Dice la leyenda y lo recoge Shakespeare, que el rey de Inglaterra
Ricardo III, enfrentado en 1485 la sublevación de Enrique de Richmond, en medio
de la batalla de Bosworth fue arrojado al suelo por su caballo al que le dolía
la herradura y salió corriendo. Desesperado y rodeado de enemigos, Ricardo III
gritó “Mi reino por un caballo”. No tuvo suerte y perdió el reino y la cabeza.
Artur Mas no tiene reino, pero si quiere tenerlo. Y le corría bastante
prisa, no se le fuera a sublevar un sector de sus seguidores, como le paso al
propio Ricardo III, que en medio de la batalla con su rival, se encontró con
que una parte de los suyos se cambiaron de bando.
Parece mentira que el President de la Generalitat este tan obnubilado
con el espejismo de Cataluña independiente. Lo he escrito otras veces y lo
vuelvo a hacer. Una cosa es el respeto a los sentimientos de cada cual, en este
caso los independentistas catalanes, otra cosa es lamentar las torpezas que se
han cometido desde hace muchos años y se siguen cometiendo contra el pueblo catalán
y otra muy distinta conducir a una sociedad desarrollada económica, social y
culturalmente a un callejón sin salida, por intereses básicamente de una parte
de sus elites gobernantes.
Artur Mas ha viajado, se supone que con los ojos abiertos. Ha leído, se
supone que entendiéndolo. Y habrá visto que estamos en un lento,
contradictorio, dificilísimo, pero afortunadamente irreversible proceso de construcción
de la Unión Europea y que ese es el único antídoto que conocemos para dos cosas:
evitar guerras en nuestro continente y ser competitivos en un mundo
globalizado.
Artur Mas en su carrera profesional y política ha estado siempre muy
vinculado al mundo empresarial y por tanto debería conocer las ventajas de los
amplios mercados y de las economías de escala y las claras desventajas de lo
contrario.
Y así están las cosas para Mas: sin poder aprobar los presupuestos, imponiendo
recorte tras recorte, debiendo facturas a diestro y siniestro, sin posibilidad
de colocar deuda en el mercado, con el Secretario de su partido empapelado, con
su socio de Unió afilando el cuchillo,…vamos como para irse a su casa,
El espejismo le ha durado unos pocos meses. Ahora se entiende
perfectamente la táctica de Rajoy, que dicen propia de los nómadas árabes, de
sentarse tranquilamente en la puerta de la jaima hasta ver pasar el cadáver del
enemigo. Rajoy, que lógicamente tiene mucha mas y mas cualificada información
que Artur Mas, le ha esperado fumando un puro. Sin inmutarse. Hasta que la
Generalitat se ha encontrado absolutamente ahogada financieramente y el
President ha tenido que hacer su viaje a Canossa (hoy esto va de citas
históricas) y encima haciéndolo en secreto y trascendiendo de manera
inmediata.
Rajoy, al menos ha sido mas mirado y
no ha hecho lo mismo que hizo el Papa Gregorio VII con el excomulgado
emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Enrique IV, al que tuvo a las
puertas del castillo de Canossa tres días y tres noches de rodillas, descalzo,
con una saya de monje, mientras nevaba, para lograr el perdón papal.
¿Que le ha exigido Rajoy a Artur Mas? Lo iremos viendo en los próximos
meses. A cambio de aflojar en las exigencias de reducción del déficit público
de la Generalitat, el President va a tener que tragarse algunas de las cosas
que ha ido diciendo desde el pasado octubre hasta ahora.
Es muy posible que en este viaje sino a Canossa a la Moncloa, Artur Mas a cambio de ese caballo que le
permita seguir gobernando haya tenido que entregar un reino llamado
independencia. A ver que dicen sus socios de ERC. En todo caso quien saldrá
ganando será la ciudadanía catalana que podrá dejarse de ensoñaciones propias
del siglo XIX y dedicarse a construir la Cataluña prospera, competitiva y
solidaria del siglo XXI.
Lo más curioso es que todo o casi todo ha sucedido ya en la historia.
Lo que pasa es que muchos no la han leído o se les ha olvidado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario