viernes, 26 de abril de 2013

6.202.700 PARADOS PREGUNTAN ¿DONDE ESTA RAJOY?





Cuando en los primeros años de la democracia, la crisis de nuestro obsoleto sistema industrial provocaba decenas de miles de parados, se decía que el nuevo sistema político no podría convivir con un millón de parados. A mediados de los años 80, cuando los dramáticos procesos de reconversión dejaban una tremenda estela de parados, muchos auguraban que el gobierno de Felipe González no resistiría superar los 3 millones de parados. Cuando a principios del año 2011 nos íbamos acercando a los 5 millones de parados, todos pronosticaron que el gobierno de Zapatero no podría soportarlo. Esta vez si acertaron. Ahora hemos superado con creces los 6 millones. Peor aun, el gobierno nos acaba de anunciar que la situación no mejorara en toda la legislatura y que incluso puede empeorar algo en este año.

¿Asumiremos tal cual las dimensiones de esta catástrofe nacional? ¿Conviviremos tranquilamente con más de 6 millones de parados? Parece como si estuviéramos vacunados, como lo pareció en 1979, en 1986 o en el 2011. ¿Qué pasa en nuestro país?

Hay quienes buscan cínicas explicaciones “tranquilizadoras”: que si no es verdad que haya tantos parados, que hay mucha economía sumergida; otros alegan que la sociedad española creció y se enriqueció mucho en el periodo 1996-2008, (nada menos que se doblo el Producto Interior Bruto) y que la gente por ahora esta tirando de los ahorros; que aumentó mucho el empleo femenino, de millones de mujeres que nunca habían trabajado y que ahora estamos volviendo a la situación tradicional de un solo mantenedor del hogar; que muchos de los empleos creados en los últimos años eran de inmigrantes que están regresando a sus países; que hay una sólida red de protección social de pensiones y prestaciones de desempleo…..etc.

Una parte de esos argumentos, podrían ayudar a explicar el que, por el momento, el paro no se este traduciendo en una masiva conflictividad social en las calles. Pero en mi opinión hay otras dos razones más difusas, pero si se quiere más poderosas: el miedo y la resignación. El miedo de los 16’5 millones de personas con empleo, que a pesar de los pesares la crisis no les ha tocado todavía, que sin duda son muchos, o que les ha tocado moderadamente (congelación de sueldos y pensiones, supresión de pagas extras, perdida de pluses u horas extras) o de los que tienen protección social (en torno a 13 millones de personas de nuestro país perciben algún tipo de prestación económica publica). Se agarran como a un clavo ardiendo a lo que tienen y les atenaza el  miedo a que esto vaya a peor.

Y después esta la resignación. Los medios de comunicación con sus imágenes de Grecia, Portugal, Chipre…; las declaraciones masivas de políticos de la derecha y supuestos expertos que un día sí y otro también nos dicen que no hay mas cera que la que arde; la nula credibilidad de quienes ahora critican mucho desde la oposición, pero que hace tres años iniciaron desde el gobierno este camino de recortes; o la Apocalipsis que ofrecen los que quieren acabar de golpe con gobierno, monarquía, constitución, la transición, la banca y la Unión Europea. Todo ello lleva a la ciudadanía a ser  cada día mas critica con los políticos y cuestionando mas el sistema político, pero a la vez esta resignada de que aquí no hay nada que hacer, salvo esperar que escampe y que mi no me toque.

Y luego estamos los que casi todas las semanas y casi todos los domingos salimos a la calle, pacíficamente, mas o menos numerosos, a protestar, ya sea con la marea verde, la blanca, la naranja de los servicios sociales o las promovidas por CCOO y UGT.

La patética rueda de prensa de hoy tras el Consejo de Ministros deja poco margen de confianza. El gobierno ya esta hecho a la idea de que llegaremos a los 7 millones de parados e incluso de que las próximas elecciones generales se celebrarán sin recuperación económica.

¿Y donde esta Rajoy? Debería haber salido ya a hablar a la sociedad española. Solo tiene tres opciones. Marcharse a su casa, reconociendo su incapacidad para afrontar esta situación. Llamar el lunes a todos los partidos políticos, a los sindicatos, a la patronal, a las grandes ONGs solidarias, y proponer un plan de emergencia para, cambiando al menos parcialmente la política seguida hasta ahora, afrontar medidas de reactivación, de crédito a empresas y familias, de mejora de la protección social, de inversión publica, de reforma fiscal. No seria un pacto fácil, ni habría resultados milagrosos a corto plazo, pero se trata de abandonar el camino seguido hasta ahora desde el 2010 y cuyos dramáticos efectos ya conocemos de sobra, e intentar una nueva vía que combine austeridad y control del déficit y reactivación publica. Y la tercera opción del Presidente del Gobierno, que seguramente será la que tome, seguir con mas de lo mismo, esperando que en los próximos años otros países tiren de nosotros y confiando que el hundimiento y el desconcierto del PSOE y la desesperación abstencionista de su electorado, le permita volver a ganar las elecciones. 

Ojala se impusiera la sensatez y se abriera paso un pacto de emergencia social.  En todo caso sigamos luchando contra el miedo y la resignación.

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