La participación “especial” en la
Conferencia Política del PSOE de quienes hemos firmado la Carta abierta
dirigida a los asistentes a la misma, ha tenido ya un claro efecto positivo. Ha
sido una piedra lanzada al aparentemente tranquilo estanque de quienes se sitúan
a la izquierda de los socialistas y ha revuelto las aguas propiciando un debate
interesante y sobre todo clarificador de algunas posiciones que estaban
soterradas. Se resumen en qué tipo de relación se debe mantener entre esa
izquierda plural y el PSOE, si de ignorancia pasiva, exclusión activa, de
colaboración, o incluso de “muleta o lavado de cara mediático”.
Con la sana intención de avanzar en ese
debate, creo que seria conveniente ir aclarando algunos conceptos básicos,
distinguiendo tres propuestas diferentes
aunque no radicalmente excluyentes.
La Alianza electoral es un planteamiento
centrado inicialmente en el proceso electoral. Pactar un programa, pactar unas
listas, hacer una campaña común y tras las elecciones y en función de los resultados
del conjunto de las fuerzas políticas, ya se vera. Es lo que Izquierda Abierta denomina
Frente Amplio de Izquierdas y desde IU, Equo, ICV o los sectores genéricamente
referenciados en el 15-M, se esta propiciando con diversas formulas y
denominaciones. Izquierda Abierta y una parte de IU dicen que en ese camino no
tiene cabida el PSOE por sus errores y política pasada y hasta hoy no
corregida, al menos suficientemente. Al margen de la dosis sectaria y algo patética
que esta posición podría tener, yo diría que “no excluye el que quiere, sino el
que puede”.
En mi opinión seria un error estratégico
que el PSOE se sumara a una Alianza electoral de estas características, equivocación
que estoy seguro que no va a cometer ni de lejos. El PSOE lo que tiene que
hacer es recuperar en la medida de lo posible su tradicional electorado de
izquierdas y también el electorado de centro moderado, arrancándolo de la abstención
o del PP y disputándoselo a UPyD. Es la única manera de que el PSOE y el resto
de la izquierda, puedan convertirse en una opción real de gobierno en la
sociedad española.
La segunda cuestión es el Pacto
parlamentario de legislatura, con formulas mas o menos explicitas, reguladas y
estables. Procedimiento ya utilizado por
el PSOE en 1993 con CIU y PNV y en 2004 con IU y ERC. Les permite a los
socialistas gobernar, aprobar presupuestos y leyes, pero ha tenido y tiene el
inconveniente, una vez conseguida la investidura de un Presidente/a de gobierno
del PSOE, de luego relajar en buena medida los compromisos de legislatura. Eso
es lo que sucedió en el primer gobierno de Rodríguez Zapatero, en el que con el
estimulo, presión y apoyo de IU y ERC, se sacaron adelante la ley de atención a
la dependencia, leyes de derechos
civiles muy positivas y unos presupuestos moderadamente sociales. Pero no se
evitaron contrarreformas fiscales y no se consiguió la fundamental reforma de
la ley electoral. Y sobre todo fue “una cruz”, y se bien de lo que hablo, el día
a día de ese inestable y desequilibrado Pacto parlamentario de legislatura.
Desconozco si el PSOE ofreció a IU y ERC otras formulas de colaboración, pero
el acuerdo de 2004, a pesar de sus logros, no es el modelo a seguir, como
tampoco lo ha sido el modelo de relación entre IU y PSOE en Asturias en la actual
legislatura.
Y por último esta el Gobierno de
coalición. Camino que no es fácil en su explicación al electorado propio, sobre
todo si en campaña se ha echado excesiva leña al fuego del anti-PSOE, ni es fácil
en su ejecución en el día a día a lo
largo de cuatro años. Gobierno de coalición para cuyo éxito se requieren dos
condiciones y un talante. La primera condición es lograr la máxima fortaleza
electoral posible de IU; cuantos mas diputados/as tenga IU mas equilibrada será
la coalición y mas decisivas las áreas de gobierno conseguidas por IU y
viceversa. La segunda, sin duda vinculada a la primera, es pactar sin
precipitaciones y con el mayor detalle posible el programa de gobierno
(recuerdo otra vez lo que esta sucediendo en Alemania en las negociaciones de
la CDU-CSU con el SPD). Y en relación al talante, en mi opinión es necesario
asumir por ambas partes la cultura de la lealtad de socios de gobierno
compartido, evitando y no será fácil para el PSOE, el afán de protagonismo y
capitalización de los logros, ni tampoco
será cómodo para IU el evitar estar todo
el día justificándose ante los sectores mas radicales del electorado o de los
militantes o estar con cara de estar tragando sapos. A este respecto, el
Tripartito no lo hizo bien en Cataluña y en cambio Valderas en Andalucía lo esta haciendo bien.
