En la adolescencia mis amigos y amigas eran los de los guateques.
Normal. Mi objetivo era pasarlo bien y ligar lo mas posible, En la facultad, al
principio siguieron siendo también los de los guateques, pero en la medida en
que me politice pasaron a ser los afines políticamente, con los sucesivos
cambios, cada vez a mas a la izquierda. Después, de abogado laboralista, fue la
simbiosis perfecta de relación política y relación de trabajo. Así hasta que
llegaron los hijos y el círculo de amistades fueron los padres y madres de la guardería,
del colegio o del instituto.
Muchos años después aparecieron o reaparecieron otros vínculos.
Primero fue la recuperación de los amigos del colegio, los de la clase
de letras, pocos, menos de veinte, pero bien avenidos. Quedamos a comer el
ultimo martes de mes, desde hace ya bastantes años. Al principio hablábamos del
cole, de los curas y profes, de nuestras aventuras, de los amigos o compañeros
que habían desaparecido sin dejar rastro, de los que habían ido muriendo. Claro
que después de tantas comidas fue inevitable que surgiera hablar de política. Ay….
Mas tarde trace amistades por afinidades de gustos o aficiones: la música,
claro esta. Y he logrado tener dos grupos de amigos, ambos enloquecidos por el
rock and roll. Nos vemos con frecuencia, un grupo al menos todos los meses, el
otro más o menos cada trimestre. Al principio lo teníamos claro, solo música,
nada de futbol, nada de política. Pero años después, quisiéramos o no, surgió la política, Ay…..
Tengo que aclarar que tanto entre los amigos del colegio como entre los
de la música, somos mayoría los de izquierdas, en una diversa gama, desde luego
ninguno radical. Pero lo cierto es que se nos hace difícil hablar de política los
unos con los otros.
Recuerdo que a finales de los años 70, cuando iba a un gimnasio de mi
barrio, era desesperante escuchar en la sauna las burradas que decían casi
todos, empezando porque consideraban a Adolfo Suárez y a Abril Martorell unos
rojos peligrosos y para que hablar de los partidos de izquierda o de los
sindicatos. Yo alucinaba en silencio, con aquella gente que por otra parte eran
agradables y simpáticos. Pensaba para mis adentros, ya madurara la democracia y
se superara este cerrilismo. Como también recuerdo las comidas en casa de mis
suegros, rodeado de militares y las cosas que se decían del Rey, de Suárez o de
los generales demócratas. Lo achacaba a las dificultades de la transición y que
todo se iría sosegando.
Mi padre, en los últimos años de su vida, en los que pasaba largas
horas oyendo la radio, nos repetía “esto esta cada vez peor, vamos otra vez al
36”. Y lo le decía, “papa eso no volverá a pasar, escucha solo la SER y no te
preocupes”.
Han pasado los años y las cosas no han mejorado. Es difícil, muy
difícil hablar de política en términos civilizados, sin faltar al respeto de
las ideologías opuestas.
Me pregunto si es que todavía la democracia esta poco asentada entre
nosotros, si es que arrastramos los españoles una historia terriblemente dramática
y violenta en la que la excepción ha sido la convivencia y la regla las guerras
civiles, los golpes de estado, las persecuciones y los exilios. Si necesitamos
aun más tiempo para conseguir el respeto democrático entre las opciones
diferentes.
Desconozco como conviven las familias, los amigos, en otros países democráticos.
Si pueden hablar tranquilamente de política los de derechas y los de
izquierdas, o los que dicen beatíficamente que ni son de derechas ni de
izquierdas, aunque siempre votan en la misma dirección.
Es una mala, muy mala, señal que sea tan complicado que un grupo de
amigos, podamos hablar de política sin poner en peligro nuestros afectos y
nuestra relación.
A lo mejor soy sectario, pero sinceramente creo que los de izquierdas,
en general porque siempre hay excepciones, somos mas respetuosos que los de
derechas.
Quizás necesitemos mas tiempo de vida democrática, mejor educación para
la ciudadanía en los centros de enseñanza, mucha menos beligerancia en algunos
medios de comunicación. Porque en mi opinión, sin convivencia entre los
opuestos y sin respeto por la diversidad es muy difícil que nuestro país
prospere. No es un tema de voluntarismo ingenuo, sino de exigencia para lograr
un país con futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario