En un anterior post hacia referencia a importantes reformas
estructurales que se están haciendo en nuestro país y que no están mereciendo
la adecuada atención por parte de la ciudadanía, atiborrada de información
secundaria, Barcenas, Gibraltar. La reforma del funcionamiento y competencias
de las Administraciones Locales es una de ellas.
En el marco de recorte de gasto público y de recentralización de
competencias por parte de la Administración General del Estado, para controlar
mas y mejor ese gasto, el gobierno presentó hace meses un proyecto de reforma
de la Administración Local que despertó una critica unánime, desde los
profesionales, autoridades locales, hasta el conjunto de las fuerzas
parlamentarias, incluidos amplios sectores del PP. Esa generalizada oposición
ha llevado al gobierno a sucesivos retoques del proyecto de ley, eliminando
algunos de los aspectos que habían provocado mas rechazo.
Pero en mi modesta opinión, tanto el gobierno con su obsesión del
recorte del gasto público como las autoridades locales empeñadas en que no se
les toque un pelo y la oposición buscando como dar leña a Rajoy, han evitado
realizar un debate serio y riguroso sobre el estado de la Administración Local
en España, sin entrar en los problemas de fondo. Por mi parte creo que la situación actual de
los ayuntamientos es insostenible y que sus importantes funciones de atención y
servicios a la ciudadanía han entrado en crisis irreversible a partir del
estallido de la burbuja inmobiliaria, fuente decisiva de financiación de los
mismos.
Y la pregunta que nos tenemos que hacer no es tanto si la Administración
Local tiene excesivo déficit o si gestiona mal o si algunas de sus actividades
se solapan con las de otras Administraciones, dado que el déficit local en el
conjunto del déficit público español es muy pequeño, concentrado en pocos
Ayuntamientos y muy en especial en el de Madrid. La cuestión es si resulta
viable y si es racional el actual modelo de Administración Local.
Para responder a ello hay que
partir de información básica: de los 8.116 municipios existentes en España
según los últimos datos del INE, solo 398, el 4%, tienen mas de 20.000
habitantes, 6.796, el 83’7%, tienen menos de 5.000 habitantes y 4.855, el 59’8%
tienen menos de 1.000 habitantes. Por tanto esa gran diversidad implica
realidades muy distintas en la configuración de la gestión municipal, de sus competencias y de su
estructura político-administrativa.
Ciñéndome al terreno que mas conozco, los servicios sociales, de la
limitada información disponible que existe, podemos concluir que la inmensa mayoría de los municipios de menos de
1.000 habitantes no disponen de ningún recurso de personal, programas o
equipamientos de servicios sociales propios. En el mejor de los casos, una
trabajadora social acude periódicamente a la sede municipal (o a otras centros,
como p.e ambulatorios) a realizar consultas, recoger solicitudes, derivar
casos, etc. En esta franja de municipios suele
haber algún tipo de intervención de la administración local en la
identificación de necesidades o designación de personal prestatario de las
ayudas a domicilio. En los municipios entre 1.000 y 5.000 habitantes la
situación no es muy diferente.
En los municipios de más de 5.000 habitantes y de manera mucho mas
generalizada en los que se sitúan entre 20.000 habitantes y 50.000 habitantes,
hay una mayor presencia de los servicios sociales, tanto en lo que se refiere a
centros, profesionales, programas e incluso equipamientos.
A partir de esa estructura poblacional habría que reflexionar sobre la
viabilidad, al menos de esos casi 5.000 ayuntamientos que tienen menos de 1000
habitantes. Sé perfectamente que este es un tema muy complejo y que no se
pueden dar soluciones simplistas, menos aun en un país como el nuestro con un
importante abandono del hábitat rural, un envejecimiento de su población y una
crisis de actividad productiva y de empleo en el campo. También es cierto que
la proximidad con los vecinos que da el Ayuntamiento, es fundamental para
conocer y afrontar sus demandas y para que estos participen en el diseño de las
funciones municipales. Siendo por tanto
un instrumento fundamental de la sociedad democrática, no se puede perder por
las bravas.
Pero tampoco se puede mantener sin más, porque su papel ha entrado en
crisis profunda en buena parte de ellos y difícilmente tendrá arreglo si no se
toman medidas.
En España (y supongo que en otros países tampoco) no hay mucha
tradición de colaboración entre municipios, de funcionamiento mancomunado, de
reparto de funciones y gastos. Y tendremos que hacerlo y sin perder tiempo. La
crisis de un modelo de crecimiento económico basado en la especulación y las
exigencias de la globalización nos dicen que debemos ir a economías de escala
razonables y eficaces, la necesidad de optimizar los recursos disponibles. Con
la actual estructura municipal eso no es posible. Si queremos que en los
pueblos y en las ciudades haya buenos servicios públicos, que insisto hoy están
en claro retroceso y en muchos pequeños pueblos siempre han sido muy escasos, habrá
que establecer vías de concentración municipal, de generalización del
funcionamiento mancomunado, de comarcalización de servicios, etc.
Es evidente que no es una tarea fácil, ni se puede hacer de la noche a
la mañana, que puede dar lugar a manipulaciones populistas y demagógicas en el ámbito
local, que es lo que nos faltaba…pero hay que hacerlo.
Aunque por lo que estamos viendo, la mayoría de las fuerzas políticas
no quieren meterse en este proceso, que les complicaría la vida. Así que si no
lo remediamos, en los próximos años y décadas viviremos en pueblos y ciudades
mas abandonadas, inseguras y sucias, con menos servicios públicos, con menos
redes públicas locales de solidaridad social, pero eso sí habrá quien viva
estupendisimamente en sus urbanizaciones y barrios privilegiados. (A este
respecto es interesante la película de ¿ciencia ficción? “ELYSIUM” de Matt
Damon, que acabo de ver con mis hijos en Gijón.
En fin, aun estamos a tiempo de hacer otro tipo de reforma de las
administraciones locales. Tendremos que exigir un debate serio y transparente.
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