Hace 20 años, el escándalo de la gestión
de la cooperativa de viviendas sociales de la UGT, la PSV, se llevó por delante
al histórico y honesto Secretario General de este sindicato, Nicolás
Redondo y a su equipo. Aquella crisis,
estimulada por sectores del propio gobierno de Felipe González, sobre unos
hechos sin duda reales, fue muy mal
gestionada por la dirección ugetista, se pudrieron los problemas y el final fue
un desastre.
En aquellos tiempos el sindicalismo de
clase tenía un sólido arraigo y prestigio en la sociedad española, que tan solo
unos pocos años antes había secundado de manera unánime el llamamiento a la
Huelga General hecho por CCOO y UGT el 14 de diciembre de 1988 (fecha de la que
pronto se van a cumplir 25 años).
Hoy de nuevo una mala gestión de la
crisis abierta por las irregularidades en la gestión de los ERES en Andalucía
por UGT, puede terminar con parecidos resultados.
UGT esta bloqueada, mas aun, noqueada y
sin reflejos. El desgaste que esta sufriendo mes a mes, semana a semana, día a día,
siendo portada de periódicos y en general de los medios de comunicación,
incluso de los pocos progresistas que quedan, es tremendo y esperemos que no
sea irreversible. Dejar para dentro de mes y medio la reunión de su máximo órgano
de dirección andaluz para analizar la situación y tomar medidas es
impresentable y demuestra un profundo alejamiento del sentido de la realidad.
Nadie en su sano juicio se puede alegrar
de la situación por la que atraviesa la UGT, un sindicato fundamental para la
defensa de los intereses de los trabajadores, de toda la ciudadanía. Debilitar
a un sindicato como el ugetista es tirar piedras contra el tejado de todos los
que vivimos de nuestro trabajo, de una pensión, de prestaciones de desempleo y por supuesto para
los millones de parados que no tienen nada.
Además la crisis de UGT afecta en gran
medida a CCOO, a todo el sindicalismo de clase. La perdida de credibilidad no
entiende de matices concretos o de diferencias, sin duda importantes, entre
ambos sindicatos, se extiende a los dos
grandes sindicatos.
Lo que nos faltaba en medio de la larga
y profunda crisis económica y social es que los sindicatos de clase se
debilitaran. Que más quieren y esperan quienes desde el ámbito publico o desde
los negocios privados trabajan con grandes medios por una salida neoliberal a
la crisis, por un recorte de los derechos laborales y sociales, por una reducción
del Estado de Bienestar Social.
Porque si este momento es duro, la
salida de la crisis, el reparto de sus consecuencias y la gestión de la
sociedad post-crisis, va a ser bien difícil y exigirá unos fuertes, activos, responsables,
prestigiados, sindicatos de clase. Que nadie sueñe que las mareas y otros
valiosos movimientos sociales van a gestionar la post-crisis; son instrumentos de movilización pero tienen un
evidente techo en su actuación, en su consolidación y permanencia. Las desvaídas
manifestaciones de las últimas semanas son un toque de atención al respecto.
Que necesitemos como el aire a UGT y a
CCOO, no puede ser, por supuesto, un cheque en blanco ni se puede justificar
todo con paranoicas alusiones a las campañas de la derecha política, la
patronal, juezas conservadoras y los medios de comunicación. Se han hecho
muchas cosas mal y hay que asumirlo y pagar el precio político correspondiente,
además de tomar las medidas oportunas que garanticen que nunca más vuelva a
pasar.
Fernández-Toxo lleva desde el Congreso
Confederal de CCOO, el pasado mes de
febrero, forzando un debate en profundidad en el sindicato sobre la necesidad de
cambios en nuestra organización y acción sindical y a veces tengo la impresión que sus esfuerzos no siempre son
suficientemente correspondidos. Esperemos que la urgencia y dramatismo de la situación
despejen el camino para afrontar con energía, valor y prontitud las transformaciones
que tenemos que hacer.
Pero UGT no puede esperar ni un día más.
Es una desgracia que el actual Secretario General de UGT-Andalucía lleve muy
poco tiempo y que los problemas se hayan generado con el Secretario General
anterior, pero así son las cosas. O se marcha todo el equipo de dirección
andaluz o antes o después pueden arrastrar en su caída al propio Candido Méndez
y su equipo.
(Horas después de haber escrito este post, se ha anunciado la dimisión del Secretario General de UGT-Andalucia. Prefiero no cambiar el post y solo añadir este párrafo. Estamos ante una buena noticia porque mas vale tarde que nunca. UGT ha dado un primer paso de carácter sobre todo simbólico y ahora tienen que adoptar otras medidas, dar explicaciones exhaustivas, depurar todas las responsabilidades, en su caso devolver lo que haya que devolver y garantizar que una y no mas. Y una apostilla final: en España casi nadie dimite por responsabilidades políticas, así que, aunque a trancas y barrancas, hay que resaltar positivamente cuando se produce una dimisión)
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