Tenemos ejemplos de experiencias
positivas de gobiernos de coalicion, aunque de diverso calado. En Asturias y en
Baleares en el pasado y sobre todo en Andalucía
en la actualidad. Es evidente que no es lo mismo un gobierno autonómico que el
gobierno estatal, en que las cosas serán mucho más difíciles y complejas, pero
se trata de ir trabajando en esa perspectiva desde ahora.
Y queda lo de “la muleta” y “el lavado
de cara”. Me molesta que se sigan diciendo esas cosas de gente que llevamos en
la izquierda de la izquierda desde hace muchísimos años y que de una u otra
forma hubiéramos encontrado salidas personales si hubiéramos querido. Como también
me resulta poco razonable que la libre decisión de irse a otro partido democrático,
si es que alguien piensa en ello, sea una calificado como una “traición”, sobre
todo cuando no arramplas con el escaño. Pero dicho esto, tres observaciones.
Comprendo, mas de lo que ellos creen, a
mis compañeros y amigos de IU o de Iab. que están mosqueados con los firmantes de la Carta. Hay
demasiados antecedentes de personas y grupos que utilizaron el argumento de la
necesaria colaboración con el PSOE y
terminaron integrándose en este partido, aunque no todos, ni mucho menos, lo
hicimos. Pero también cabria preguntarse a este respecto si no hicimos tan
incomoda su estancia en el PCE o e IU que facilitamos su salida hacia las filas
socialistas (por no hablar del “empujón” que le dimos a Inés Sabanes para que
se largara a Equo).
Pero lo que más me importa subrayar es
si la firma de la Carta y nuestra presencia en la Conferencia del PSOE,
debilita, más o menos, a IU y refuerza mediaticamente a los socialistas. Es
evidente que el conglomerado PRISA, que nunca se ha distinguido por su simpatía
por IU, va a poner su granito de arena en esa dirección; como también van
aprovechar la coyuntura, con mayor o menor fortuna, los actuales dirigentes del
PSOE como muestra de su aperturismo, tontos serian si no lo hicieran, aunque yo
personalmente preferiría que fueran muy cuidadosos al respecto. Pero que IU o
Iab, a través de algunos de sus militantes o simpatizantes, den una imagen de
colaboración con el PSOE, mas allá del cabreo sectario de una parte de las
bases mas radicalmente antisocialistas, debería ser rentabilizado por Cayo Lara
y Gaspar Llamazares, como una muestra del talante unitario y abierto de sus
organizaciones. Si se supiera y quisiera aprovechar esta voluntad unitaria, que
desea y espera buena parte del electorado progresista, seguro que seria una vía de fortalecimiento. Posiblemente perderíamos
algunos votantes por el lado de la extrema izquierda, pero los ganaríamos con
creces por el lado de la amplia izquierda dialogante, unitaria, desanimada,
pesimista, que en todas las encuestas se manifiesta partidaria de la unidad de
la izquierda, entendida básicamente como PSOE
e IU.
Cayo Lara y Gaspar Llamazares tendrán
que aclarar si lo que quieren es formar un grupo parlamentario de 15, 20, 25 o
hasta 30 diputados, que den la vara y sean la referencia testimonial de la
izquierda incontaminada en las Cortes o si realmente quieren influir e
intervenir en el cambio de la realidad. Los firmantes de la Carta creo que lo
tenemos claro, lo que no quiere decir, ni mucho menos, que el éxito este
garantizado. Entre otras cosas porque aun no hemos cazado la piel del oso y hay
síntomas de su recuperación y del estancamiento de las izquierdas, incluida IU.
No hay comentarios:
Publicar un comentario