domingo, 12 de enero de 2014

MANIFESTACION DE BILBAO: LOS GRAVES RIESGOS DE LA "NO POLITICA" DEL PP


Lo que ha sucedido este fin de semana en Bilbao puede pasar al Guinness de los errores políticos. Lo malo del caso es que la prohibición de la manifestación, convocada inicialmente por la izquierda abertzale, no es una metedura de pata aislada, es, por el momento, la culminación de una carrera de errores que viene cometiendo el Gobierno de Rajoy en el marco de la definitiva pacificación del País Vasco y la erradicación del terrorismo de ETA.

Por si fuera pequeño el problema del desafío independentista en Cataluña, Rajoy parece dispuesto a incendiar también la situación en el País Vasco.

Han pasado más de dos años del cese unilateral del terrorismo. Sortu, a trancas y barrancas, está demostrando su aceptación de las reglas de juego democráticas y presionando al núcleo duro etarra para que haga lo mismo. Los presos han aceptado, a su manera, pero de forma evidente, el fracaso de su estrategia carcelaria y asumen acogerse a la normativa penitenciaria. Los más significativos terroristas, que ya están en libertad y que por tanto podían ponerse al pairo, se suman a la vía Sortu y reconocen, con sus más y sus menos, pero de manera explícita, el fracaso de la vía armada y los daños causados. Y a todo esto el jefe político del abertzalismo, Arnaldo Otegui, sigue de rehén en la cárcel y el gobierno se niega a acercar a los presos hacia cárceles cercanas al País Vasco.

Es posible que mucha gente, incluidos buenos amigos y amigas míos, piensen que qué menos se puede exigir a los etarras y su círculo de influencia y que los demócratas no tenemos más que esperar a que se entreguen desarmados, arrepentidos y contritos. Yo he conocido en mis años jóvenes muy de cerca el mundo del extremismo político, grupúsculos trotskistas y maoístas y sé lo que en la mentalidad y en los sentimientos de personas extremistas supone reconocer que no solo han fracasado, sino que además su lucha no ha servido para nada, que no solo han causado enormes e irreparables daños a otras personas sino que ellos mismos han hecho añicos su propio desarrollo como personas. Está plenamente demostrado  que el desarme, arrepentimiento y reinserción de quienes han transitado el camino del terrorismo es tremendamente complicado y esto es algo que deben saber, además del gobierno del PP, el CNI, los mandos y expertos de la lucha antiterrorista y cualquier analista político que no se deje cegar. Pero para Rajoy esas experiencias internacionales, históricas o cercanas, parece que no sirven de nada.

No se trata, por supuesto, de hacer concesiones políticas a ETA o a la izquierda abertzale. Y no se han hecho por ningún gobierno de la democracia. Ni tampoco saltarse la legalidad; que tampoco ha ocurrido. Pero sí aprovechar con sabiduría política la legislación y los principios de la Constitución, ya que las leyes deben aplicarse en el contexto de la realidad existente. Una realidad que hoy nada tiene que ver con la de hace dos años y medio. Eso es lo que hay que exigirle al PP, que haga política inteligente que favorezca el  proceso de pacificación y abandono de la violencia y no se dedique a obstaculizar y poner palos en las ruedas.

El tremendo error de la prohibición de la manifestación ha tenido una respuesta inteligente del nacionalismo vasco. Cerrar filas y llenar las calles de Bilbao. “No queríais caldo, pues dos tazas”. Y además el Partido Socialista Vasco, al menos una parte de él, se suma en San Sebastián a una resolución promovida por las fuerzas nacionalistas; eso sí, otros socialistas, con una inmensa falta de reflejos, todavía siguen el paso que marca el PP.

Rajoy desprecia la impresionante suerte que tiene con Iñigo Urkullu. Quizás el lendakari más sensato, moderado,  inteligente y dialogante que ha habido desde el inicio de la democracia. Yo nunca le votaría, pero reconozco y valoro su talla y templanza política. Está aguantando lo indecible del inmovilismo suicida del gobierno del PP. Está resistiendo los cantos de sirena que le hacen los nacionalistas catalanes. Está marcando su propia política,  poniendo el acento en la recuperación económica del País Vasco y en facilitar la incorporación de la izquierda abertzale  a la democracia. Y solo recibe desplantes del gobierno de Rajoy. Hasta que se ha hartado y le ha mandado un elocuente mensaje al PP, que no debería echar en saco roto.

No me gusta ridiculizar ni denostar a un partido que gobierna con mayoría absoluta en el Estado y en buena parte de las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. Es el partido con más afiliados y cargos públicos y nos ha ganado por goleada a la izquierda. Me resisto a creer que en esa inmensa estructura institucional no haya suficiente gente sensata, inteligente, moderada, con suficiente experiencia política, para decirle a Rajoy que su política en relación al País Vasco puede conducir al mismo callejón que la que está realizando en Cataluña. La contrarreforma de la ley del aborto ha reflejado que en el PP hay vida y hay debate y que no todos comulgan con el extremismo de Gallardón, unos quizás por meras razones electorales y otros por sus propios principios y valores políticos. Algunos deberían dar un paso al frente y decirle a Rajoy que está muy bien que el PP sea la excepción europea de un  partido que ha conseguido aglutinar desde la extrema derecha hasta el centro derecha, con amplios réditos electorales, pero que gobernar pensando exclusivamente en contentar a la extrema derecha, a medio plazo puede ser nefasto para sus posibilidades electorales y sobre todo para resolver los problemas de España.

Esperemos que Urkullu y el PNV aguanten el tirón, que los dirigentes más políticos de la izquierda abertzale y en especial Arnaldo Otegui controlen y contengan el evidente malestar de sus bases y que Rajoy saque las oportunas conclusiones de la inmensa manifestación de Bilbao y lo que ello ha representado. Y espero también que el PSOE tenga voz e ideas propias y no se deje llevar por la inercia del pasado.


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