martes, 22 de mayo de 2012

LAS NIEVES DEL KILIMANJARO


Hacer cine social no es nada fácil. Lo consiguieron algunos directores norteamericanos en los años 30 y 40, ingleses en los años 60 e italianos también en los 60 y 70. En España son contados con los dedos de la mano los que han transitado ese camino con éxito. Se puede caer en el panfleto maniqueo, en el populismo lacrimógeno o en el dramatismo  exagerado y no conseguir el punto de equilibrio de cine bien hecho, que divierta, emocione, haga pensar y asuma un compromiso.

En los últimos años Ken Loach y Mike Leigh se han centrado en ese estilo cinematográfico, con resultados diversos, a veces excesivamente dramáticos y pesimistas. Y hay un director francés, Robert Guédiguian, que sin grandes pretensiones ni planteamientos grandilocuentes,  está consiguiendo una colección de excelentes películas sociales.

Su cine transcurre en Marsella, mejor aun, en los barrios de su puerto. Es cine luminoso, mediterráneo, vitalista. Refleja a la clase obrera de una ciudad con gran tradición de izquierdas pero que en las últimas décadas ha visto cómo una parte de su electorado popular ha ido desplazándose hacia la extrema derecha.

Guédiguian consiguió su primer gran éxito con la deliciosa Marius et Jeanette y recientemente ha estrenado en nuestro país “Las nieves del Kilimanjaro”. Una formidable película.

Se centra en la vida de un maduro sindicalista de la CGT francesa, afectado por una regulación de empleo, su mujer, sus hijos y su ámbito de amistad y relaciones. No oculta ni dulcifica la problemática ni las contradicciones de la lucha obrera, del papel de los sindicatos, de los efectos de la crisis, de los conflictos entre generaciones obreras y entre padres e hijos con diferente conciencia de clase. Y sobre todo es un homenaje a la solidaridad, al compromiso, a la honestidad. Sus personajes no son héroes de cartón piedra ni del realismo socialista. Tienen sus dudas, sus sentimientos de culpa, su mala conciencia, sus reacciones airadas, pero sobre todo son tiernos y honestos. Clase obrera francesa que se entusiasmó con la unidad de la izquierda, que siempre luchó por el socialismo y que en su vejez se encuentra desconcertada, pero no derrotada ni arrepentida.

Una película de obligada visión para toda persona con sensibilidad social y desde luego para todos los sindicalistas. Además es vital y a pesar de todo alegre. Cuenta con la presencia de tres grandes actores, habituales del cine de Guédiguian, la estupenda Arianne Ascaride, Gerard Meylan y Jean Pierre Darrousin. Y como música de fondo una precisa canción francesa de los años 60, “Kilimandjaro” interpretada por Pascal Danel.

No os la perdáis.




 

No hay comentarios:

Publicar un comentario