sábado, 21 de enero de 2012

PAT GARRETT & BILLY THE KID



En las buenos thrillers y western a veces es difícil distinguir quienes son los del lado bueno y quienes los del lado malo, Como en la vida misma. Hay polis o sheriffs buenos y los hay malos, hay bandidos malos y también buenos. Una  soberbia película en que esa ambigüedad es manifiesta es “Pat Garrett & Billy The Kid” que rodó en 1973 Sam Peckinpah.

La leyenda del sheriff  Garrett y el  pistolero Billy The kid, es un tema recurrente en el cine, siendo varias las versiones y enfoques que se ha dado a la misma. La que realiza Peckinpah es posiblemente de las más complejas y a la vez cínica. El sheriff es un  forajido que al llegar a la vejez se pasa al otro lado buscando seguridad y tranquilidad, ante el estupor, el miedo y la repulsa de todos sus viejos compinches y amigos que le recuerdan con una mezcla de pavor y añoranza. Billy, es una especie de Peter Pan que no quiere madurar, que va de guapo, guapísimo por el mundo y que a veces se mueve por un sentido difuso de la justicia frente a los grandes propietarios y a los burgueses que empiezan a llegar al Oeste y sobre todo que no sabe muy bien hasta donde llegara Garrett, para el que siempre ha sido como un hijo. La película puede tener también una lectura política de quienes se han enfrentado al sistema y terminan por ser asimilados y los que se empecinan en seguir combatiéndolo contra todo “sentido común”.

La película es sobre todo bellísima. Rodada en amaneceres y atardeceres, con una fotografía fantástica y unos tonos sepias que acentúan el tono melancólico de la historia, una permanente persecución y huida, a la que se ven arrastrados los dos protagonistas.  James Coburn, un secundario en decenas de películas de acción, esta impresionante como el sheriff Garrett. Kris Kristofferson nunca me ha entusiasmado como actor, ni de joven ni de mayor y aquí tampoco; me gusta muchísimo mas como cantante y compositor; por cierto que aquí tiene como enamorada a otra gran cantante Rita Coolidge. Hay también un breve pero intenso papel del gran  Jason Robards. Y esta Bob Dylan, que se interpreta a si mismo y que tiene un divertido dialogo con Garrett, cuando le pregunta “¿Y tu quien eres?” Y el responde “Esa es una buena pregunta”. Dylan demuestra que se lo estaba pasando muy bien, pero su personaje y actuación es perfectamente prescindible, salvo para los fans de Bob, entre los que me encuentro.

Pero la película de Peckinpah, que marco el cenit de su obra cinematográfica, tras la cual llego una rápida decadencia, no seria lo mismo sin la banda sonora compuesta e interpretada por Dylan. Bob se quejo muchísimo de que la productora le recorto y manipulo a conciencia la música original que el les envío. Muchos de sus seguidores consideraron que el disco con la banda sonora no estaba a la altura de la obra anterior de este genial artista. Da lo mismo. Es un placer oír esta música, muy presente a lo largo de toda la película y en la que Dylan se acompaña de algunos de los mejores músicos de estudio de aquellos años y cuyo momento culminante, además del inicio de la película, es la irónica “Knockin on heaven’s door”.

Buena fotografía, buena música, un gran interprete y una historia bien interesante. ¿Qué mas podemos pedir para una tarde de sábado?

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