En los años 30 del siglo XIX se hizo muy
popular en España una canción que empezaba con el estribillo “María Cristina me
quiere gobernar”. Hacía referencia a la actitud dominante de la reina María
Cristina Borbón Dos-Sicilias, viuda del nefasto Rey Fernando VII, al que éste
en su testamento había dejado como regente hasta que la hija de ambos, la
futura y no menos nefasta Isabel II, tuviera edad de gobernar.
Pues bien, Rajoy y con él todo el
Consejo de Ministros, seguramente están acordándose de esta canción, a la vista
de la actitud de Christine Lagarde, directora gerente del FMI.
La abultada trayectoria de errores
cometidos por el FMI a lo largo de su historia y muy en especial en los años de
esta crisis, no parece desanimar a sus directivos y a su cabeza a Madame
Lagarde. Sigue machacándonos a los españoles con su obsesión de más reformas
laborales, a lo que añade ahora la petición de un incremento de los impuestos
indirectos.
Con mas del 25% de la población en paro,
con una práctica de buena parte de las empresas que reiteradamente se
caracteriza por utilizar la legislación laboral para despedir, abaratar
condiciones de trabajo, precarizar los contratos o enterrar la negociación
colectiva, pedir mas de lo mismo, resulta realmente indecente.
Desde la primera reforma del Estatuto de
los Trabajadores en los años 80,
a poco de haberse aprobado, hasta la ultima reforma de
Rajoy de hace apenas dos años, la historia ha evidenciado que las reformas
laborales no sirven para crear nuevo empleo neto sino para reducirlo o en el
mejor de los casos empeorar las condiciones del trabajo existente.
Por lo general las reformas laborales en
épocas de crisis pretenden manipular el clima de preocupación social que se
genera, aprovechándolo para recortar los
avances que a través de la negociación colectiva consiguen los sindicatos en
los periodos de crecimiento económico. Los empresarios crean empleo neto cuando
tienen razonables perspectivas de reactivación de la actividad económica,
cuando consideran que van a vender y exportar mas, que van a ver reducidos sus stocks.
Por eso, por mucho que se reforme el mercado laboral o se rebajen las
cotizaciones patronales a la Seguridad
Social como acaba de hacer Rajoy, el empresario, si no ve
expectativas de negocio, no contrata, todo lo mas sustituye empleo indefinido
por temporal, empleo a tiempo completo por a tiempo parcial, trabajadores
mayores con más altos costes salariales por trabajadores más jóvenes y con
salarios más bajos.
Esto es algo plenamente sabido por
cualquiera que conozca la realidad del mercado de trabajo de nuestro país y
estoy seguro que Christine Lagarde lo sabe.
Como también debería saber que el
incremento de la imposición indirecta, es decir fundamentalmente el IVA, a
quien más perjudica es a las clases trabajadoras y a buena parte de las clases
medias. Tiene efectos negativos en el consumo, ya que tras seis años de crisis,
deterioro o perdida de los ingresos salariales, congelación de las pensiones,
recorte de las prestaciones de desempleo, desvalorización de las propiedades
inmobiliarias y de los activos en Bolsa, mucha gente se ha quedado sin ahorros,
lo que ha reducido sustancialmente su nivel de consumo. Si ahora se incrementa
el IVA, habrá aun menos consumo y si hay menos consumo, inevitablemente habrá menos
actividad económica, menos empleo y las posibilidades de crecimiento económico
o desaparecen o se ralentizan aun más.
Christine Lagarde defiende que en España
hay que seguir reduciendo el déficit y que por tanto no es el momento de hacer
alegres rebajas fiscales, como parece ser esta preparando el gobierno para
salir airoso en las próximas convocatorias electorales. En eso tienen razón la
directora del FMI: en España no se debe bajar la presión fiscal. Pero la vía
que propone Lagarde es un nuevo error de apreciación del FMI. Hubiera sido más
adecuado proponer un incremento de la base tributaria, combatiendo eficazmente
el fraude fiscal, la ingeniería fiscal, la tupida red de exenciones y
bonificaciones fiscales e incrementando de manera paulatina y selectiva el
impuesto de sociedades, además de recuperar el impuesto de sucesiones y de
patrimonio. Claro que esta política fiscal nunca le ha gustado al FMI, que
tradicionalmente ha defendido los intereses de las minorías dominantes, sea
quien sea la persona que haya estado al frente de este organismo.
Así que Christine no te queremos hacer
caso, porque lo que propones para España es injusto y encima no sirve para
salir de la crisis. Otra cosa es lo que haga Rajoy.
¿Os imagináis al Consejo de Ministros
entonando la vieja canción, con algunos cambios para la ocasión?
“Christine
Lagarde nos quiere gobernar
y
nosotros le seguimos, le seguimos la corriente
pero
no queremos que diga la gente
que
Christine Lagarde nos quiere gobernar”
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