En la primera semana de noviembre de 1992 tome posesión como Director
General del INSERSO. Algunos días antes tuve una larga entrevista con mi
antecesor que me puso al corriente, entre otras cosas, del equipo directivo, en
su sentido amplio, con que me iba a encontrar. Una semana después tuve una reunión
en Zamora con todos los Directores Provinciales y en el viaje de ida y vuelta
la persona que ostentaba la segunda responsabilidad de la Institución me hablo
largo y tendido del personal de la casa. En las siguientes semanas fui
recibiendo a numerosos responsables y técnicos, unos a instancias mías, otros a
petición propia. A los muy pocos meses de estar allí, conocía con bastante precisión
las tripas de un INSERSO, que en aquellos momentos tenia trabajando cerca de
13.000 personas y casi 1.000 en los servicios centrales. Es cierto, que algunas
informaciones recibidas estaban inevitablemente sesgadas, que hubo aspectos de
los que tarde tiempo en enterarme, que tuve meteduras de pata de cierto calibre
y que incluso cuando casi ocho años después dimití y me fui despidiendo de la
gente, me lleve alguna grata e ingrata sorpresa.
Este largo y personalista preámbulo, contando una experiencia que
seguramente muchos otros responsables políticos habrán tenido, viene a cuento de María Dolores de Cospedal,
con la que por cierto tuve ocasión de trabajar cuatro años y conocer directamente su capacidad, ambición
y asepsia o vacío ideológico. Sus reiteradas declaraciones de que ella no sabia
nada de los teje manejes de Luis Barcenas, extesorero del PP y esas respuestas
de “por lo que yo se….”, son insostenibles. O nos toma por tontos a la ciudadanía
o pretende que la tomemos por tonta. Y ni nosotros somos tontos, ni ella
tampoco lo es. Ella, sus colegas en la dirección del PP y sus jefes, el actual
presidente del gobierno y José María Aznar, tenían que saber perfectamente lo
que hacia su tesorero.
Si en una organización hay un puesto clave ese es el del que lleva las
finanzas, el que cobra y paga. Es la responsabilidad más delicada y que
requiere mayor confianza. No es una persona que vaya por libre, ni se le elige
al tuntún. Cuestión distinta es que los que están por encima de el, le den
carta blanca o instrucciones genéricas o no quieran saber los detalles
concretos o conflictivos de la gestión económica; pero en ese caso hay una
evidente responsabilidad política por dejar hacer y no mancharse, pero no una
ignorancia de cual es la gestión que se esta realizando. Un partido como el PP
no es un club de montaña ni una asociación cultural; son la mayor organización
asociativa política del país, con una notable
base afiliativa, con numerosos cargos públicos e importantes
responsabilidades de gobierno, con numerosas y costosas actividades y campañas
electorales y en definitiva con un presupuesto de funcionamiento considerable,
cuya gestión resulta decisiva para la pervivencia y el éxito de la
organización. Así que de desconocimiento e ignorancia, nada de nada, porque si
fuera cierto es para que los militantes echaran inmediatamente del PP a toda su
cúpula directiva actual y los que han estado en ella durante los muchos años de
gestión de Barcenas, por entupidos e inútiles.
Pero dicho esto e insistiendo en la responsabilidad política de los
dirigentes del PP, esta historia tiene excesivos tintes de guerra de la extrema
derecha (de dentro y de fuera del PP) contra Rajoy y su equipo mas cercano. Esa
extrema derecha que quiso descabalgarlo sin éxito en el año 2008 a favor de
Esperanza Aguirre y el aznarismo, que
con el triunfo de Rajoy en noviembre del 2011 reculo y que ahora con
tantas fuegos que tiene el gobierno y con su caída en picado en intención de
voto, han visto la ocasión de darle la estocada o chantajearle para que de un
giro a su política y haga un nuevo gobierno mas afín al extremismo neoliberal y
reaccionario.
El que la izquierda tengamos una valoración tremendamente negativa del
primer año de la presidencia de Rajoy, no debe hacernos olvidar que hay un
posible camino mas, mucho mas, a la derecha del actual gobierno. Rajoy, a pesar
de todo, no colma las demandas y
expectativas de intereses muy diversos e insaciables: desde la conferencia
episcopal a la patronal mas ultra, desde la derecha mediática hasta los
españolistas decimonónicos que quieren la vuelta al centralismo, desde las
sectas pseudoreligiosas a los que añoran una sociedad sin gays ni divorcios ni
igualdad de genero.
Rajoy y su equipo se juegan mucho en esta historia y solo tienen una
salida: cortar por lo sano, reconocer y depurar las responsabilidades, aunque
de rebote se lleve por delante a algunos de los actuales dirigentes. Harían un
favor a su partido y por supuesto a nuestra maltrecha democracia.
Las declaraciones de Cospedal y el tradicional estilo pasivo de Rajoy
no hacen concebir muchas ilusiones al respecto. Pero que no olviden que la caída
del PSOE en los años 90 empezó por FILESA.
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