miércoles, 23 de enero de 2013

RECORDANDO A JAVIER SAUQUILLO Y A LUIS JAVIER BENAVIDES




Hoy es el 36 aniversario de la Matanza del despacho laboralista de Atocha. No voy a hacer un post estrictamente político, tan solo un recuerdo de lo felices que éramos antes de que sucediera.

A Lola, a Javier, a Elena y a mí nos gustaba ir al campo los fines de semana y si había un puente aprovechábamos para hacer una excursión mas larga. Como en mayo de 1974 que nos fuimos a Lisboa a empaparnos de la Revolución de los Claveles. En marzo del 76 teníamos un puente por delante y decidimos irnos a la Sierra de Cazorla. Como Elena y yo teníamos ya un “dos caballos”, invitamos a mi hermana Elisa y a Luis Javier Benavides, cuya familia era de Jaén,  para que vinieran con nosotros. Por su parte nuestro eterno amigo Javier García Fernández, Panfle, se apuntó con Lola y Javier, al igual que otras muchas veces.

Como siempre que íbamos juntos disfrutamos mucho. Hablábamos de cine, de teatro, de novelas, de casos que llevábamos en el Despacho de Españoleto 13, repitiendo anécdotas divertidas, de ligues y líos de amigos y amigas, de historias que habíamos vivido en la Facultad y por supuesto mucho de política.

Lola, Javier, Panfle y yo, en aquel momento, estábamos militando en una fracción secreta dentro del PCE, llamada la “OPI” (Oposición de Izquierdas del PCE), un nombre con rancio sabor trotskista. Nos parecía que la política de Carrillo y la dirección del Partido, el Pacto por la Libertad, estaba demasiado escorada hacia la derecha y que se hacían excesivas concesiones a los partidos centristas y a la burguesía reformista. A pesar de ser una fracción supuestamente clandestina, el resto de los camaradas de la célula de abogados estaban al tanto y nos tenían a todos los de la OPI en lo que llamábamos “la nevera”, sin poder ejercer plenamente los derechos de militancia.

Discutíamos mucho pero sobre todo vivíamos con ilusión: se palpaba que el gobierno de Arias Navarro tenía los días contados y que ya faltaba poco para conseguir la democracia.

Por eso estábamos alegres. Javier, además de su ingente cultura, tenía un afilado sentido del humor. Luis Javier, más callado, era dulce y cariñoso y era un placer convivir con él. Todos teníamos planes de futuro. Elena y yo pensábamos tener un hijo en cuanto se despejara el camino de la democracia. Lola y Javier también. Luis Javier y Elisa pensaban en consolidar su relación viviendo juntos, Elisa ya tenía alquilada la casa muy cerca de nosotros. Y pensábamos en cómo montar los servicios jurídicos de las CCOO una vez legalizadas y los de las Asociaciones de Vecinos democráticas. Panfle sería catedrático y escribiría libro tras libro. Sí, todo eran luminosos planes de futuro.

La excursión fue un éxito, no hay más que ver las fotos que nos hicimos. Y eso a pesar de las carreteras. Por cierto nuestro “dos caballos” respondió mejor que el R5 de Lola y Javier, que se quedó atrapado entre la nieve de un camino de montaña.

A las pocas semanas de volver a Madrid, nos detuvieron a los cuatro en la Manifestación de la Amnistía de abril del 76, cuando íbamos en el coche de Javier y Lola bloqueando el tráfico y haciendo sonar la bocina por el Paseo del Prado. Dos meses en las cárceles de Carabanchel y Yeserias, pero el régimen ya se caía.

Ese verano, Luis Javier, Elisa, Elena  yo volvimos a hacer excursiones, por Santander. También fuimos a ver a Lola y a Javier a su recién terminada casa en Liendo al lado del mar. Suárez ya era Presidente del Gobierno y todas las  mañanas ¡oíamos las noticias de Radio Nacional!, sí definitivamente aquello estaba cambiando.

Éramos jóvenes y felices. Teníamos una vida nueva por delante. Hasta que el 24 de enero de 1977 mataron a Javier y a Luis Javier y a tres camaradas más y casi a Lola y a Luis Ramos. Elena estaba ya embarazada: nuestro primer hijo se llama Javier.     

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