Me esfuerzo en no hacer demagogia en mi
blog. Aunque supongo que no siempre lo consigo. Este post va a ser una de esas
veces.
El viejo Carl Marx escribió que “el
capital no tiene patria”, algo que la historia ha confirmado repetidas veces.
En estos mismos días hemos tenido un ejemplo tan claro, que parece sacado de un
manual.
El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez
Galán, cabreado por lo que considera una política del gobierno poco favorable
para las empresas eléctricas, se ha ido a Londres con su equipo y en una sonada
rueda de prensa ha dicho que Iberdrola “es más británica, americana, mexicana o
brasileña que española”.
Señalar para quien no lo recuerde, que
Iberdrola nació en 1992 de la fusión de dos empresa eléctricas, creadas en la
primera mitad del siglo XX por empresarios vascos: Hidroeléctrica Española e
Iberduero; siendo sus dos primeros presidentes José Luis de Oriol y Ungüen y
Pedro de Careaga y Basabe, respectivamente, nombres de rancia estirpe en el
capitalismo español. Cualquiera que conozca el desarrollo económico de nuestro país
en el siglo XX sabrá de la inmensa influencia económica y política que tuvieron
esas empresas y los incontables favores y privilegios que recibieron de los
sucesivos gobiernos.
Es cierto que la gran pujanza de Iberdrola,
que en las últimas décadas ha vivido en régimen de oligopolio con otras muy
pocas grandes empresas eléctricas españolas,
la ha permitido expandirse fuera de nuestras fronteras y en especial a Iberoamérica,
pero no se debe olvidar cómo y gracias a qué se ha llegado a este importante
crecimiento como empresa.
Su actual Presidente, junto con otros
grandes empresarios de nuestro país, ha colaborado estrechamente con el actual
gobierno en la difusión internacional de la Marca España , algo que a mi me
parece bien. Pero lo cortés no quita lo valiente y Sánchez Galán, que llevaba
una temporada molesto con la errática política del gobierno hacia el sector eléctrico,
ha debido pensar que con las cosas de comer no se juega. Porque no olvidemos
que el Presidente de Iberdrola tiene un sueldo anual de 7’5 millones de euros (casi
1.250 millones de pesetas) y no esta muy dispuesto a perderlo o a que se lo
rebajen si los negocios de la compañía no van todo lo bien que desean sus
accionistas mayoritarios.
Y ha tirado los pies por alto, mandándole
ese grosero recado a Rajoy desde la
City de Londres, que incluye, además, la advertencia de que
la empresa va a dejar de invertir en España, salvo el en mantenimiento de sus
instalaciones.
¡Bonita manera de defender la marca
España!
¿Y qué es lo que quiere el Presidente de
Iberdrola para que su empresa se vuelva a sentir española? Es fácil de
adivinar. Que le dejen a él y al resto de los Presidentes de las grandes compañías
eléctricas que sean ellos los que manden al Boletín Oficial del Estado la
reforma del sector eléctrico acorde con sus intereses.
Escribí hace unos meses un post sobre la
caótica política energética del gobierno de Rajoy (“Y de la reforma del sistema
de energía ¿cuando se debate?” 2-8-2013), que se ha venido a sumar a la no menos caótica de los gobiernos anteriores, incluidos
los del PSOE. Y aunque el Ministro de Industria del PP intenta poner algunos
parches, parece que con buena intención, lo que se necesita es una reforma en
profundidad, con perspectivas a medio y largo plazo, que contemple las
necesidades y unos precios no abusivos para los usuarios domésticos, las
condiciones para el desarrollo competitivo de las empresas españolas y por
supuesto que tenga en cuenta también los intereses de las eléctricas.
La situación actual y esa ausencia de
una reforma rigurosa, con visión de futuro y respetuosa de los derechos de los
ciudadanos, que no olvidemos somos los que pagamos la elevadísima factura energética,
ha llevado a IU y a otros sectores a pedir la nacionalización de las eléctricas.
No creo que ni el actual ni el próximo gobierno estén por la labor, además
seguramente sería una operación de altos costes para el erario público, pero también
podría ser motivo de debate, porque lo que no podemos es continuar como hasta
ahora y agravándose el problema mes tras mes.
En todo caso este empresario “sin
patria”, haría bien en pedir claras disculpas a todos los que pagamos la
factura de la luz a Iberdrola y a todos los que con sus impuestos han permitido
que este sector, década tras década, se haya beneficiado del apoyo público.
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