza de Cuzco de Madrid frente al Ministerio de Economía.Era la carta de presentación en España de la Plataforma que exigía el 0'7% del PIB para políticas de Ayuda al Desarrollo. Ni el gobierno de Felipe Gonzalez en aquel momento ni los posteriores de Aznar se consideraron implicados en aquella movilización, mientras España ni se acercaba al 0'4%. El primer gobierno de Rodriguez Zapatero anuncio su compromiso de avanzar progresivamente hasta alcanzar ese nivel de gasto solidario. Efectivamente en los primeros años de su gobierno, aunque muy pausadamente, se fue incrementando.Otras Administraciones publicas, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos también asumieron compromisos de establecer o incrementar partidas presupuestarias para la cooperación al desarrollo.
Con la crisis económica se freno en seco el camino emprendido y cuando apenas se había superado el 0'4%, en el año 2010 se hizo un primer recorte, que se incremento sensiblemente en el presupuesto del 2011. Reduciendo un total de 900 millones de euros en relación al año 2009. Pero no solo en la segunda legislatura de Zapatero se recorto el gasto solidario con los países en desarrollo, además se introdujeron cambios sustanciales en su concepción, mercantilizando el sentido de este gasto, convirtiendo una parte del mismo en una inversión productiva para los intereses comerciales de España, dándoles un inaceptable carácter de fondos reembolsables; actuando como esas grandes empresas que montan muy rentables fundaciones sociales para desgravar impuestos.
Ahora Rajoy termina de dar la estocada de muerte al gasto en ayuda desarrollo, con un profundisimo recorte en el marco del desmantelamiento de la acción solidaria de nuestro país y al vaciamiento de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, siguiendo los pasos de Dolores de Cospedal que ya se había cargado la cooperación en Castilla La Mancha.
A la derecha y posiblemente a una parte de la ciudadania, gastar dinero publico en ayuda al desarrollo en medio de la crisis económica les parece un despilfarro inadmisible. Pero que en España haya importantes necesidades sociales que cubrir no es contradictorio con que se mantenga e incluso se mejoren las ayudas solidarias con los países del tercer mundo, que desde luego están muchisimo peor que nosotros y tienen negras perspectivas para los próximos años. Una sociedad democrática no puede hacer dejación de sus obligaciones y responsabilidades solidarias, ni puede demorarlas hasta que lleguen tiempos mejores. El hambre, las enfermedades, la extrema pobreza de cientos de millones de personas no pueden esperar a que las sociedades ricas del hemisferio norte, como es nuestro caso, salgamos de la crisis, para que volvamos a acordarnos de los que viven y mueren en condiciones infrahumanas.
El 0'7% tiene mas vigencia que nunca y tenemos que volver a exigirlo al gobierno de Rajoy, a las Comunidades Autónomas y a los Ayuntamientos. Y a todo esto la Conferencia Episcopal y Rouco Varela guardan un absoluto silencio, olvidando los principios de la caridad cristiana y los deseos de muchos católicos que si querrían que nuestro país mantuviera y aumentara la ayuda solidaria.
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