En las ultimas semanas hemos oído y leído desde numerosos ámbitos políticos, sociales, medios de comunicación e incluso sindicales, que la única manera de hacer frente a la situación económica y social de nuestro país es realizar un gran Pacto entre las fuerzas políticas y los agentes sociales. En algún caso se ha hecho referencia a lo que en su momento supusieron los Pactos de la Moncloa de octubre de 1977.
¿Estamos ante una posibilidad real o es mera política-ficción? Y en caso de que fuera posible ¿Qué contenidos tendría ese Pacto?
Lo primero que hay que decir es que la experiencia de los Pactos de la Moncloa partía de una voluntad expresa de pacto por parte del gobierno de la UCD y que inicialmente solo compartían algunos partidos políticos y sindicatos, básicamente el PCE y CCOO. Pero la iniciativa surgió del gobierno. Hoy no hay ningún síntoma de que el gobierno del PP tenga la menor intención de impulsar un Pacto, todo lo más quieren la aceptación lisa y llanamente de sus propuestas y el apoyo parlamentario a sus presupuestos. La presentación de Decretos Leyes en tres temas tan sensibles como la reforma de la Educación, del Sistema Sanitario o de RTVE, reflejan el poco interés y respeto por la negociación parlamentaria. No digamos la voluntad de negociación con los sindicatos, con la imposición de la reforma laboral. Mas aun, el presidente del gobierno nos restriega un día sí y otro también, su mayoría absoluta para justificar su camino en solitario.
Por tanto falta la premisa básica, que el Gobierno quiera pactar. Por ello resultan poco factibles los llamamientos de la oposición o la reiterada buena voluntad de los sindicatos.
En todo caso ¿Qué es lo que se podría pactar? En los Pactos de la Moncloa se cambiaron sacrificios económicos y sociales a cambio de trascendentales reformas fiscales, políticas, administrativas, de impulso de medidas de bienestar social, de participación institucional de los sindicatos y sobre todo fue el suelo sobre el que se levanto la Constitución democrática de 1978. Hoy no son posibles intercambios de medidas económicas por contrapartidas políticas o sociales, porque hay una losa que impide al gobierno ceder prácticamente en nada: el techo de déficit a cumplir en el año 2012 y en el 213.
El único Pacto posible que interesaría a todos es aquel que supusiera el cierre de filas de todo el país en torno al objetivo de no cumplimiento de los limites de déficit en los plazos marcados por la Unión Europea. En otras palabras que la sociedad española se plantara ante las exigencias que nos llegan de Bruselas, Francfort, Paris y Berlín. Una posición de estado que no tuviera rechazo ni de fuerzas políticas ni de sectores económicos. A ver si se atrevía la Unión a intervenir en España
¿Es posible este Pacto de Estado frente a los topes de déficit público? No parece muy realista, salvo que la situación se deteriore y ahogue al gobierno estatal y los autonómicos, se acentúe el descontento social y que se logren aliados por un cambio político en Francia.
Ante esta evidencia solo nos queda una estrategia a largo plazo apoyada en tres pilares: unidad de los progresistas, movilización social sostenida con pasos muy medidos y un esfuerzo muy capilar de explicación a la sociedad de que son posibles otras políticas para afrontar la crisis.
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