jueves, 9 de enero de 2014

CATALUÑA: NI CON LOS NACIONALISTAS NI CON LOS NEOCENTRALISTAS. TENGAMOS UN DISCURSO PROPIO






La ofensiva independentista de Artur Mas sigue dando pasos adelante. Ante ella, la actitud del gobierno del PP es más que suicida, limitándose a decir que el referéndum es ilegal, que por tanto no se celebrara y no hay nada más que hablar. Rajoy no quiere darse cuenta que el problema mas grave que tiene la democracia española en estos momentos no se puede zanjar de esa manera y que su cierre en banda, oportunistamente manejado por los nacionalistas, lo único que hace es agravar las cosas.


Por supuesto que con la Constitución en la mano, el referéndum de Artur Mas y sus aliados es de mas que dudosa legalidad. Pero la Constitución no es inamovible. No es un fin, es un medio, un instrumento de convivencia democrática. Por ello no podemos cerrar los ojos ante la realidad de que una parte muy considerable del pueblo catalán quiere el referéndum e incluso la independencia. Como tampoco podemos ignorar que una parte muy considerable del resto de la ciudadanía española no aprueba ese referéndum. Pero en todo caso la solución no es fomentar que las cosas se pudran, dejando pasar el tiempo sin hacer nada. Habrá que negociar un cambio constitucional que sea satisfactorio, en la medida de lo posible, para la mayoría de todos los que vivimos en España.

Porque lo mas grave del caso es que el PP se mantiene impasible ante la manipulación nacionalista que alimenta un día y sí y otro también el oleaje independentista. Lo único que se le ha ocurrido a algunos de ellos es montar un Congreso de historiadores mas o menos afines, para intentar contrarestar el alucinante Congreso que CIU promovió hace unas semanas para difundir los supuestos tres siglos de opresión española a Cataluña. Alguna otra propuesta algo mas abierta de Alicia Sánchez Camacho, Secretaria General del PP de Cataluña, ha sido rápidamente descartada por la dirección nacional de este partido. Con esta actitud es lógico que el sentimiento de  agravios que estimula Artur Mas crezca y crezca.

Pero si la pasividad del PP es inadmisible, la actitud de la izquierda social catalana y mas en concreto de los sindicatos de clase es cuando menos sorprendente. No hay que frivolizar con el tema, porque hay que ser conscientes de lo difícil que lo tiene la izquierda en Cataluña para afrontar el tsunami nacionalista. Aun y así hay posicionamientos que resultan poco coherentes con lo que siempre ha sido la actitud del movimiento sindical.

En una reciente entrevista a uno de los máximos dirigentes sindicales de Cataluña, justifica su respaldo al referéndum en que los sindicatos no pueden ponerse en contra o al margen de las posiciones mayoritarias de los trabajadores. Dando por bueno, que ya es dar, que sea cierto que las clases trabajadoras catalanas estén en esa línea, lo que un dirigente sindical debe preguntarse es si esa posición mayoritaria es beneficiosa o perjudicial para los intereses de los trabajadores. Lo contrario es un seguidísimo, no exento de fácil oportunismo y que nos podría llevar a la conclusión de que si la ciudadanía española dio la mayoría absoluta al PP, pues esa es la postura que hay que mantener.

No. Los dirigentes sindicales deben tener su propio criterio. Y deben defenderlo, aunque estén en una incomoda minoría.

¿Y cual debería ser, en mi modesta opinión, la actitud coherente del sindicalismo de clase catalán ante el órdago nacionalista? Cada vez soy mas laico en esto de los principios, pero aun y así creo que algunos y sólidos debemos tener y mantener. Y uno de ellos es que el nacionalismo es un enemigo frontal de las clases trabajadoras. Lo ha sido siempre, lo es hoy y lo seguirá siendo. Y no es que haya que  aferrarse nostálgicamente a la vieja consigna de “Proletarios de todo el mundo, uníos”. Es que la experiencia nos dice, una y otra vez, que las clases trabajadoras solo pueden avanzar en sus derechos y reivindicaciones si se unen por encima de las fronteras.

Hoy el gran reto que tenemos es la globalización y qué intereses van a prevalecer en esa nueva etapa de la humanidad. Si los de la mayorías trabajadoras (o paradas) o los de las poderosas, ricas e insolidarias minorías. Si queremos una sociedad mas justa, igualitaria y democrática, nos sobran las fronteras. Necesitamos unir nuestras fuerzas a escala de España, pero sobre todo a escala Europea y en la medida de lo posible a escala mundial.

Sin embargo los nacionalistas, que en Cataluña siempre han representado, y hoy también,  intereses de las minorías dominantes,  quieren fragmentar, dividir, debilitar a las clases trabajadoras. Artur Más lo que quiere es seguir mangoneando en Cataluña, como hizo Pujol durante 30 años e impedir que la izquierda gobierne, como lo hizo efímeramente con el Tripartito. Artur Mas y CIU quieren una Cataluña neoliberal a tope, con unos sindicatos débiles y sin el apoyo del resto de los trabajadores españoles. Artur Mas quiere mantener la cruzada independentista para ocultar su política de recortes tan duros o mas que los de Rajoy. Que nadie albergue dudas, la Cataluña independiente, si algún día llega, será hegemonizada por la derecha nacionalista y la izquierda será residual.

Por ello cualquier alianza o apoyo, explicito o implícito,  a propuestas del gobierno de CIU deberían evitarse de manera clara y tajante por parte de la izquierda política y social catalana.

Claro que tras años y años abandonando la lucha ideológica con el nacionalismo, prácticamente desde que Paco Frutos y los errores que cometimos los carrillisua, hundimos al unísono el PSUC a principios de los años 80, la izquierda, acomplejada con Jordi Pujol, abandonó el combate ideológico con el nacionalismo, sin comprender, asumir e impulsar el nuevo marco y las nuevas posibilidades que suponía el estado autonómico reconocido en la Constitución de 1978. Buena parte de la izquierda, comunista y socialista, catalana jugó a ser más nacionalista que nadie. En ese grave error llevan ahora su penitencia. Han perdido la hegemonía social. Han querido diseñar un nacionalismo de izquierdas y esto es imposible, porque, nos guste o no, son términos antagónicos.

Defender ahora en la sociedad catalana un discurso de izquierdas, de carácter federal, es difícil, muy difícil, después de tanto terreno cedido a CIU y adlateres. Pero hay que hacerlo, aunque al principio sean propuestas minoritarias. Porque, además, sería un grave error que pondría aun peor las cosas dejar la lucha ideológica contra el independentismo en manos de los centralistas de diverso tipo. La izquierda debemos tener un modelo propio, ni un remedo nacionalista ni una regresión neocentralista.

Por ello, Rubalcaba y la actual dirección del PSOE, tienen que hilar muy fino. Ni con los nacionalistas, ni servir de aval al  PP, como le esta pidiendo la derecha mediática. El PSOE debe profundizar en su propio discurso, a partir del modelo federal que empezaron a esbozar hace unos meses en Granada. Un discurso que tampoco les va a ser fácil, porque tendrán que resistir las presiones de los sectores del PSC más proclives al nacionalismo y los mensajes “españolistas” de dirigentes andaluces, extremeños, etc.

Tenemos que sacar, cuanto antes, la cabeza y las ideas y no dar por perdida la batalla frente al nacionalismo y al neocentralismo.


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