viernes, 4 de enero de 2013

EL PRECIO DE LA DIFERENCIA





La cantante folk norteamericana Malvina Reynolds compuso en 1962 una canción titulada “Little boxes” (de la que haría una excelente versión Pete Seeger), una sarcástica parodia de la vida totalmente encorsetada de la nueva clase media en los años 60, de la que era difícil evadirse.  

Estaba situada en Estados Unidos ¿pero que decir de la vida en un pueblo de España en aquellos tiempos, sobre todo cuando en otoño se iban los veraneantes, la gente de la capital? No era tan tremenda como la describió Juan Antonio Bardem en su película “Calle Mayor”, rodada una década antes (y eso represento mucho en aquella época de nuestra historia), pero casi. 

Varios meses del invierno de 1971 me tocaron vivirlos en Xativa, como consecuencia del estado de excepción decretado en enero de ese año, por el que se podía residenciar obligatoriamente a un detenido en un lugar distinto a su domicilio. Mi querida tía Adela me acogió en su casa, muy generosamente al ser sus ideas muy alejadas de las mías.

En aquellos tiempos había en Xativa un pequeñísimo puñado de “rojos”, dos de ellos primos míos, e hijos de mi tía Adela, todos ellos controlados por la guardia civil y la comisaría de policía. La llegada de un “deportado” de Madrid fue una novedad. Y hubo un policía “de la secreta”, que se encargo de vigilarme, algo que por ser publico y notorio perdía gran parte de su eficacia. Al cabo de unas semanas desde la comisaría le hicieron saber a mi tía que casi todas las tardes paseaba con una chica, recorría las calles viejas de Xativa, iba al Monte Vernisa, me tomaba una caña en un bar de pobres…y que la chica, aunque de una buena familia, “era muy rara” y “nada recomendable” y que además íbamos de la mano y nos besábamos por la calle, sin que fuéramos novios.

Mi tía se lo dijo a mis padres, supongo que mi padre respiraría tranquilo porque mas valía que me viera con una chica, aunque fuera “rara”, que me metiera en líos políticos. Pero en todo caso corto por lo sano y con permiso de la policía me saco de Xativa y me llevo al apartamento que tenían en la playa de Gandia. Craso error, pero que le vino muy bien a las dos chicas responsables del aparato de propaganda del PCE en la Universidad de Valencia que tuvieron que salir de sus casas por pies, con motivo de una redada tremenda que se produjo a finales de abril. Y en ese apartamento estuvimos los tres hasta que acabo el estado de excepción a mediados de junio, pero esa fue otra historia, de la que por cierto no se entero la policía de Gandia.

Mi familia nunca trago a la chica “rara”. Ni vestía, ni se comportaba, ni hablaba, ni reía, como cabía esperar de una niña bien de la clase media de Xativa. Ni siquiera iba a misa y nunca se vistio de fallera. Era una hippie o peor aun. Ella durante un tiempo siguió empeñándose en venir por la casa del campo, incluso a Madrid, lo que era asumido con evidente disgusto por mis padres.

Pasaron los años y la chica “rara” no entro en vereda. Rompió con casi toda su familia. En el trabajo, un instituto de enseñanza media, la mayoría de sus compañeros la hicieron la vida imposible, esta vez porque no comulgaba con el nacionalismo rampante en la Valencia de los primeros años 80.
La chica “rara” no ha tenido una vida fácil. Y ha muerto el 26 de diciembre.

En recuerdo de Inés Sifre     

No hay comentarios:

Publicar un comentario