Como todos sabemos, Paúl Simon y Art Garfunkel grabaron algunas de las más
impresionantes canciones del siglo XX. Apenas cinco discos en estudio les
situaron en la cima del arte musical, sin que en ninguno de ellos se pueda
decir que había canciones de relleno. Casi 50 años después de su publicación
siguen teniendo la frescura y la brillantez del primer día. Algunas de esas
canciones se han convertido en referencias musicales fundamentales, que además
de mantenerse en la memoria de generaciones, siguen apareciendo en películas o
series de televisión, despertando la misma admiración que en el momento de su edición
inicial.
Aunque Paúl Simon fue el autor de la practica totalidad de las
canciones, fue la magnifica combinación de las dos voces las que dieron un
sonido especial e irrepetible a las mismas. De hecho, cuando tras su obra
cumbre, “Bridge over troubled water”, tuvieron la infeliz idea de separarse, la
posterior trayectoria musical de ambos, aunque tuvieron momentos deslumbrantes,
sobre todo en los discos de Paúl Simon que transitaron los caminos de la World
Music, nunca alcanzaron las cimas de su obra en común.
En este post me voy a referir a una de sus mejores canciones, aunque quizás
hoy no tan recordada: “The dangling conversation”, una maravilla de 2 minutos
37 segundos equiparable a los últimos conciertos para piano o la Música
Nocturna de Mozart o los Conciertos de Brandenburgo o los conciertos para violín
de Bach. Y si hacemos abstracción a los arreglos y acompañamientos
instrumentales, es una canción con raíces en la mejor música del Renacimiento o
del Barroco.
Se inicia con el acompañamiento exclusivo de guitarras acústicas y
progresivamente se van añadiendo otros instrumentos y un creciente fondo
orquestal. En pocas canciones quedan tan extraordinariamente conjuntadas voces,
orquesta e instrumentos propios de un conjunto de folk rock. Y si la
instrumentación es de una bellísima, compleja y armoniosa sofisticación, que
hay que escuchar una y otra vez para descubrir nuevos matices, las voces son
insuperables, en un crescendo en que se van alternando y conjuntando Paúl y Art
y que, como he indicado, nos hacen recordar a Monteverdi, Purcell, Victoria…
Si de la música pasamos al contenido de la letra, un fuerte jarro de
agua fría nos cae encima. Cuentan una historia tan triste como frecuente: la
incomunicación de una pareja de ancianos de la burguesía culta, ella lee a la
poetisa Emily Dickinson y él al poeta Robert Frost y están en una casa en la
playa al borde del Atlántico, cuyo ruido de fondo se oye, (parecen extraídos de
un cuadro de Edward Hopper), sumidos en la indiferencia, en el cuestionamiento
de su vida en común, en si mereció la pena. Resulta sorprendente que Paúl Simon
con apenas 24 años, escribiera con tal precisión una canción-poema sobre una
realidad que debería ser muy lejana a
sus circunstancias vitales. La historia esta contenida en una letra de una
belleza poética extraordinaria, que describe a la perfección el contexto y
realidad de esa pareja y la enorme expresividad de la letra se potencia por la entonación
de las voces de Paúl y Art.
Sí, es una de las canciones más tristes y la vez más bellas que se han
compuesto en la historia de la música popular.
“The dangling conversation”, se publicó en el otoño de 1966 como un
single, logrando una buena acogida en
las listas de ventas norteamericanas, llegando al numero 25. Después se incluyó
en el tercer lp del dúo, “Parsley, Sage, Rosemary & Thyme”, una maravilla
de disco con doce magnificas canciones, que fue un gran éxito, alcanzando el
numero 4 de ventas.
Desde el primer día que la escuché me fascinó y hoy todavía me gusta
más.
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