jueves, 10 de enero de 2013

CONVERSACIONES EN EL BUENDI: ¿HAY RIESGO DE VIOLENCIA SOCIAL?




En el primer párrafo de “Conversaciones en la Catedral” de Vargas Llosa, hay una frase que se repite a lo largo de la novela: “¿en que momento se jodio el Perú, Zavalita?”. Salvando las enormes distancias, también podríamos preguntarnos ¿en que momento se jodio España? Y siguiendo, modestamente, los pasos de esa gran novela, con este post inauguro una serie, que ira apareciendo de vez en cuando en el blog bajo el titulo genérico de “Conversaciones en el Buendi” y que recogerá las charlas y preocupaciones sobre la situación de nuestro país que un grupo de amigos de izquierdas, de clase media y ya con mas de sesenta años, tenemos los fines de semana en el bar Buendi, después de ir al cine.

Sorprendentemente uno de los temas mas recurrentes en los últimos tiempos es el miedo a los riesgos de violencia que se están gestando en nuestro país. Entendiendo la violencia no en la clave del terrorismo que desgraciadamente hemos padecido tantos años, sino como explosión del malestar social, de la desesperación de mucha gente y en especial de los jóvenes. Algo que podíamos pensar que estaba totalmente descartado en una sociedad desarrollada como la nuestra.

¿Es real esa preocupación? Situaciones de intensa violencia hemos visto en los últimos meses en manifestaciones en Grecia, Italia y Portugal y en algunos momentos puntuales de manifestaciones en Barcelona. Y aunque son imágenes impactantes, rechazables y con responsabilidades repartidas (jóvenes extremistas, provocadores infiltrados de dudosa procedencia, policías que no saben cumplir con sus tareas profesionales o que obedecen ordenes agresivas…etc.), afortunadamente no se ha traspasado un umbral de agresividad extrema y desde luego nada equiparable a violencia de grupos terroristas como fueron las Brigadas Rojas en Italia o la R.A.F de Baader-Meinhof en Alemania.

 ¿El que hoy por hoy no se hayan cruzado esos niveles de violencia, quiere decir que no se cruzaran? Se supone que estará en relación a la duración y profundidad de la crisis económica, a las políticas que se sigan y a la capacidad de las instituciones políticas democráticas para canalizar el descontento y la protesta. Y si tenemos en cuenta la actual realidad de esos tres factores, sí que puede haber motivos de preocupación.

Cuando hay jóvenes que sienten la absoluta inutilidad de su formación para encontrar empleo o sufren las condiciones de explotación del trabajo precario que se les ofrece; cuando contemplan los abusos, fraudes, corrupción, enriquecimiento injustificado de quienes de una u otra forma han provocado la crisis o se están beneficiando de ella; cuando los discursos de buena parte de la clase política les suenan lejanos o una especie de cuentos chinos; y pasan los meses y los años… entonces mas de uno puede pensar que esto no tiene arreglo por las buenas y que lo único que se puede hacer es tirar por la calle de en medio recurriendo a la violencia. 

Y si a la tensión que se vive en una parte de nuestra sociedad, se le suma la tremenda violencia verbal que día a día se ejerce desde algunos medios de comunicación de una extrema derecha fanática, tenemos un caldo de cultivo perfecto para que se desate la violencia.

Mi generación es la primera en la historia de nuestro país que ha vivido sin violencia mortal en las calles (excluyendo lógicamente el terrorismo del FRAP, del GRAPO y  de la extrema derecha en la Transición y por otra parte el de ETA y Al Qaeda), pero tenemos unas raíces ancestrales profundamente violentas, de guerras civiles, represiones, golpes de estado, persecuciones religiosas y antirreligiosas, terrorismo patronal y terrorismo anarquista, etc. que no podemos echar en el olvido. Como tambien hay que recordar que a lo largo de la historia del siglo XX la violencia a la postre a quien mas ha perjudicado ha sido a las clases populares y a las ideas progresistas.

Por ello, aunque no es bueno caer en un pesimismo y alarmismo desmesurado, tampoco conviene hacer oídos sordos a ese runrún creciente de los riesgos de explosión social.

Hoy como ayer la mejor prevención de la violencia social es que la democracia funcione y reconozca y afronte los problemas de la ciudadanía. Pero ese, precisamente, será el tema de un próximo post.





1 comentario:

  1. Desde Perú, saludos Sr. Maravall, separados por la distancia tenemos el mismo pensamiento HACER FUNCIONAR MEJOR LA DEMOCRACIA, lo invito a leer mi blog:
    filosofodetacna.blogspot.com

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