sábado, 22 de febrero de 2014

RAJOY CONTROLARA, AUN MAS, LOS MEDIOS DE COMUNICACION


En las últimas semanas los tres periódicos de mayor difusión en España han cambiado de Director. La Vanguardia ha sustituido a su director José Antich, muy favorable a las posiciones de Artur Mas por Marius Carol, persona alejada del nacionalismo. El Mundo ha echado a Pedro J. Ramírez, que llevaba un tiempo tocando demasiado las narices a la Casa Real y al gobierno del PP con el caso Gurtel y Barcenas, sustituyéndolo por García Abadillo. Por ultimo El País ha cambiado a Javier Moreno, un flojísimo y anodino periodista, por Antonio Caño, un hombre situado en posiciones conservadoras e impulsor del tratamiento reaccionario de las noticias procedentes de Iberoamérica.

Las tres sustituciones tienen el mismo sesgo: colocar a periodistas más cómodos y complacientes para Rajoy. Si a ello unimos el férreo control de RTVE y de la mayoría de las Televisiones Autonómicas, el cariz conservador de Tele5 y Antena3 y casi todas las de la TDT, así como de las cadenas de Radio, con la notable excepción de la SER, nos encontramos con la mayor influencia que un partido y un gobierno ha tenido en los medios de comunicación a lo largo de nuestra democracia. Solo se queda al margen de ese dominio, por el momento, la 6ª, mucho más minoritaria que las grandes cadenas generalistas y la SER.

La evolución más significativa es la de El País. Juan Luis Cebrian cuyo poder, compatible con su pésima y nefasta gestión, se ha incrementado tras la muerte de Jesús Polanco, ha mostrado, por enésima vez, que lo que a él le importa es el dinero y lo ha explicado muy bien. La mitad del negocio del periódico radica en Iberoamérica y es donde se encuentra, a su juicio, su ámbito de expansión. Y quiere crecer con una imagen mas moderada, que atraiga a las clases medias y medias altas de esos países. De ahí la enfermiza obsesión en atacar a todos los gobiernos que de una u otra forma se salen del cauce conservador, sea en Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia, Brasil.… al margen de que nos gusten más o menos las políticas que vienen haciendo.

Cebrian y los que mandan en El País, desprecian al publico progresista español, con la esperanza de que sigan comprándolo, a pesar de su paulatino giro a la derecha, al no tener una alternativa mejor. Y eso es lo malo: que no tenemos alternativa, tras el fracaso de “Publico” y las todavia evidentes limitaciones, hoy por hoy,  de la prensa digital.

Es tremendo que la ciudadanía de izquierdas tenga que resignarse a seguir al Gran Wyoming y su programa político-humorístico, como principal refugio de comunicación audiovisual, junto con los breves mensajes de Iñaki Gabilondo y la presencia de Pepa Bueno  en las mañanas de la SER.

Rodríguez Zapatero se creyó, con loable ingenuidad, lo de la independencia de los medios públicos y ofreció un ejemplo inolvidable de respeto a la pluralidad y a la independencia de RTVE. Esta, que fue sin duda una de las grandes apuestas de este Presidente, que la mantuvo incluso contra los deseos de mucha gente del propio PSOE, duró mientras estuvo en la Moncloa. Después el PP volvió a colocar las cosas en su sitio y me temo que aquella experiencia no se volverá a repetir.

Esa hegemonía de los medios conservadores refleja la impotencia de la izquierda para generar sus propios cauces de expresión. Es evidente que mantener hoy un medio de comunicación es muy caro, carísimo, y solo esta al alcance de grandes capitales, pero algo tendríamos que hacer. “Cuadernos para el Dialogo” y “Triunfo” se mantuvieron en peores tiempos, en medio de una dictadura, gracias al soporte de sus lectores y accionistas. Esta claro que hoy este apoyo es mucho más complejo, difícil y costoso, pero la izquierda no puede permanecer sin medios de comunicación que se identifiquen con sus ideas y propuestas. 

Es cierto que en la red hay publicaciones digitales progresistas, que cada día tienen mayor seguimiento y es un formato que sin duda tiene gran futuro. Tendremos que apostar de forma decidida y masiva por algunas de ellas. Porque los riesgos de quedarnos sin voz son evidentes: se puede prolongar indefinidamente el gobierno de la derecha.

Y una ultima apostilla. Para todos esos que minusvaloran y desprecian a Rajoy, harían muy bien en tomárselo muy en serio. Ganó las elecciones. Tiene agarrotada a la oposición. Se ha desprendido de todo posible competidor interno. Y ahora se ha terminado de asegurar la docilidad de los mayores periódicos de nuestro país. Es un rival político muy peligroso para la izquierda y vamos a tener que trabajar mucho y sobre todo muy bien para recuperar la confianza de la ciudadanía.






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