lunes, 12 de agosto de 2013

GIBRALTAR: UNA EXCUSA POCO SERIA




A la primera manifestación que fui en mi vida, no tuvo mucho merito por mi parte, porque era totalmente legal. Tuvo lugar delante de la embajada de Gran Bretaña, no recuerdo muy bien las fechas, pero yo debía tener doce o trece años. Participé con mi amigo del colegio Tato Marcotegui y no sé si con alguno mas. El motivo era exigir la devolución de Gibraltar. Había muchísima gente, no podía ser menos y resultaba bastante agobiante para unos niños que, como en mi caso, al único evento de masas que había asistido con anterioridad fue la concentración en el Paseo de la Castellana para el  rezo del “Rosario en Familia” con el Padre Peyton. La cuestión es que yo volví enardecido de nacionalismo a mi casa, pero  no les dije nada a mis padres de mi primera aventura política. Aunque poco tiempo después empapelé las paredes de mi habitación con fotos de The Beatles, lo cortes no quita lo valiente

Han pasado 50 años y parece como si estuviéramos en las mismas. Pero el mundo ha cambiado. La reivindicación de Gibraltar se ha vuelto algo mas educada y sofisticada, visto que a base de pedirlo en la calle, en los medios de comunicación o en foros internacionales, no había nada que hacer. Por supuesto que no tengo ninguna simpatía por los residuos de imperialismo que aun existen en la política británica, de los cuales Gibraltar es un claro exponente como lo son las Islas Malvinas, lo fueron Hong Kong o Malta.

Gran Bretaña ha dado muy a menudo muestras suficientes de oportunismo y pragmatismo político. Y cuando el mantenimiento de Gibraltar le resulte problemático o no le de rentabilidad política y económica, lo dejara caer, como hizo hace pocos años con un bastión de muchísima mayor importancia como Hong Kong. Derramara lágrimas de cocodrilo por sus actuales habitantes opuestos a la reincorporación a España y santas pascuas.

Pero haciendo la puñeta a los que entran y salen en el Peñón, por tierra, mar o aire,  poco se va a avanzar. De lo que se trata es de ejercer una suficiente presión política para forzar la devolución y para ello es imprescindible tener aliados de suficiente peso, que nos apoyen. Y no veo yo muy predispuestos a los Estados Unidos para esta labor y sin su apoyo, y de resultas el del conjunto de la OTAN, no hay nada que hacer, nos pongamos como nos pongamos de chulos.

Supongo que el Ministro de Asuntos Exteriores, García Margallo, político moderado, persona de gran experiencia internacional, que no es un paleto nacionalista, sabe de sobra como están las cosas. Cuestión distinta son las declaraciones para la galería y el consumo nacional y  el papelón que le obligue a jugar el Presidente del Gobierno. Porque esto de Gibraltar, como lo del monstruo del Lago Ness, es un tema muy socorrido cuando no queremos que se hable de otra cosa. Además la reclamación de Gibraltar le pilla con pocas posibilidades de maniobra al PSOE y a los partidos nacionalistas. La oposición, excepción hecha de IU, que tiene otros planteamientos, sabe que en este tema hay que ser cuidadoso, para ni dar toda la razón al Gobierno ni tampoco parecer insensible ante un tema de fibra nacional. Así que Rubalcaba se viste de Lagarterano e intenta no pillarse los dedos.

¿Cuánto durará esto de “Gibraltar español”? Un tiempecito, hasta que la realidad, crisis, paro, corrupción, presupuestos del 2014, pensiones, gasto sanitario, Díada de Cataluña, etc. etc. nos hagan olvidarnos hasta otra ocasión del Peñón.

Y dos últimos apuntes. Si nos devolvieran Gibraltar, tendríamos un serio problema con la situación política y económica del mismo. Con una población que nos recibiría de uñas, con un nivel socioeconómico superior al de su entorno de la Bahía de Algeciras, con una redes de contrabando a ambos lados que habría que deshacer, con una presencia del dinero negro que habría que erradicar….En otras palabras, Gibraltar para España es cualquier cosa menos un chollo, mas bien durante unas decenas de años sería un quebradero de cabeza. Y eso lo saben el Gobierno de España, la Junta de Andalucía y los Ayuntamientos españoles de la comarca. Y habría que explicárselo de esta manera a la ciudadanía.

La segunda cuestión es, obviamente, Ceuta y Melilla. Por mucho que digamos que son ciudades españolas desde mucho antes que Gibraltar pasara a Inglaterra (250 años y también en el marco de un conflicto bélico), este es un argumento tan endeble que resulta insostenible. Tendríamos que devolver ambas ciudades, lo que nos acarrearía un buen problema a España con una parte de la población que no querría integrarse en Marruecos (aparte del problema que le generaría al gobierno de Marruecos, perdiendo un oportuno respiradero social y económico para los problemas que afectan al subdesarrollado norte de este país, además del banderín político tan útil para los sectores nacionalistas marroquíes).

Así que dicho en términos algo simplistas, pero reales, pasaríamos de no tener problemas sustanciales, reales, con esos tres enclaves, a tener dos buenos problemas. Vamos, un negocio redondo. Por ello mas vale que corramos cuanto antes un tupido velo sobre esta recurrente serpiente de verano, lo que no impide que se adopten medidas lógicas de control policial del contrabando en Gibraltar o velemos por los intereses de los pescadores españoles de la Bahía.

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