En 1948, cuando la mayoría de nosotros aun no habíamos nacido, la ONU reconoció la partición del territorio de Palestina y el surgimiento del estado de Israel. 63 años después los Palestinos, al parecer, aun no se han ganado el derecho a tener un Estado, reconocido como tal. Están esperando a que los poderosos intereses sionistas de Estados Unidos den luz verde al Congreso y al Senado, donde tanto influyen, para que el gobierno norteamericano levante los vetos al reconocimiento por la ONU. ¿Cuantos muertos se hubieran evitado si a la vez que se reconoció a Israel, se hubiera hecho lo mismo con un estado libre palestino? ¿Cuantas guerras no hubiera tenido lugar en el próximo y en el medio Oriente? ¿Cuantos actos terroristas de diversa procedencia no se hubieran producido? ¿Donde estaría el precio del petróleo si la región estuviera pacificada? ¿O cual seria el nivel de bienestar social de las poblaciones de esos países, incluido la de Israel, si los cuantiosisimos gastos militares de estos 60 años se hubieran destinado a políticas de educación, sanidad, vivienda o servicios sociales?.
Un pueblo, como el judío, que ha dado tantos hombres y mujeres de izquierda, muchos de ellos solidarios con la República y el exilio español, tantos revolucionarios ya desde el siglo XIX, tantos excelsos músicos, escritores, directores de cine o de orquesta, científicos, etc. ¿como puede seguir anteponiendo la venganza o el resentimiento por sus sufrimientos, a la búsqueda de una paz justa con sus vecinos?. Los fanatismos religiosos, con su equivalente correspondencia al otro lado de la frontera, son una clave para mantener década tras década esa situación. Cuando Alemania, tras protagonizar dos guerras mundiales, hizo la paz con sus enemigos seculares, especialmente los franceses, es cuando realmente Europa ha podido prosperar y construir su estados de bienestar social. ¿No se puede aprender de ese ejemplo para reconstruir dos sociedades carcomidas por el miedo, la inseguridad, la pobreza o la injusticia (como en estos mismos días estamos comprobando con el grave malestar social que aqueja a un importante sector del pueblo israelí)?
No es este el momento de recordar los errores cometidos por los sucesivos dirigentes y organizaciones de liberación palestina y sus diversos aliados árabes, por los que han pagado y siguen pagando cotidianamente un alto precio. No es este el momento de la equidistancia. Solo cabe exigir el reconocimiento del Estado de Palestina y la negociación de una paz justa. El presidente Obama, que en estos casi tres años de gobierno ha ido perdiendo su identidad y defraudando muchas esperanzas, debería al menos enfrentarse a los lobbys sionistas y dar un importante paso para la paz justa en Palestina. Aunque solamente fuera por eso, su mandato habría merecido la pena.
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