domingo, 10 de marzo de 2013

JOVENES ESPAÑOLES : OTRA VEZ A LA EMIGRACION




Mi abuelo materno, Victoriano, a los 14 años cogio el barco en Santander y emigro a México. Al principio trabajó en una tienda de “abarrotes”, una especie de ultramarinos y dormía encima del mostrador. Con los años, mucho trabajo, suerte y supongo que inteligencia, se hizo rico y termino por volver a España con un empujón de la revolución mexicana y de sus problemas de corazón. Creo que nunca llegó a pensar que varios de sus biznietos volverían a ser emigrantes.

Durante años nos han estado contando la milonga de que España tenía un grave problema de competitividad, porque su productividad estaba por los suelos. Lo achacaban a tres razones: salarios excesivos, rigidez en la legislación laboral y mala formación de la mano de obra. Hoy esos tres supuestos obstáculos han desaparecido: al pobre Estatuto de los Trabajadores las sucesivas reformas laborales le han dejado irreconocible y la flexibilidad laboral es la norma; los salarios primero se han congelado y después han empezado a caer; y se repite hasta la saciedad que la actual generación de jóvenes es la mejor formada en la historia de España y la que mas paro ha sufrido. ¿Entonces, donde estaba el problema?

A lo mejor el obstáculo eran las practicas empresariales, no de todos pero si de muchos: el afán de ganar millonadas en poco tiempo, de especular, de ir al negocio fácil y seguro, de defraudar, de evadir impuestos…y por el contrario el desinterés por el riesgo, por la innovación, por la investigación, por abrir mercados.

Y aquí estamos, con los jóvenes de la clase media camino de la emigración. La inmensa mayoría de mis parientes y de mis amigos tienen hijos que se han visto obligados a emigrar porque aquí no encontraban trabajo. Todos de familias con posibles, todos con carrera. Por primera vez en la historia de nuestro país, tras 150 años emigrando obreros y campesinos en terribles condiciones,  es la clase media la que emigra. Esa clase media que apostó por la democracia, por pagar impuestos, por la enseñanza publica, por educar de forma igualitaria a hijos y a hijas; una clase media ya rondando la jubilación y que deseaban disfrutar con sus nietos y nietas. Y ahora a la emigración, incluidos los hijos de los que han votado al PP.

Esta emigración es, aparte de otras importantes connotaciones humanas y sentimentales, un intolerable derroche económico y social y una profunda ruptura política. Se van jóvenes con alto nivel de preparación, generando a medio plazo un vacío en la sociedad española que no será fácil de cubrir; jóvenes que han supuesto un coste publico y familiar para su cuidado y formación, de los que se van a aprovechar en otros países; jóvenes que se marchan con una evidente frustración y supongo que con una rabia tremenda contra las instituciones políticas, económicas y sociales de su país, que pasan de ellos y los echan fuera.

Lo peor del caso, es que a diferencia de otros procesos emigratorios, es posible que este sea irreversible y se queden allí para siempre. Al estar mucho mas formados, tendrán más capacidad de adaptación e integración en la sociedad de acogida, al ser muchas más y más fáciles las formas de comunicación podrán afrontar la morriña familiar de mejor manera y al ser mayor su frustración tendrá menos motivos para volver.  Así que insisto: ¡vaya derroche económico, social, humano!

Alguien tendrá que pagar esta intolerable factura. Y si han echado a toda una generación de jóvenes, sus padres, sus hermanos, sus abuelos, tendríamos que echar a la calle a toda una generación de responsables económicos, políticos, sociales, eclesiásticos.

Por lo menos que cuando los jóvenes emigrantes vean  las noticias de España, les quede el consuelo de que sus familias no aceptamos de brazos cruzados su forzado destierro.



No hay comentarios:

Publicar un comentario