sábado, 6 de abril de 2013

VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES Y CRISIS ECONOMICA



Entre las andanzas de la familia real y las amistades peligrosas de Núñez Feijoo, los titulares de los medios de comunicación ocultan algunas otras noticias que, aunque no suelen afectar a los ricos y a  los poderosos, sí deberían ser motivo de mayor debate y preocupación social. Una de ellas es la persistente violencia de género y la violencia familiar y su relación con la crisis económica.

La Memoria del Observatorio de la Violencia Domestica y de Género del Consejo del Poder Judicial, que se acaba de publicar, subraya la disminución de las denuncias por violencia machista y el hecho de que cada vez más las mujeres que denuncian, terminan por abandonar los procesos judiciales. Es posible que Toni Canto, el  diputado de UPyD, diga que esto confirma que lo de la violencia de género no es para tanto.

Desgraciadamente las razones son muy diferentes, como refleja que no hay semana en que no se produzca un nuevo asesinato de una mujer, a lo que hay que añadir el asesinato de niños y niñas como represalia añadida a la violencia de género. Al final terminamos por convivir, más o menos incómodamente, con la violencia de género. Y contemplamos como un rito conocido las concentraciones, las condenas, las fotos y las velas encendidas y así hasta la próxima.

La crisis económica fomenta el miedo de las mujeres a la denuncia. Es comprensible en un país como el nuestro en que en los últimos 20 años habíamos dado un paso gigantesco en la incorporación masiva de las mujeres al empleo, pero eso sí a un empleo más frágil, precario, menos seguro, peor retribuido. La crisis se ha llevado por delante muchos cientos de miles de empleos de mujeres, que otra vez vuelven a depender del ingreso de sus maridos o compañeros. Y como también han desaparecido cientos de miles de empleos masculinos, muchos hogares, mas de 500.000, no tienen ingresos salariales o de prestaciones públicas y cerca de 2 millones no tienen ingresos procedentes del trabajo.

En esas circunstancias una mujer maltratada se lo piensa dos veces antes de denunciar y las que llenas de valor lo hacen, a menudo se arrepienten cuando perciben el panorama que tienen por delante para ellas y en su caso para los hijos e hijas.  Sin empleo, sin pensión de alimentos, con gastos e hipotecas, con los ahorros liquidados, ¿qué le espera tras la denuncia? Y al final prefieren aguantar, a ver si con el tiempo cambia su suerte, pasa la crisis o se civiliza su pareja. Algunas  no tendrán tiempo de ver ese hipotético cambio de su situación. Y si tenemos en cuenta que el 35% de las mujeres que denuncian son emigrantes, concluiremos la estrecha relación entre crisis y violencia de género.

No podemos seguir así. Ni conformarnos con las condenas de rigor de la Ministra Ana Mato y a la vez la drástica reducción por todas las administraciones publicas, empezando por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, de los de por si escasos presupuestos destinados a la prevención de la violencia de genero y a los programas de apoyo a las victimas.

Hay que reforzar a fondo los programas de prevención y los de apoyo. Hay que impulsar el papel de los profesionales de los servicios sociales y del sistema de salud en la detección de la violencia de genero, aunque esto requiera mas trabajadoras sociales y una mayor red de proximidad, justo lo contrario de lo que se esta haciendo con los recortes sociales.

También otras medidas que no cuestan dinero y para las que no hay excusas que valgan: mejorar los protocolos de actuación de las fuerzas de seguridad ante las denuncias; modificar las actuaciones de jueces y fiscales en materia de medidas provisionales, de concesión de régimen de visitas,  de alejamiento. Y sí, también es necesario, como ultima ratio, endurecer las penas; por supuesto todas las garantías procesales para el denunciado, pero demostrada la culpabilidad, condenas ejemplarizantes y disuasorias. Y por supuesto al juez o tribunal que se permita actitudes frívolas o ambiguas  de rancio sabor machista, sanción al canto.

Aquí a los dos partidos mayoritarios no les ha temblado el pulso para reformar la legislación destinada a estrechar el dogal al terrorismo de ETA, a veces con medidas de dudosa constitucionalidad. Pero no se les nota ni mucho menos igual de diligentes para afrontar la violencia de genero, que causa, no lo olvidemos, muchas mas muertes, año tras año,  que los etarras.

Y desde luego la violencia de género, como la homofobia o el racismo, se empieza a prevenir en las escuelas públicas y privadas. Si también desaparecen, como esta sucediendo, los programas y actividades de concienciación de los futuros adultos, estamos apostando, queramos o no, porque la violencia de genero y familiar se mantenga en las próximas décadas.

Hoy no quiero mezclar otros aspectos de la relación violencia domestica y crisis, como p.e. la violencia ejercida contra los viejos y viejas, que están siendo sacados de las residencias o que se les mantiene en el ámbito familiar para cobrar la prestación económica. Una realidad oculta de la que también hay que hablar y tomar medias y no precisamente de recorte de la ley de dependencia y de los servicios sociales.




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