No me cansare de repetirlo: antes o
después las movilizaciones sociales dan siempre sus frutos. Lo que no da resultados es la pasividad, el
pesimismo o la resignación.
Lo acabamos de comprobar hace unas horas
con la retirada por el gobierno autonómico de Madrid del proyecto de privatización
de la gestión de seis hospitales y la consiguiente dimisión del Consejero
Lasquetty.
Si la lucha es decisiva para cambiar las
cosas, no menos importante es el carácter masivo, unitario, sin protagonismos y
partidismos. Han estado juntas todas las categorías profesionales de la Sanidad , han convocado al unísono
los sindicatos de clase y los corporativos, los colegios profesionales y los
nuevos movimientos sociales y los partidos progresistas han apoyado a fondo
pero han evitado cualquier tentación de capitalización.
Y otro elemento de reflexión ha sido la
persistencia en la movilización. No se han desmoralizado ni se han ido a casa
hartos. La lucha ha sido larga, muchos sábados o domingos que estábamos en la
calle, a veces con algunos altibajos de participación ciudadana, parecía que no
se iba a conseguir. La paciencia activa e insistente ha conseguido sus
objetivos aunque se haya tardado.
Por ultimo y no menos importante, el
Estado de Derecho ha funcionado. Los jueces y tribunales, que no siempre
sintonizan con las demandas ciudadanas, que con frecuencia son lentos, sin
embargo otras muchas veces cumplen con sus obligaciones de forma impecable y
demuestran con sus sentencias y resoluciones que en nuestro país, a pesar de
los pesares, la democracia prevalece y los derechos constitucionales se
respetan.
El derecho a la Salud , ha ganado una batalla
importante y significativa. Pero queda mucha tarea por delante. Los recortes y
el deterioro del Sistema Nacional de Salud permanecen: el incremento de las
listas de espera, la privatización de servicios y prestaciones, la extensión
del copago, la precarización de las condiciones de trabajo de los profesionales
siguen ahí.
Los retos del envejecimiento, de la
aplicación masiva de las nuevas tecnologías, cada día mejores pero mas caras,
la ineficiencia de la falta de coordinación sociosanitaria en especial en la
atención a la dependencia, el todavía excesivo gasto farmacéutico, a pesar de
su paulatina contención, las ineficiencias de la falta de coordinación entre
los diversos Servicios Regionales de Salud, la insuficiente utilización de los
equipamientos y dotaciones hospitalarias, la aun limitada implantación de
practicas de vida saludables o de la cultura de la prevención y la rehabilitación….etc.
son pruebas que debe superar nuestro Sistema Nacional de Salud, para mejorar la
calidad de la atención, para asegurar la efectividad de la universalidad del
derecho a la salud, para racionalizar y reducir gastos injustificados e
ineficientes. Y no nos engañemos, son objetivos nada fáciles.
Una ultima reflexión. Ahora que hemos
desbaratado la ofensiva privatizadora, las fuerzas sociales y políticas
progresistas de Madrid (aunque no solo de Madrid), tendríamos que abrir una reflexión
seria y rigurosa sobre el modelo y el mapa hospitalario que vamos a necesitar
en los próximos años. Porque el tradicional modelo hospitalario y la arraigada
demanda ciudadana de tener un hospital a tiro de piedra del domicilio o del
barrio, cada vez van a tener menos sentido con los indudables y constantes
avances en la atención a la salud. En otras palabras: no queremos el modelo
privatizador y de negocio que defendía el gobierno del PP madrileño, pero
tampoco nos sirve ya el modelo clásico de los años 80 y 90. Tenemos que ofrecer
una nueva propuesta a la ciudadanía e ideas no faltan.
Pero hoy toca, sobre todo, alegrarnos y decir
SÍ SE PUEDE, SÍ HEMOS PODIDO.
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