Nunca he sido monárquico. Pero acepto el papel funcional que puede
tener la monarquía en un sistema político democrático. Por ello muchas personas
de izquierdas hemos asumido la figura del Rey como instrumento favorecedor de
la consolidación democrática y acertamos con esa apuesta política, en la que
por cierto fue fundamental el papel de Santiago Carrillo. Pero todo cambia.
Juan Carlos ya es un personaje de otros tiempos. Su supuesta cercanía y
campechanía, sus lugares comunes a menudo envueltos en naftalina, sus
relaciones personales, que en el pasado pudieron ser necesarias, sus gestos y
vocabulario, hoy ya no encajan en nuestra sociedad. Dudo que la inmensa mayoría
de la población menor de 40 años de
nuestro país sienta alguna afinidad con el monarca. Ni habla, ni piensa, ni
siente como ellos.
Por ello resulta empieza a ser patético, que tras nada menos que 37
años de ejercicio del cargo, con 75 años de edad y una salud deteriorada, diga que
se siente en plena forma. ¡Que tremendo afán de aferrarse a la corona! Ya hace
unos meses la Reina, tan de derechas ella, manifestaba que su marido moriría ejerciendo
de monarca. Esos son planteamientos del pasado, ajenos a una sociedad democrática
del siglo XXI que no puede permitirse la imagen de su Jefe del Estado amarrándose como una lapa a su
cargo y menos aun el riesgo de que empiece a chochear. Sobre todo cuando tiene
un heredero, que al parecer esta suficientemente preparado para ejercer la función
constitucional de Rey. ¿O es que se quiere asistir a un proceso de decadencia
de Juan Carlos mientras el Príncipe deja pasar los mejores años de su madurez? ¿A quien
beneficia eso? Desde luego que ni al país ni a la monarquía.
El Príncipe Felipe nunca será peor que su padre y seguramente será
mucho mejor. La única ventaja de Juan Carlos, mucho peor formado que su hijo,
era su ascendiente moderador de los sentimientos autoritarios de una parte de
las Fuerzas Armadas, pero creo que hoy esa influencia esta desapareciendo en la
medida en que los militares generacionalmente próximos a el, ya están fuera de
la vida activa. Dicho en palabras de economía de mercado: “Juan Carlos ya esta
amortizado”. Y ante esa realidad no valen maquillajes y operaciones de marketing
como las que dicen esta intentando la Casa Real para recuperar apoyos sociales
y menos aun si esos liftings son como la penosa entrevista de TVE.
Cuanto mas tarde en producirse la sucesión seguramente mayores serán
las simpatías republicanas de la población española y desde luego de las
generaciones jóvenes. Y como tenemos pocos problemas en nuestro país,
añadiremos otro: el enfrentamiento entre republicanos y monárquicos, que hoy no
existe pero que puede llegar a producirse.
Y los republicanos progresistas no debemos hacernos excesivas
ilusiones. Hay muchas posibilidades de que hoy por hoy un presidente de la
republica sea más de derechas y más intervencionista que el Príncipe Felipe.
Así que Juan Carlos debería marcharse cuanto antes, agradeciéndole sin tacañería
los indudables servicios prestados al país y con la tranquilidad de que ni el
Ministro de Hacienda ni el Fiscal General van a meterse con sus “ahorrillos” y
dejar a Felipe. Al menos podríamos dedicar nuestros esfuerzos a intentar resolver los graves problemas que
tiene la sociedad española.
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