El laberinto italiano se complica por días
y a veces se me viene la cabeza aquella inolvidable frase de Obelix “Están
locos estos romanos!!!!”, porque me cuesta entender lo que sucede en ese país.
Si la izquierda ha dado un buen traspiés
con el giro a la derecha del Presidente Hollande en Francia, que nos hace
perder credibilidad a todos, incluidos, nos guste o no, a quienes no nos
consideramos socialdemócratas, las maniobras de Renzi, Secretario General del
Partido Demócrata de Italia para echar del gobierno a empujones a su
correligionario Enrico Letta, son de vergüenza ajena.
Es posible que el gobierno de amplia y
variopinta coalición de Letta mostrara escaso dinamismo o no estuviera a la
altura de las circunstancias exigidas para sacar a Italia de la crisis, pero en
todo caso había conseguido estabilizar mínimamente la situación económica y
tener una cierta estabilidad política, lo que para un jefe de gobierno rodeado
de tiburones y con la nefasta presencia de Berlusconi conspirando, no era un
trabajo fácil.
Pero lo más asombroso es que la maniobra
de Renzi no parece sustentarse en planteamientos políticos de cierta
envergadura. No ha ofrecido por el momento ni un programa ni un equipo
alternativo a lo que representaba Letta. Tan solo ha descalificado a su
compañero de partido porque no le veía enérgico y presenta como mayor oferta un
pacto con Berlusconi para reformar la ley electoral. Eso sí ha dicho que sus
ministros tendrán que moverse “con un cuchillo en los dientes”, expresión de un
calado político donde los haya.
Renzi abre una crisis política,
desestabilizando la mayoría gubernamental y a su propio partido y no tiene
preparado un gabinete alternativo y eso que venia diseñando la faena desde hace
meses. ¡Esta improvisando y mientas Italia sin gobierno!, aunque es cierto que
esto ultimo desgraciadamente no suele ser una novedad. ¿Cómo una persona que se
considera en la izquierda puede ser tan frívolo e irresponsable?
Lamentablemente la aventura de Renzi y
anteriormente la operación del Presidente de la Republica , Giorgio
Napolitano, proponiendo como jefe de gobierno contra viento y marea a Letta
para lograr un gobierno estable tras el
fiasco del anterior Secretario General del Partido Demócrata, Luigi Bersani, vencedor-impotente
de las elecciones generales del 2013, refleja la gravísima crisis de la
izquierda italiana y en especial del PD.
La precipitada e irresponsable voladura
del Partido Comunista Italiano provocada tras la caída del muro de Berlín, ha
desembocado tras múltiples y enrevesadas operaciones, en un partido hecho de
retazos, sin una ideología clara que lo sustente y unifique y en el que algunos
de los antiguos dirigentes comunistas como Occhetto y sobre todo Maximo D’Alema
hicieron maniobras impresentables para llegar como fuera a tocar poder. El resultado es un partido fragmentado cuyos
dos actuales referencias políticas, Letta y Renzi, son, tiene narices, dos
personas procedentes de la antigua Democracia Cristiana.
Habrá que ver lo que da de sí el nuevo
gobierno de Renzi, los pactos que tiene que hacer para lograr la investidura,
el coste de su acuerdo con Berlusconi, el malestar que su iniciativa ha podido
generar en su propio partido o sus conocidas malas relaciones con los
sindicatos. Y desde luego no es lo mismo ser alcalde de Florencia, casi coser y
cantar, que jefe de gobierno de Italia. La arrogancia le puede costar cara a él
y sobre todo a la izquierda italiana.
Lo peor es que esta maniobra política
sin duda tiene repercusiones más allá de Italia. Vuelve a transmitir la imagen
de que todos los políticos, sean de izquierdas o de derechas, son iguales, que
lo único que les interesa es gobernar como sea; que se puede llegar a jefe de
gobierno sin haber sido elegido por la ciudadanía (tercero ya en la lista
reciente de Italia: Monti, Letta y ahora Renzi).
Estamos a las puertas de unas decisivas
elecciones al Parlamento Europeo, donde la izquierda nos jugamos muchísimo,
tanto la de raíz socialdemócrata como la de posiciones más a la izquierda, por
lo que todos tenemos que movernos pensando en las consecuencias.
Y uno se pregunta que pensarían comunistas
como Gramsci, Togliatti o Berlinguer o socialistas como Pietro Nenni, Lelio
Basso o Sandro Pertini, si levantaran la cabeza de su tumba y vieran en lo que
han convertido sus herederos a la izquierda italiana.
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