Llevo ya cincuenta años en esto de la música y en la vida había oído
hablar ni había escuchado disco alguno de Sixto Rodríguez y eso que como buen
alumno de Ángel Álvarez y su Caravana Musical soy un especial entusiasta del
folk rock norteamericano.
Acabo de ver una magnifica película documental sobre su persona
“Searching for sugar man”, reciente ganadora de un Oscar, dirigida por Malik
Bendjelloul y que gira en torno a la figura de Rodríguez, de su fracaso en su país
natal y del éxito en cambio en Sudáfrica, éxito que se ha mantenido vivo
gracias a un grupo de fervientes
seguidores.
La película con una bellísima fotografía, con unas imágenes fantásticas
de Detroit bajo la nieve y la lluvia, no trata solo de música. Hay una
referencia a algo tan desconocido como la influencia que tuvieron las canciones
inconformistas de Rodríguez entre la juventud blanca sudafricana, los
afrikaners, liberal y contraria al
apartheid, en sus movilizaciones de los años 70 y 80. También traza un panorama
interesante sobre la decadencia de una gran ciudad industrial como Detroit y
las condiciones de vida de sectores marginados de la clase obrera
norteamericana.
Pero el eje de la película, que atrapa desde el primero al ultimo minuto,
lógicamente es indagar en el porque un
gran artista, con canciones excelentes, no solo no tiene el reconocimiento del
publico y de la critica de su país, sino que cuando lo logra en otros países
(ya que también triunfo en Zimbawe, Australia y Nueva Zelanda) ni se entera ni
percibe royaltys de las compañías discográficas por las importantes ventas.
¿Y Por qué Sixto Rodríguez fracaso? ¿Era realmente bueno? Las canciones
que se suceden en la película dan prueba de ello. ¿Entonces? En mi opinión, Rodríguez,
que en muchos aspectos recuerda a otros dos cantantes formidables, uno norteamericano
y otro inglés, Tom Rush y David McWilliams, (que aunque no fueron superventas,
tuvieron un éxito razonable), llegó tarde al panorama de la música folkrock. A
principios de los años 70, la edad dorada del folkrock norteamericano había
quedado atrás. Nuevos estilos se abrían camino: el rock sinfónico, el rock
progresivo, el soul sofisticado, el glam rock, el funky o el reggae. Además Rodríguez
ficho con una discográfica, Sussex-Buddah Records no especializada en folkrock,
sino en estilos mas poperos y comerciales y posiblemente no supieron o no quisieron
apostar por un artista de un estilo que no les era propio. Posiblemente otra
hubiera sido la historia si el fichaje hubiera sido por parte de p.e. Elektra
Records, la discográfica mas innovadora de la segunda mitad de los años 60, que
tuvo un gran protagonismo con su apoyo a la revolución del folkrock y a las músicas
innovadoras.
Escuchando los dos discos que grabo Rodríguez a principios de los 70,
especialmente el primero, un magnifico “Cold Fact”, descubrimos grandes
canciones, unas letras muy trabajadas en la onda de Bob Dylan y los grandes
folksingers de los 60, una voz muy especial y unos arreglos musicales muy elaborados.
Su segundo lp, aunque no alcanza las cotas del primero y se inclina más hacia
un sonido folkblues, es también un buen disco. Calidad musical que también se mantenía
en sus conciertos y que por tanto no es atribuible a unos buenos arreglistas o
productores, que sin duda los tuvo.
Pero además de la vertiente musical, Rodríguez, de origen mexicano y
nacido en 1942, es un personaje de
grandes valores personales que quedan muy bien reflejados en el documental. No
quiero profundizar mucho más, porque hay impactantes sorpresas en la película
que no conviene destripar.
Así que mi más sincera recomendación. Ir a verla. Escuchar su música.
Es un descubrimiento que merece la pena no perderse, aunque sea con 40 años de
retraso.
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