jueves, 28 de marzo de 2013

NAZARENO EN XATIVA



Cuando a principios del segundo curso de carrera inicié la militancia política en un grupo de extrema izquierda, el glorioso Frente de Liberación Popular, me cuestioné buena parte de mis ideas, gustos y aficiones, que de alguna forma podían considerarse herencia de mi “formación burguesa”.

Lo cierto es que a casi todo le encontré una justificación para mantenerlos. Que prefiriese de lejos el rock and roll a la canción protesta española, salvo Raimon, palabras mayores, tenia una explicación: el rock al fin y al cabo era la expresión de la ruptura generacional de la juventud anglosajona, que buscaba una vida mas libre frente a la encorsetada sociedad clasista y racista de la guerra fría.

Lo del cine norteamericano clásico, John Ford, Fritz Lang, Raoul Walsh, Howard Hawks…era algo mas complicado y lo de los western, no digamos; afortunadamente Les Cahiers du Cinema, la cima de la crítica cinematográfica progresista, salvaba a los clásicos de Hollywood y además John Ford acababa de rodar la sensacional “Cheyenne Autumn” tomando partido claramente a favor de los indios. En cualquier caso había que compensar los clásicos yankees con el free cinema ingles, los directores de izquierda italianos y la nouvelle vague. Pero bueno, también logre rescatar el cine.

Lo que fue imposible de justificar fue mi condición de nazareno de la Cofradía de la Virgen de la Soledad de Xativa. Aquello no había por donde cogerlo. Así que lo mantuve en secreto a mis camaradas y amigos de izquierda durante varios años. La verdad es que ¿Cómo iba a dejar de ser  cofrade? Si me gustaba muchísimo. En la Semana Santa del año pasado ya escribí un post refiriéndome a ello. Voy a profundizar en el tema.

Había que estar en la realidad de Xativa de mediados de los años  60. Yo empezaba la adolescencia cuando mis primos Casesnoves, mayores que yo, me fascinaban todas las Semanas Santas con su participación en las procesiones. José Enrique y Manolo eran de la Cofradía de la Virgen de la Soledad, Chimo era de otra que ahora mismo no recuerdo, mas popular, pues la de la Soledad tenia fama de ser la de los “chicos bien” de Xativa. Mis primos Eugenio y Javier Blasco y mi amigo Ricardo Reig, también de familias bien, se apuntaron a la Soledad, así que yo decidí hacerlo igualmente. Tenía sus ventajas, además de un sofisticado y muy especial traje, sobre el que ya he escrito, no llevabas capirote y los familiares y sobre todo las chicas te podían reconocer. Y era una forma de presumir indiscutible, sobre todo si cargabas con las andas.

Ya he recordado que la primera vez que me puse de porteador creí que se me rompían las caderas, las clavículas y toda la columna vertebral y encima al ser de los más altos, aunque procurábamos distribuirnos de forma equilibrada, te hundías en el empedrado. ¡Lo que podía pesar la Virgen! Después durante varios días se mantenían las marcas en los hombros y se las podías enseñar a la familia y a las novietas. Pero claro no iba ni a dejarlo ni a quejarme y por supuesto nada de decir que me relevaran y cuando lo hacían, enseguida pedía volver. Y así entre tres y cuatro horas que duraba el recorrido.

Afán adolescente de presumir aparte, la procesión era maravillosa y Xativa, la Xativa aun casi intacta de los años 60, con sus palacios renacentistas, sus casas del siglo XIX, sus calles de trazado árabe, era aun más espectacular. A ello se añadía los reflejos de los cientos de velas, las farolas, el sonido de las bandas de música, la dificultad de doblar las esquinas, el sonido de las fuentes, la gente santiguándose, los niños pidiendo caramelos….Hay que vivirlo, aunque seguramente hoy sea ya un palidísimo reflejo. Así que aquello no podía dejarlo por mucho que entrara en contradicción con mi militancia izquierdista.

Incluso volví a sacar a la Virgen recién salido de la cárcel de Carabanchel, al final del estado de excepción de 1969, aunque mi madre no estaba nada convencida de cómo podía ser nazareno y comunista. Tan solo cuando terminé la carrera y  dejé de ir a Xativa en Semana Santa con mis padres ya no volví a participar en las procesiones.

Nunca se lo conté a mis compañeros del FLP y menos a los siguientes, los maoístas del Partido Comunista de España Internacional,  aun mas a la izquierda. Pero yo viví tan tranquilo esa contradicción. Ratzinger habría dicho que mi actitud era el colmo del relativismo, pero las procesiones de Xativa y la Cofradía de la Virgen de la Soledad, daban mil vueltas a lo que pudiera pasar en Roma.


No hay comentarios:

Publicar un comentario