Dos noticias de los últimos días dan mucho que pensar: la comparencia del nuevo Gobernador del Banco de España en el Congreso de los Diputados y la elección Gonzalo Moliner como nuevo Presidente de Consejo del Poder Judicial y del Tribunal Supremo.
Luis Linde, que es un buen profesional de sólida trayectoria, no precisamente de izquierdas, pero tampoco un hombre del PP, ha expuesto con claridad lo que muchos sospechábamos: que la gestión del Miguel Ángel Fernández Ordóñez al frente del Banco de España había sido desastrosa, con una dejación de funciones y una ocultación de la realidad sobre la situación del sector financiero, puede cabernos la duda de si de forma consciente o porque los banqueros le engañaban, aunque cualquiera de las dos explicaciones son inaceptables.
Fernández Ordóñez ni actúo para advertir y contribuir a desinflar la burbuja inmobiliaria, lanzo continuos mensajes de que el sector financiero español era de los mas sólidos del mundo y se dedico de manera insistente a pedir nuevas reformas laborales, el recorte de las pensiones, la moderación salarial, el debilitamiento de la negociación colectiva o la disminución de las administraciones publicas. Y este nefasto gobernador del Banco de España no solo se ha ido de rositas, sino que además las críticas hechas en las últimas semanas por el PP le han dado hasta una cierta aureola de buena gestión.
Pero la culpa no es solo de el, sino también de quien le nombro, sabiendo de sobra como era y lo que representaba. Es cierto que no vamos a pedir que al frente del Banco de España este un rojo, pero al menos un socialdemócrata, honesto, eficaz y competente.
En lo que se refiere al sustituto de Divar, los miembros del Consejo del Poder Judicial, que en su mayoría tampoco son un dechado de progresismo, han elegido a Moliner como presidente del Consejo y del Tribunal Supremo a un magistrado de izquierdas, miembro en su día de Justicia Democrática (que en los últimos años de la dictadura agrupaba a los jueces y fiscales próximos al PCE y los pocos que había en la orbita del PSOE) y fundador después de “Jueces para la Democracia”. Un magistrado que además se ha opuesto de forma clara a la reforma laboral. Su elección, que es cierto que ha contado con la confluencia de votos e intereses muy diversos, no ha hecho temblar los cimientos del poder judicial. Y de nuevo tenemos que lamentar el error de Zapatero, que obsesionado con no molestar a la derecha judicial, impuso a un personaje como Divar. Error que se repitió con el nombramiento de Alberto Oliart cómo presidente de RTVE.
La izquierda debe dar ejemplo de seriedad, responsabilidad y talante dialogante en el nombramiento de responsables de las grandes instituciones del Estado y evitar el favoritismo, el clientelismo o el partidismo. Pero eso es una cosa y otra muy distinta nombrar gente que nada tiene que ver con un proyecto progresista, que además tampoco sirven para apaciguar las embestidas de la derecha.
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