En las últimas semanas los tres periódicos
de mayor difusión en España han cambiado de Director. La Vanguardia ha
sustituido a su director José Antich, muy favorable a las posiciones de Artur
Mas por Marius Carol, persona alejada del nacionalismo. El Mundo ha echado a
Pedro J. Ramírez, que llevaba un tiempo tocando demasiado las narices a la Casa Real y al gobierno
del PP con el caso Gurtel y Barcenas, sustituyéndolo por García Abadillo. Por
ultimo El País ha cambiado a Javier Moreno, un flojísimo y anodino periodista,
por Antonio Caño, un hombre situado en posiciones conservadoras e impulsor del
tratamiento reaccionario de las noticias procedentes de Iberoamérica.
Las tres sustituciones tienen el mismo
sesgo: colocar a periodistas más cómodos y complacientes para Rajoy. Si a ello
unimos el férreo control de RTVE y de la mayoría de las Televisiones Autonómicas,
el cariz conservador de Tele5 y Antena3 y casi todas las de la TDT , así como de las cadenas
de Radio, con la notable excepción de la
SER , nos encontramos con la mayor influencia que un partido y
un gobierno ha tenido en los medios de comunicación a lo largo de nuestra
democracia. Solo se queda al margen de ese dominio, por el momento, la 6ª,
mucho más minoritaria que las grandes cadenas generalistas y la SER.
La evolución más significativa es la de
El País. Juan Luis Cebrian cuyo poder, compatible con su pésima y nefasta gestión,
se ha incrementado tras la muerte de Jesús Polanco, ha mostrado, por enésima
vez, que lo que a él le importa es el dinero y lo ha explicado muy bien. La
mitad del negocio del periódico radica en Iberoamérica y es donde se encuentra,
a su juicio, su ámbito de expansión. Y quiere crecer con una imagen mas moderada,
que atraiga a las clases medias y medias altas de esos países. De ahí la
enfermiza obsesión en atacar a todos los gobiernos que de una u otra forma se
salen del cauce conservador, sea en Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia,
Brasil.… al margen de que nos gusten más o menos las políticas que vienen
haciendo.
Cebrian y los que mandan en El País,
desprecian al publico progresista español, con la esperanza de que sigan comprándolo,
a pesar de su paulatino giro a la derecha, al no tener una alternativa mejor. Y
eso es lo malo: que no tenemos alternativa, tras el fracaso de “Publico” y las todavia evidentes limitaciones, hoy por hoy, de
la prensa digital.
Es tremendo que la ciudadanía de
izquierdas tenga que resignarse a seguir al Gran Wyoming y su programa político-humorístico,
como principal refugio de comunicación audiovisual, junto con los breves
mensajes de Iñaki Gabilondo y la presencia de Pepa Bueno en las mañanas de la SER.
Rodríguez Zapatero se creyó, con loable
ingenuidad, lo de la independencia de los medios públicos y ofreció un ejemplo
inolvidable de respeto a la pluralidad y a la independencia de RTVE. Esta, que
fue sin duda una de las grandes apuestas de este Presidente, que la mantuvo
incluso contra los deseos de mucha gente del propio PSOE, duró mientras estuvo
en la Moncloa. Después
el PP volvió a colocar las cosas en su sitio y me temo que aquella experiencia
no se volverá a repetir.
Esa hegemonía de los medios
conservadores refleja la impotencia de la izquierda para generar sus propios
cauces de expresión. Es evidente que mantener hoy un medio de comunicación es
muy caro, carísimo, y solo esta al alcance de grandes capitales, pero algo tendríamos
que hacer. “Cuadernos para el Dialogo” y “Triunfo” se mantuvieron en peores
tiempos, en medio de una dictadura, gracias al soporte de sus lectores y
accionistas. Esta claro que hoy este apoyo es mucho más complejo, difícil y
costoso, pero la izquierda no puede permanecer sin medios de comunicación que
se identifiquen con sus ideas y propuestas.
Es cierto que en la red hay publicaciones digitales progresistas, que cada día tienen mayor seguimiento y es un formato que sin duda tiene gran futuro. Tendremos que apostar de forma decidida y masiva por algunas de ellas. Porque los riesgos de quedarnos sin voz son evidentes: se puede prolongar indefinidamente el gobierno de la derecha.
Es cierto que en la red hay publicaciones digitales progresistas, que cada día tienen mayor seguimiento y es un formato que sin duda tiene gran futuro. Tendremos que apostar de forma decidida y masiva por algunas de ellas. Porque los riesgos de quedarnos sin voz son evidentes: se puede prolongar indefinidamente el gobierno de la derecha.
Y una ultima apostilla. Para todos esos
que minusvaloran y desprecian a Rajoy, harían muy bien en tomárselo muy en
serio. Ganó las elecciones. Tiene agarrotada a la oposición. Se ha desprendido
de todo posible competidor interno. Y ahora se ha terminado de asegurar la
docilidad de los mayores periódicos de nuestro país. Es un rival político muy peligroso
para la izquierda y vamos a tener que trabajar mucho y sobre todo muy bien para
recuperar la confianza de la ciudadanía.
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