El gran cine norteamericano de vez en
cuando nos regala maravillosas películas,
que con sencillez y sin alardes, ofrecen un profundo retrato de la sociedad norteamericana,
de lo que se llama “la America
profunda”. Ya he escrito en este blog de la inolvidable película de Peter
Bogdanovich, “The last picture show” (“La última película”). En estos mismos días
se esta proyectando otra formidable película, que por cierto tiene muchos puntos
en común con la de Bogdanovich, me refiero a “NEBRASKA” dirigida por Alexander
Payne.
Tengo que admitir que las anteriores películas
de Payne, no he visto todas, no me entusiasmaron. Aunque “Los descendientes”,
con un soberbio George Clooney, me pareció brillante a ratos. Pero “Entre
copas”, casi me aburrió y “A propósito de Schmidt”, tampoco le encontré mucho interés.
Sin embargo “Nebraska” es punto y
aparte. No es una comedia. No es un drama. No es una “road movie”. No es política.
Pero tiene un poco de cada temática. Es tierna, muy tierna, es dura, a veces
muy dura, es simpática, pero amarga, es muy sensible pero nada ñoña, trata el envejecimiento y la llegada del
Alzheimer, y a la vez un intenso amor filial que va creciendo según transcurren
los escasos cinco días que narra la película;
en definitiva cada escena desborda humanidad.
Hay momentos magistrales, casi en
silencio o con diálogos muy breves. Hay cruces de miradas cargadas de emoción.
Hay cansancio de vivir y a la vez ilusión por lograr viejos sueños. Hay
redescubrimiento de la diversidad y complejidad del padre, por parte de un hijo
que no deja de sorprenderse y sorprendernos. Hay un feroz, muy feroz, retrato del
despertar de la codicia. Hay una sencilla y a la vez profunda explicación de la
génesis del alcoholismo y del machismo en una sociedad rural cerrada y sin
alicientes más allá “del culo de los cerdos y de las vacas”, como cuenta un
personaje. Y hay unas imponentes imágenes de unos pueblos asolados por la actual
crisis económica.
La fotografía es un portentoso blanco y
negro y la música de Mark Orton es una deliciosa mezcla de country y new age.
Pero sin duda todo ello no sería posible
sin las extraordinarias interpretaciones de Bruce Dern, un actor de nada menos
que 81 años y con una larguísima carrera cinematográfica a sus espaldas, Will
Forte, June Squibb y Bob Odenkirk (el corrupto abogado Saul Goodman de la increíble
serie “Breaking Bad”).
“Nebraska” cuenta con seis merecidísimas
nominaciones al Oscar (mejor director, película, protagonista masculino, actriz
de reparto femenina, guión original y fotografía). No se si se llevara alguno,
pero da lo mismo, es una película que perdurara en el recuerdo.
Viendo “Nebraska”, tenía la sensación
que estaba volviendo a aquel pueblo en que Bogdanovich situaba su “The last
picture show”, tras haber transcurrido
60 años y que aquellos personajes que en 1951 arrastraban una adolescencia
llena de frustraciones habían llegado a su vejez sin lograr romper esa dinámica.
Aunque el cariño y el amor, a veces expresados un tanto rudamente, sobresalían
y nos contagiaban su aire esperanzador.
Lo dicho. Ir a ver “Nebraska”, si aun no
lo habéis hecho. Disfrutareis del gran e inmortal cine.
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